Sophie Calle en el Malba
(Buenos Aires) Araceli Otamendi
La artista francesa Sophie Calle dio en el mes de mayo una
conferencia en el Malba – que incluyó un reportaje público – acerca de sus
obras. El encuentro con el público y la artista francesa fue organizado por el
Centro Cultural Rojas de la
Universidad de Buenos Aires y la Embajada de Francia.
Llegué con anticipación para ubicarme en el sector destinado
a la prensa y escuchar de cerca la conferencia de la renombrada artista Sophie
Calle. En segundos descubrí que Sophie Calle era esa persona que estaba ahí
cerca del escenario saludando a otras personas que iban llegando, ubicando a
conocidos y amigos en distintas butacas. Me pregunté si era una de las
perfomances o rarezas con que la artista viene sorprendiendo a sus seguidores a
lo largo de los años. Y tal vez la conferencia no se iniciaría y como en un
recordado concierto de John Cage, el
concierto consistiría en el ruido del público, solamente. Pero los fotógrafos y camarógrafos estaban detrás de mí y no tomaban fotografías
y eso era un signo de que lo mío era sólo una especulación, porque la
conferencia sí se inició minutos después.
En el escenario estaba también el director de la obra Dolor exquisito que se estrenaría en Buenos Aires.
A medida que pasaba imágenes de sus obras, Sophie Calle
interrumpía y dialogaba con el público,
quien podía hacer preguntas. La artista relató que empezó en París hace varios
años a seguir a extraños. Ella estaba, se sentía perdida, dijo. Hacía muchos
años que no vivía en París y el motivo era ése: un enorme sentimiento de
pérdida y de desorientación el que la
impulsó a seguir a las personas. Era una manera de no involucrarme
sentimentalmente con las personas, dijo. Fue así que eligió a un extraño, para seguirlo hasta Venecia,
fotografiarlo, y documentar sus movimientos.
En otro de sus proyectos, encomendó a su madre la
contratación de un detective para que la siguiera y registrara los movimientos
de Sophie. Luego, ella misma los constataría con los apuntes en su propio
diario.
También se consiguió un empleo como mucama en un hotel para
fotografiar los objetos de los huéspedes. Y luego, hizo una exposición de las
fotografías, cuidando que por su señas
no se identificara al dueño.
Otra vez, al encontrar una agenda con teléfonos en la calle,
se dedicó a reconstruir el retrato del dueño a partir de los testimonios de
quienes figuraban en la agenda. Sophie Calle disponía de una página en el
diario Liberation para relatar estos retratos hasta que el dueño de la agenda
se identificó a sí mismo y la amenazó con un juicio. El juicio no se llevó a
cabo y Liberation le ofreció una página al hombre quien se vengó consiguiendo y
publicando fotografías non sanctas de Sophie Calle quien anteriormente se había
desempeñado como strippear.
También la artista fue personaje de la novela Leviatán de
Paul Auster. Al reconocerse en la novela, Sophie Calle le pidió a Auster que
escribiera un argumento para seguir en su vida en New York. A Auster le pareció peligroso y escribió
cosas sencillas y tranquilas para que Sophie las interpretara.
Así, entre relatos y fotografías fue pasando el tiempo de la
conferencia hasta que llegó el momento de hablar de Dolor exquisito, obra teatral basada en una historia de amor y en su final cuando Calle se enteró por teléfono en Japón.
Los motivos que llevaron a Sophie Calle a iniciar todo este
proceso artístico quedaron velados. Ante mi pregunta, la artista respondió que
ella se fue de París, era militante política y al volver se sentía perdida. Eso
sería motivo para otra conferencia, respondió.
La artista participó con dos obras en la Bienal de Venecia. Mientras
iba mostrando imágenes de sus obras, alguien del público le hizo notar que
había participado con dos obras y Calle asintió. Me he olvidado la otra obra,
dijo. No traje imágenes para mostrar. Se trata de la filmación de los últimos
minutos de la muerte de mi madre, dijo.
El motivo de instalar cámaras en el lecho de su madre
moribunda, fue la respuesta de ésta, cuando se enteró que la artista
participaría de la Bienal
de Venecia y ella no estaría ahí. Las dos llamadas: el aviso para participar en
la Bienal y la
llamada de la madre de Sophie Calle para avisarle que tenía sólo tres meses de
vida, se superponían. Sophie Calle decidió que su madre estaría de alguna
manera presente en esa Bienal.
La experiencia de esta conferencia es conmovedora. Sophie
Calle es alguien que sublima el dolor en el arte. Así también nos puede conmover una obra de teatro, un
film o la lectura de un libro.
En cuanto a la idea de un solo Arte, liberados del Arte y de la Idea
en desarrollo y en consecuencia si aceptamos que hay pintores que pintan cuadros como nadie
del mismo modo que hay camareros capaces de servir con mayor gracia y eficacia
que otros, eso sería tema para otro artículo.
Más sobre Sophie Calle:
Sophie
Calle en Buenos Aires
© Araceli Otamendi-2008
Bibliografía:
Félix de Azúa, Diccionario de las Artes, Editorial Planeta
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