Vida quieta: Naturalezas muertas de Roberto Rossi en el Museo Fernández Blanco
(Buenos Aires) Araceli Otamendi
Se presentó en el Museo de Arte Hispanoamericano "Isaac Fernández Blanco" la muestra de Roberto Rossi "Vida quieta" y el libro del mismo título de Laura Malosetti Costa editado por Alhec Group.

La exposición fue presentada ante críticos de arte y periodistas por Laura Malosetti Costa- curadora de la muestra - y el director del museo Jorge Cometti.
Además de las pinturas de Roberto Rossi se exhiben también los objetos que el pintor tomó como modelo para sus cuadros: botellas, cafeteras, molinillos de café, pequeñas teteras, lámparas y otros objetos. Son los mismos objetos que Rossi pintó una y otra vez y que alternadamente dieron origen a sus composiciones.

Vida quieta es una traducción literal de Still life, el nombre que recibe en inglés el bodegón o naturaleza muerta, el género de pintura que privilegió Roberto Rossi (1896-1957) a lo largo de toda su vida. También aparece como una metáfora de la vida de este artista que pasó largas horas diarias en su taller pintando una y otra vez un universo mínimo de objetos, estableciendo un diálogo en el que maduraba su arte, construyendo con ellos una poética propia. En estas obras logró crear imágenes de extraordinario lirismo, a partir de su concentración en un universo restringido de objetos que "retrató" en sutiles combinaciones, reagrupamientos y condiciones lumínicas, acercándose por momentos a la abstracción de formas y colores en el espacio, aunque sin abandonar nunca el referente figurativo.
Maestro de varias generaciones de artistas argentinos a partir de su actividad como profesor de las Escuelas Nacionales de Bellas Artes, Rossi tuvo una producción vasta y sostenida. Discípulo de Ernesto de la Cárcova, su obra constituye un referente del género aunque ha sido hasta ahora escasamente difundida y poco conocida por el gran público. Rossi participó en numerosos Salones y exposiciones colectivas en el país y en el exterior y su obra se halla representada en los principales museos de la Argentina.
Durante más de veinte años Roberto Rossi dialogó con los objetos: botellas de vidrio, cafeteras, pequeñas teteras de metal esmaltado, porrones de barro, lámparas, molinillos de café, fruteras de manzanas, mesitas, cestas. Cultivó el género del bodegón o naturaleza muerta, género moderno si los hay, campo de muchas batallas. Desde aquella primera modernidad en que los holandeses hicieron alarde del refinamiento de su cultura y su intimidad burguesa, hasta las extrañas y célebres manzanas de Cézanne, las elaboraciones espaciales del cubismo o el silencio metafísico de algunos italianos.
Rossi fue un hombre de tertulias, donde se discutía de arte y de poesía, de política y de exilios, donde crecieron amistades fuertes y duraderas.
En los primeros años de su carrera Rossi tenía su taller en La Boca, como sus amigos Victorica y Cúnsolo; como Lacámera, Rossi nunca viajó a Europa, nunca fue más allá de Colonia, Mar del Plata o Córdoba, pero ya entonces podía verse mucho en Buenos Aires. Las revistas, además, desplegaban en sus páginas las imágenes como las polémicas.
Roberto Rossi - Datos biográficos
Nació en Avellaneda en 1896. Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes y fue discípulo de Ernesto de la Cárcova. Desde 1929 expuso en muestras individuales y colectivas y participó regularmente en el Salón Nacional y diversos salones provinciales. Durante su vida fue miembro activo de la SAAP y docente. Murió en Buenos Aires el 28 de mayo de 1957.
Sus obras figuran en colecciones particulares y en Museos Nacionales y Provinciales siendo muchas de ellas adquisiciones de premios obtenidos.

naturaleza muerta Luis Eugenio Meléndez o Menéndez
La naturaleza muerta o el "bodegón"
El bodegón ha sido y es un tema elegido por casi todos los cultivadores del color, algunos de los cuales se han considerado especialistas. Con él se ha logrado el estudio de las formas y de la composición: la alegre y colorista armonía de lo intrascendente, consiguiendo una pintura ampliamente consustancial con su propósito decorativo. Hubo un tiempo en que el bodegón se consideró como un arte menor dentro de la historia de la pintura, pero hay que advertir que, durante los siglos XVII y XVIII principalmene, el arte se nutría de lienzos de grandes dimensiones, en los que el retrato y el tema histórico o religioso daban ocasión a escenas o episodios en que la técnica de oficio, la composición y el colorido cumplían en demasía con todas las exigencias de los más severos cánones estéticos, y esta abundancia de obras mayores, de gran envergadura, situaban en un segundo plano estas "distracciones pictóricas", llamadas a retener un día la atención de la gente, ocupando por derecho propio, un lugar destacado en la ampulosa historia de la pintura, génesis y desarrollo del arte.
Bodegones o naturalezas muertas como la de Luis Eugenio Meléndez o Menéndez, por ejemplo, uno de los cuadros más bellos y decorativos debidos al pincel de este artista, quien de manera maestra logró su más acertada composición y el más justo y apropiado realismo. (1)
Enaltecido el bodegón por la inquisitiva corporeidad de Cézanne, permitió al estilo impresionista la creación de un clima, que hizo posible avanzar por el terreno del hallazgo de una estética nueva, en cierto modo acusadamente revolucionaria, conforme al espíritu exigente de una progresiva evolución, que iría de las pinturas de los maestros franceses y españoles de la impresión, a ese mundo más o menos comprensible en que la imaginación, rompiendo con toda certidumbre, busca en lo inconcreto lo que han dado en llamar mensaje de la inteligencia y de la espiritualidad.
Pero estas formas abstractas, deliberadamente apartadas de todo servilismo a los viejos cánones, a la humanización y corporeidad de los seres y de las cosas, había de traer, como consecuencia, una nueva reacción, esta vez en los llamados concepcionalmente clásicos o realistas, que, opuestos a las tendencias estéticamente demagógicas, a la desintegración de los auténticos valores emocionales, volvieron a imprimir al bodegón su carácter que podría decirse primitivo, volviendo la verdad a la pura verdad del arte. (1)
Naturalezas muertas en la pintura holandesa
También dentro de la pintura holandesa son características las naturalezas muertas con piezas de caza. Hacia la mitad del siglo XVII floreció una temática que puede considerarse formada por el retrato de caza, las mismas escenas de caza y la naturaleza muerta de piezas de caza.
También son ejemplos de naturalezas muertas los cuadros de Jean Baptist Weenix, Sorgh y otros. Este tipo de pintura gozó de popularidad durante un corto período en la década de 1640. (2)
La autora del libro
Laura Malosetti Costa es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires, Investigadora independiente del Conicet, Co-Directora de la Maestría de Sociología de la Cultura y Análisis Cultural del Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín, Profesora adjunta de arte del Siglo XIX (UBA), y Profesora titular de problemas de Arte argentino y Latinoamericano del siglo XIX (UNSAM).
Es autora de varios libros y numerosos artículos sobre arte argentino y latinoamericano, entre ellos: Los primeros modernos, Arte y Sociedad en Buenos Aires a fines del Siglo XIX, premiado por el Fondo Nacional de las Artes y la Asociación for Latin American Art.
Bibliografía
(1) Bodegón, Luis Eugenio Meléndez o Menéndez, Bodegones en el Museo del Prado, Editorial Offo, Madrid
(2) Pinturas del Siglo de Oro Holandés en Colecciones de Buenos Aires, Catálogo, edición del Museo Nacional de Arte Decorativa, República Argentina
(c) Araceli Otamendi- Archivos del Sur
22-11-2008