La ojera de las vanidades
Junto mis huesitos
en la hoguera de las vanidades
porque según la abuela Jana
nadie teje con agua del propio río.
Nadie cruza él mismo
a nado el fuego.
Nadie nada sabe
de las cosas que realmente
pasan en el mundo.
Tengo un esqueleto
que brilla en la noche
y me alumbra.
Voy tras él
veré de reunirme con mi espalda.
Huesito quemado y ceniza
seré carbón tizne tinta
hilo sin hilar
haré crochet con las memorias
de mi origen.
Fotos de Familia
Me caso para divorciarme
y qué,
les dijo
mientras María
se confundía
con las cenizas del Ave
y la guitarra
de Pablo Milanés
No ama quien quiere sino quien puede
elegir/se
con libertad
Más tarde diría Spinetta
que buscar se parece a nada
pero buscar siempre es mejor
que morir de sed.
Me gusta lavar, planchar y
cocinar
y también ir a abordar
lo marginal,
correr
el peligro de saber quién soy.
Me caso
y qué,
les dijo y los hizo
testigos de que todo
Futuro es imperfecto.
Mandatos
Aprendió a ser hombre.
Alguien tenía que emular al
Padre
ser el emergente
decir puedo.
Alguno debía arremangarse
los pantalones
para llevarlos bien puestos.
Rescatar la sangre
del recato
y tirarla por la borda.
Alguien debía ponerse el nombre
al hombro
y dejar para más tarde
la compostura
el maquillaje
la cara boba del rebaño.
Habrá tiempo luego
para parir
pensó
para ponerse labios de rouge
y ojos
de ternura degollada.
La caída en el tiempo
Unos días de campo harían ceder la fiebre.
Las mañanas serían más claras.
Se escucharía el ruido redondo del molino
una vez y otra
luego también el mugido de las vacas.
Iaia vendría con tazones humeantes, chacinados, galleta.
Sus pasos serían más leves que las alas de los ángeles.
Habría olor a eucaliptos en toda la casa,
vapores emanando del agua que hierve sobre la cocina
a leña.
Luego estaría mejor y le pediría a los peones la yegua blanca.
Andaría entre los pequeños gritos de los teros
cabalgando sobre mi propia sombra.
Amenazada
por la fascinación del mediodía.
Tal vez me vieras frenar de golpe
y caer de mi soberbia altura.
Te asustaría imaginar de lejos que algo grave
pudiera suceder.
Luego sabrás que no.
Nada más pasó la vida.
Cedería la fiebre.
Volvería -como se vuelve atrás una película muda-
la imagen de nosotros antes de la caída
en el tiempo.
El camino a Puno
Viajabas por caminos
de Yunguyo a Puno.
El polvo y el frío se parecían
demasiado a los bordes filosos
de un papiro
(todo lo que habla se le parece).
Silke llevó pan hasta la orilla
del Río Tunai,
y conversamos acerca del curso del agua
y de las coordenadas que rigen el vuelo
de las mariposas.
También de las ciudades del mundo
y las costumbres diferentes
de los países.
Confesaste
cierto pudor cuando hablamos de los olores
y los colores
que brotan de las pieles y las tierras del Altiplano,
y de toda la historia de este lado del mundo
recorrida y vejada
por las manos
de hombres ajenos.
Viste a las cholas con sus formas de mujer
deformadas
por el viento de escarpadas
laderas
y las caderas
envueltas en colores
y las cabezas
cubiertas
por sombreros negros.
Nunca
volviste a viajar
así
entre montañas y nada
junto a seres de puños silenciosos
y ojos oscuros.
El camino se abría largamente
entre las nubes y la pequeña camioneta
avanzaba
en el camino de Yunguyo a Puno.
Era un breve reparo
contra el viento
cada hombro de esos hombres
desconocidos
y hermanados
por el cielo vulnerable.
No olvidarás
esos rostros curtidos
por el azote del aire
y el tuerto implacable de la Puna.
Nunca más
perder el rastro en el desierto
que rodea toda conquista
y aprender
que india es la lágrima del esqueleto
de la historia.
Tener
los ojos abiertos de tanto mirar
lo que antes solo pudiste entrever en el sueño
y oír
la nota que apenas murmuraba el agua
en la partitura
de lo que sería el viaje.
Después, cada vez que te fuiste de la ciudad
volviste otro.
Silke llevó pan a la orilla
del Río Tunai
y hablamos de los países del mundo,
y las distintas lenguas que hablan los hombres,
y de la brevedad del vuelo
de las mariposas.
(c) Norma Etcheverry
sobre la autora:
Norma Etcheverry
(*)Nació en la provincia de Buenos Aires, Argentina, y reside en la ciudad de La Plata desde 1981, donde se recibió de Periodista y cursó estudios de literatura en la Facultad de Humanidades. Ha publicado, en poesía, "Máscaras del Tiempo" (1998) y "Aspaldiko" (2002). Colabora en "El espiniyo", revista de poesía de La Plata y publicaciones del interior. Produce "Diagonal Converso", www.diagonalconverso.blogspot.com, revistual breve de poesía.
|