(Buenos Aires) Hernán Díaz
La película Le sport et les hommes nace de la colaboración entre
dos grandes escritores: Roland Barthes y Hubert Aquin.
Barthes, de origen francés, ya era en 1960 un autor muy
conocido. Hubert Aquin no era todavía el novelista de Prochain épisode (1965) o
de Neige noire (1974) y sólo se le conocía únicamente en Québec como
colaborador de la revista Liberté.
En 1965 Auquin, que a la sazón era el realizador en el
Office Nacional du Film de Montreal, lee las Mitologías. Y en una carta fechada
el 4 de abril de 1960 le propone al crítico francés Roland Barthes escribir el
comentario de su película provisionalmente titulada Le sports dan le monde. La
intención de Aquin es presentar cinco deportes nacionales como un fenómeno
nacional y poético. Para eso piensa en las corridas de toros en España, en las
carreras de coches en Italia, en la carrera ciclista del Tour de Francia, en el
jockey canadiense y en el fútbol de Hungría.
La elección de los países representados variará durante la
realización, pero la de los deportes ya quedará fijada. Barthes acepta la
invitación y escribirá el comentario – que se puede leer en este libro – y Aquin
se reservará la responsabilidad del montaje visual. Construirá su película a
partir de fotos de archivo y de secuencias de noticiarios comprados aquí y allá.
Barthes, de quien Susan Sontag dijo: “Había
decidido que todo podía tratarse como sistema: un discurso, un conjunto de
clasificaciones. Y como todo era un sistema, todo podía superarse” en este libro escribe acerca de la corrida de
toros, además de los deportes antes mencionados::
“… La corrida de toros
no es exactamente un deporte, y, sin embargo, tal vez sea el modelo y el límite
de todos los deportes: elegancia de la ceremonia, reglas estrictas del combate,
fuerza del adversario, ciencia y coraje del hombre, todo nuestro deporte
moderno está en este espectáculo de otra época, heredado de los antiguos sacrificios
religiosos. Pero este teatro es un falso teatro: aquí se muere de verdad. El
toro que entra en el ruedo va a morir; y la corrida es una tragedia justamente
porque esta muerte es fatal. Esta tragedia se desarrolla en cuatro actos, cuyo
epílogo es la muerte…”
(c) Hernán Díaz - Archivos del Sur
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