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El lenguaje es el principal instrumento para la expresión del ilimitado abanico de relaciones que constituye la existencia del hombre. Es innegable la importancia de su papel en la comprensión mutua, abarcando desde la interacción común día a día hasta las relaciones políticas y comerciales. En el área académica, el lenguaje, adquiere entonces un estatuto prioritario, no sólo para la producción científica, que debe ser clara y objetivamente expresada, como también para la captación de informaciones que van a componer esa producción.
En este inicio de milenio, la evolución tecnológica y científica depende cada vez más del intercambio de informaciones, lo que coloca al lenguaje en el centro de la cuestión de la eficiencia y del control de esas informaciones. En 1982, Naisbitt (apud Celani, 1996) ya decía que la economía del mundo se basa en la creación y distribución de información, no pudiendo operar más como un sistema aislado y autosuficiente. La globalización de la información, gracias a la Internet, que permite compartir instantáneamente esa información, implica en la necesidad de un instrumentos lingüístico común entre los pueblos para permitir ese intercambio.
Sin embargo, todavía existen barreras reales entre los pueblos debido a las diferencias lingüísticas. El desconocimiento de una lengua extranjera constituye muchas veces, una traba que cierra el acceso al mundo moderno, que impide el consumo de conocimientos producidos en el extranjero, además de cercenar la contribución efectiva y eficiente en la producción y en el desarrollo científico y tecnológico internacional (Celani, 1996).
Esa autora cita los perjuicios que el desconocimiento de, por lo menos, una lengua extranjera acarrea para el país, en términos del desperdicio de recursos, evaluados en tres a tres millones y medio de dólares por año, perdidos debido a la falta de dominio de lenguas extranjeras por investigadores brasileños en formación en el exterior; el tiempo y la energía deslocados también están reflejados en la baja productividad de los posgraduados en la misma situación. Lo mismo se aplica al hombre de negocios, al técnico, que frecuentemente usan la lengua extranjera como instrumento de trabajo. ¿Y qué se puede decir del profesional autónomo monolingüe, cuya actualización y progreso dependen de la eventual y tardía traducción o reproducción de obras oriundas de otros países con investigación y tecnología más avanzadas? Concordamos con Celani, en que “mientras perdure esa situación estaremos siempre compitiendo en situación de inferioridad en el colegio internacional, en el cual, con seguridad, la lengua de comunicación no es el portugués.”(Celani, 1996:25). Por lo tanto, ya que la gran masa de información de la actualidad es mucho mayor que la posibilidad de traducirla, la necesidad de hacer ciencia, de hacer cultura impone el acceso a esa información en su forma original y auténtica en la lengua extranjera.
Así, al desconocer por lo menos una lengua extranjera, el individuo se sujeta a tener acceso sólo a las informaciones que están disponibles en la lengua materna. Con eso, se priva de la participación en el mundo moderno, obstruye los puentes que podrían conducirlo al saber del resto del mundo, alija-se de la posibilidad de adquirir informaciones de primera mano, que podrían contribuir positivamente para su crecimiento personal, cultural, científico y profesional.
En el mundo actual, pues, se hace indispensable la participación, la actuación del individuo, que él sea capaz de comunicarse con eficiencia. Sin embargo, el dominio de sólo una lengua, la materna, no es suficiente para que ese individuo pueda ejercer efectivamente a ciudadanía en el mundo del siglo XXI.
Así, el epígrafe al inicio de este capítulo trata sobre la preocupación que los responsables por la educación deberían tener, en la actual coyuntura del mundo moderno; ¿cómo preparar al joven para que sea capaz de actuar participativamente en la vida nacional e internacional, haciendo justas sus exigencias? Es de senso común, que para preparar garantizar esas condiciones, sería necesario proporcionar a ese joven el dominio de una lengua extranjera. Según Celani (1996), no ofrecer esas condiciones es fallar en la misión de educar.
En el pasado, la Ley 5.692/71 de las Diretrizes e Bases da Educação no obligaba a la inclusión de lenguas extranjeras en el currículo de 1º e 2º grados, bajo la égida de un falso nacionalismo que alegaba que la escuela no debería prestarse para ser la puerta de entrada de mecanismos de impregnación cultural extranjera y, a través de esa influencia, contribuir para el aumento de la dominación ideológica de sociedades extrañas a la brasileña, consagrando con eso, un colonialismo cultural a servicio de los intereses extranjeros. Predominante en la década de 70, ese pensamiento tomaba la enseñanza de lenguas extranjeras como un instrumento de las clases favorecidas para mantener privilegios, imponiendo un dominio social, cultural, político y económico. La obligatoriedad de la enseñanza de lenguas extranjeras sólo fue establecida con la Portaria CFE 6/86, donde quedó restringida al segundo grado (No 1º grado, pasa a ser recomendada, a partir de la 5ta serie).

En la actualidad, sin embargo, la LDB de 1996 (Ley 9.394) trajo cambios favorables a la enseñanza de lenguas extranjeras, haciendo compulsoria la inclusión de, por lo menos, una lengua extranjera en el currículo escolar de la enseñanza fundamental y media. Dos problemas, sin embargo, impiden que la Ley sea cumplida efectivamente, en sus metas y objetivos: el primero es la cuestión de la concepción que se tiene del aprendizaje de una lengua extranjera en la escuela. La ideología que permeabiliza el pensamiento de los profesores y otros profesionales involucrados en la enseñanza de lenguas extranjeras, continúa presa a los efectos de la ley anterior, pues la adquisición de un libro de texto se ve como un artículo lujo, privilegio de una pequeña élite que puede arcar con las altas mensualidades de las escuelas especializadas.
Celani (1987 apud Celani, 1996), al referirse a esa perspectiva educacional, ratifica:
... se puede entrever una ideología elitista, discriminatoria, prejuiciosa en la organización de los currículos, en especial, de la escuela pública, que lleva a la exclusión de una considerable parte de la población escolar al acceso a algo que debería ser, sin duda, un componente importante de la educación” De hecho, todo eso refleja el ajenamiento de aquellos responsables por la planificación escolar y la ejecución de la enseñanza que relegan a la lengua extranjera “a la condición de la Cenicienta de los currículos de la escuela pública brasileña” (Celani, op. cit.: 21).
Como ilustración del desentendimiento de las agencias gubernamentales con respecto a la enseñanza de lenguas extranjeras en las escuelas públicas, municipales y estaduales, podemos citar el hecho de distribuir gratuitamente a los alumnos los libros didácticos de todas las disciplinas, excepto el de lengua extranjera. Desentendimiento, desprecio o desinformación? Delante del poder adquisitivo precario de los alumnos, que les niega la posibilidad de adquirir un libro de texto, el profesor se ve obligado a hacer verdaderos malabarismos financieros y estratégicos para proporcionar a sus alumnos el material, generalmente fotocopiado, necesario al estudio de la disciplina. ¿Cuál es el destino que esas hojas separadas toman después de la clase? Quién lo sabe.
Perduran, así, los reflejos de una ideología que cristaliza la posesión del saber sólo para pocos, en detrimento de la mayoría que no tiene otra salida que no sea la de someterse, a cada año, al desarrollo apenas de su competencia lingüística, con total perjuicio para la competencia comunicativa y estratégica. Esa nivelación, por debajo, no exime a los alumnos de las escuelas particulares, donde la tendencia predominante es a seguir el senso común , que se limita a informar al alumno sobre el funcionamiento de la lengua ignorando u olvidando que la lengua es un fenómeno esencialmente social que presupone interlocutores que tiene algo que comunicarse entre ellos, ya sea oral o escrito.
Lo que se observa, entonces, es que no se aprende la lengua para fines comunicativos; observándose un enfoque en el sistema lingüístico con el único objetivo de preparar al alumno para el vestibular, como si este, y no su formación integral como ciudadano, fuese el objetivo final de la enseñanza básica. Se enseña a hablar sobre la lengua (que en realidad, es una atribución de los lingüistas), pero no a hablar la lengua, a hacer uso de ella para comunicarse, en una triste demostración de desprecio o de desconocimiento de los principios y presupuestos que subyacen en la enseñanza de lenguas, no sólo la lengua extranjera, como también la materna.
En realidad, ese tipo de aprendizaje no deja de ser un desvío de los propósitos más amplios que la ley se propone y que la realidad exige, ya sean los de habilitar al aprendiz para la comunicación entre sus pares y, en un plano más amplio, entre los pueblos, principalmente los de los mundos tecnológicamente más avanzados. Pues si este país es considerado todavía del tercer mundo, prácticamente despojado de tecnología y de ciencia propias, ¿no sería ese hecho el resultado de la carencia de un vehículo que permitiese un mayor intercambio científico, tecnológico y cultural y, consecuentemente, un desarrollo mayor? ¿No estaría ahí la causa, aunque sea parcial, de continuar mereciendo esa estigma por el desconocimiento de una lengua extranjera?
El segundo problema que impide el cumplimiento fiel de la Ley, está relacionado con la formación de los profesores. Es importante, no sólo en los cursos de licenciatura, como también en los cursos de postgraduación que sea proporcionado al docente de lengua extranjera una formación crítica, reflexiva para que pueda distinguir mejor su papel como profesor, para que pueda concienciarse de al importancia de su misión como profesor de esa disciplina, adoptando actitudes, valores y creencias de acuerdo con la realidad del mundo en el que él y sus alumnos están inmersos.
Para eso, el primer paso es preparar ese profesional para lidiar con las nuevas situaciones, desvinculadas del tradicionalismo que permea la mayor parte de la enseñanza de lenguas extranjeras en la enseñanza básica, en las escuelas públicas y privadas. Los cambios no serían inmediatos ni fáciles, pero exigirían de las personas involucradas un ensanchamiento de sus horizontes para incorporar a su práctica didáctica, nuevos enfoques y métodos y, sobretodo, la dedicación a la investigación, buscando la experimentación, la evaluación, la aplicación de nuevas ideas, de forma que se pueda asegurar un proceso dinámico de renovación constante.
Para la revisión de los objetivos es necesario sumar otras medidas, entre ellas, desmitificar la enseñanza de lenguas extranjeras, en el sentido de eliminar algunas creencias no verdaderas, tales como:
- la escuela, principalmente la pública, no tiene la competencia para enseñar la lengua extranjera, cabiendo esa tarea a las escuelas especializadas;
- la carencia de equipamiento audiovisual impide una adquisición efectiva de la lengua;
- la lengua extranjera es importante sólo para el vestibular;
- “saber” una lengua extranjera es desarrollar una pronunciación semejante a la de un hablante nativo;
- cumplir el programa de enseñanza es sinónimo de agotar el libro didáctico (Paiva, 1996).
Esas y otras cuestiones deben componer los cursos de formación de profesores. Pero la licenciatura sola no garantiza la calidad de enseñanza de los profesores; la universidad, junto a las Secretarías de Educación del estado y del municipio, deberían fomentar el reciclaje constante de los profesores, asegurándoles los medios para el fiel cumplimiento de la Ley.
TAREA 1: Después de la lectura, comente con su par los aspectos siguientes:
- La importancia del lenguaje en la vida del hombre.
- ¿Cómo la vida moderna impone el dominio de una lengua extranjera?
- Las consecuencias del desconocimiento de una lengua extranjera.
- El estatus de la lengua extranjera en las escuelas, desde el punto de vista legal.
- La situación específica de la enseñanza de la lengua española en la escuela pública con respecto al inglés (y/o español).
- Los problemas (2) que impiden que la Ley 9.394, de las Diretrizes e Bases da Educação, sea fielmente observada y las consecuencias que ello ocasiona.
TAREA 2: Estudie y comente la Ley 9.394, del 23 de diciembre de 1996, que establece las directrices y bases de la educación nacional, en todo lo que dice a respecto de la enseñanza de lengua extranjera.
LECTURAS ADICIONALES
BALLALAI, R. Línguas estrangeiras e ideología. In: R.T.NASR et al. (Eds.) Foreign language teaching and cultural identity. São Paulo / Bruselas: Instituto de Idiomas Yázigi – AIMAV, 1982, p. 11-34.
CHAUÍ, M. O que é ideología? São Paulo: Brasileinse, 1981.
FERREIRA, L. F. Ensino de línguas estrangeiras e identidade cultural. In: R.T.NASR et al. (Eds.) Foreign language teaching and cultural identity. São Paulo / Bruselas: Instituto de Idiomas Yázigi – AIMAV, 1982, p. 53-56.
FREIRE, P. Educação como prática da liberdade. São Paulo: Paz e Terra, 1975.
________. Pedagogía do oprimido, 17 ed. Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1987.
ROSEEL, E. Needs, Cultural identity and foreign language teaching. In: R.T.NASR et al. (Eds.) Foreign language teaching and cultural identity. São Paulo / Bruselas: Instituto de Idiomas Yázigi – AIMAV, 1982, p. 105-112.
ZÉLIO. A interferencia da industria da cultura no ensino de línguas. In: R.T.NASR et al. (Eds.) Foreign language teaching and cultural identity. São Paulo / Bruselas: Instituto de Idiomas Yázigi – AIMAV, 1982, p. 141-146.
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Traducción realizada por Gonzalo Abio (2004) del capítulo 1 “Bases político-pedagógicas do ensino de línguas estrangeiras nas escolas de ensino básico” del libro de Susan Mary Nicholls “Aspectos pedagógicos e metodológicos do ensino de inglês”. Maceió, Alagoas: EDUFAL, 2001.
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