ARMSTRONG
Gracefully, with steady hand,
He takes the dagger that lays before him.
Collects his thoughts for the last time,
And plunges the dirge from left to right.
No sign of pain on his face,
With the final cut withdraws the blade.
Loyal companion by his side,
Lifts the sword to help him die.
Lightning flash, one swift blow,
Honor is done, warrior head rolls.
Eric (A.K.) Knutson
FLOTSAM AND YETSAM
The
blind prophet shall breath fire
For telling dreams of past
And visions of your death
He lies shackled in the mire
And beckons to your cries
Dreaming of your death
L. Rutledge, W. Dane
Sanctuary
Pa’ Joy, quién posee la curiosidad de saber quién está atrás de mí.
I
Las
tragedias, dentro de lo carnavalesco, siempre inician cuando uno menos lo
espera: el golpe nos despierta y nos hacer ver que tan vulnerables podemos ser
en medio de lo incomprensible del mundo mágico en que vivimos. Hoy podría iniciar contando la historia como
el abuelo me contaba sus interminables aventuras de princesas, guerreros,
hechiceras y dragones. Narraciones heredadas en mi familia desde tiempos
míticos: siempre engrandeciendo el bien sobre el mal. Sin embargo hoy no será así. Hoy te mostraré que tan complejo puede ser el
mundo en que vivimos. ¡Pero no te
angusties, déjame contarte esta bella historia, aunque, tal vez, al final
sientas que tan frágiles somos cuando nuestro destino está en manos de los
dioses!... ¡Espera,
no te vayas! ¡Déjame contarte está historia de amor! Ya sé, eres
predecible hijo mío, sé qué me vas a
preguntar si terminará en algo trágico lo que mantengo en silencio. ¡Por
supuesto! Nuestro pueblo está construido
de tragedias que han ayudado a consolidar, y de vez en cuando, a destruir lo que hemos erigido en tiempos
míticos. ¡Claro!.. Te conozco y tendrás
razón: toda fábula es la misma tragedia imitada burdamente por el Hombre. Sin embargo, siempre nos deja una lección que
muchas veces no entendemos y volvemos a repetir los mismos errores. Pero dejaré
que mi imaginación se pierda en la frontera de lo inimaginable y te contaré
esta bella historia.
Podría
iniciar, érase una vez en algún lugar del tiempo de un reino ya olvidado, la
historia de un joven caballero de la Corte Real del Vahalla, su nombre Armstrong. Hijo adoptivo de Mark St. John y su joven
esposa Athala. Desde niño fue conducido
al palacio de los guerreros de la Corte Real.
Allí fue instruido en el arte de la guerra por los mejores guerreros
<<quién iba a pensar que su destino
estaba escrito>>: la inmortalidad fue otorgada desde tiempos míticos.
Creció y sus hazañas fueron conocidas en los lugares lejanos del reino: lugares
remotos, entre valles cubiertos de ríos antiguos y pastos crecientes por el llanto de las batallas: el semi-dios
montado en su corcel negro cabalgaba por el valle de El Dorado. Quienes lo admirábamos veíamos como su
armadura de plata se adhería a sus brazos inquebrantables que impedían que
traspasase el enemigo la inmortalidad.
Mi
encuentro con Armstrong fue en los tiempos que mi padre todavía dominaba la
parte del Horizonte Perdido: donde
desaparece el sol y comienza la oscuridad.
Aquella ocasión, nosotros habíamos llegado días antes a los festejos de
la caída del Imperio Celta por las fuerzas del rey Midnight. Atrapados por una ventisca que incomodaba el
andar de nuestros caballos, logramos llegar antes del anochecer. Fuimos hospedados en las habitaciones que
comunicaban directamente al salón principal.
Desde nuestros aposentos sentíamos la multitud que preparaba la
festividad. El día de la llegada de
Armstrong, me encontraba descansando en mi habitación. Mi padre tocó a mi
puerta y me pidió que lo acompañase a la entrada del castillo, estaríamos
recibiendo, al lado del rey, a los
soldados que regresaban de una travesía. En el trayecto escuchábamos voces
eufóricas que murmuraban la ejecución de
uno de sus grandes guerreros. Me vestí y
salí de la habitación. Escuché en el
pasillo a los sirvientes mencionar que a cinco leguas de distancia del reino
venían cabalgando los soldados. Me
apresuro y desciendo por las escaleras que conducen a la entrada principal del
castillo. Veo a mi padre sonreír. Se encontraba
esperándome con su escudero. Me toma del
hombro y nos acercamos. Miro a mí
alrededor. Observo al guardia de la torre principal avisando la llegada de los
soldados. Bajo la mirada y veo como se va abriendo la puerta de la Fortaleza: las cadenas
van deslizándose hasta dejar descansar la puerta sobre tierras prohibidas para los
bárbaros. El rey Midnight se encuentra a unos pasos de sus soldados. Los
observa orgullosamente. Voltea a ver a
los asistentes y su voz traspasa el silencio:
-
Mi vida está en manos de mis soldados.
Tal vez algún día sea vulnerable: ¡Es ahí donde me veré como un espejo
que con un golpe tajante se pueda romper en pedazos… aún no llega ese tiempo!
Camina hacia ellos. Ante él se encuentra
montado en su corcel negro Armstrong. Lo
vemos separarse de la armadura que cubre su rostro marcado por el llanto de las
antiguas batallas. Para nosotros ya era
rostro familiar. Lo habíamos visto combatir contra el ejército Celta. Cabalgaba con fuerza y desenvainaba la espada
dejándola caer como un destello en el cuerpo del enemigo. Ante él todo se veía tan frágil, tan vulnerable: en cada batalla sudaba rencor que
escurría en su cuerpo cuando algún reflejo del enemigo alcanza a traspasar la
inmortalidad de su armadura <e le notaba el cansancio de la larga
travesía>>. Desmonta del
caballo: hace una ligera reverencia a su majestad. Deja el escudo y su espada en el suelo. La voz resuena entre las paredes que sirven
de fortaleza:
-
Cabalgamos toda la noche, intentado encontrar el camino que nos permitiera
llegar a la Ciudad
Prohibida. Guerreros
antiguos han cruzado el Horizonte Perdido por donde desaparece
el sol: mundo protegido por los dioses de la oscuridad. ¡Hemos llegado hasta el horizonte y hemos
encontrado en medio de un valle la Ciudad Prohibida!
Hemos cumplido la orden: el destino de Crimson Red está en sus manos,
majestad.
El
rey se acerca y con una leve sonrisa agradece su lealtad. Acaricia el caballo y pregunta por Crimson
Red. Armstrong voltea hacia sus
soldados. Pide que pasen a enfrente al
prisionero. Los escuderos abren
camino. Rompen fila y en medio del pequeño ejército se alza la
sobra de Crimson Red montando en su caballo y atado de manos. Toma las riendas uno de los guardias y lo
conduce ante el rey. Los ojos del
prisionero se pierden entre lo asistentes. Su majestad arremete contra su
insolencia:
-
¿Por qué me has dado la espalda?
Pertenecías a las fuerzas invencibles de mi reino. Cabalgaste junto a Armstrong hacia reinos
conquistables y juntos hicieron caer la legión romana y a lo bárbaros del valle de El Dorado. ¡Al desterrarte y
aliarte a las fuerzas bárbaras, Dejaste el sello que te protegía para mancillar
mi nombre…!
Pide
el rey que le acerquen una copa de vino.
El silencio detiene lo inevitable.
Absorbe el líquido de aquel recipiente.
Entrega la copa y noto en su rostro el destino de su soldado: el ritual
se cumplirá. Pide a Crimson Red que
hable. Las palabras del soldado por fin
callan la incertidumbre:
-
Me pides que te repita lo que nuestro viejo profeta ha anticipado. Ahora puedo decir que los rostros que ocultan
la antigüedad del espejo del tiempo se me adhieren a mi imagen cansada como
destellos que golpean mi orgullo ausente, escondido bajo los sueños en las
tranquilas noches de mi ocaso.
El
rey permanece callado. Dentro del grupo que acompañábamos a su majestad sale
una figura frágil que camina cansadamente hacia donde se encuentra. Se acerca el viejo profeta y escucha a su
soberano decir:
-
En mis soldados depósito mi fuerza y en ti mi sabiduría. Te he permitido vivir
en el valle de El Dorado. En aquel lugar
encuentras devenir y respuestas a lo que
me acontece. Los dioses no se equivocan y te permiten llegar por el camino y
presagiar nuestro destino. ¿Respondedle
a vuestro prisionero?
El
anciano se acerca ante Crimson Red y sus palabras se impregnan en los
asistentes como ecos del devenir de
algo:
-
¡Los dioses me han anticipado el destino de tu caída! En mis manos y en este antiguo libro sagrado
he anticipo lo inevitable. Tu vida está
escrita desde la antigüedad: no puedo cambiar el curso de lo escrito
sagradamente. ¡Mis sabias palabras no
pueden evitar lo que te acontece!
Entrega
a su majestad el antiguo libro
sagrado. Se arrodilla ante él y se le
escucha sollozar las finales palabras:
- Al sentir con mis manos el inevitable
devenir: hojas que se esconden por siglos, cuyo significado nos lleva a
anticipar ese algo que invade vuestra tranquilidad. El presagio se impregnó y se sigue
impregnando en mi piel, en mis ojos.
Descubrieron mi angustia: he soñado el destino de Crimson Red. He soñado su muerte. La muerte de tu soldado y la caída de vuestro
reino.
La
multitud se estremeció. El rey ordena
inmediatamente que se lleven a Crimson Red.
Armstrong encaja la armadura en el costado de su corcel. Con el
antebrazo derriba al prisionero: cae al
suelo callando la intranquilidad de su reino. Observé como los guardias levantan a Crimson
Red y antes de conducirlo a su celda deja su epitafio en la memoria de la
gente:
- Dentro de esta burda existencia se entreteje
un abismo, pero a pesar de que no es visible, siempre está ahí esperando salir
y mostrarnos que tan frágil puede ser uno.
Lo
arrastran hacia el calabozo. Vemos como la sombra de su soldado desaparece ante
el asombro del pueblo. El rey había
olvidado nuestra presencia. Invita a su
séquito y a nosotros pasar al salón principal e iniciar las celebraciones. Ve a mi padre y le dice: ¡mañana será ejecutado! Lo toma del hombro y lo conduce a donde
se encuentra Armstrong. Al llegar ante
él señalan el cuerpo del anciano quien
se encuentra aun sollozando de rodillas y le escucho ordenar:
-
¡Sus ojos serán sellados con brazas de fuego…!
Armstrong
le pide a dos de sus escuderos que lo levanten y se lo lleven: allí sentí que
sellaron el destino de su reino. El rey
me pide que me reúna con ellos. Entramos
al lugar y olvidamos la sombra de Crimson Red y del anciano. Durante toda la noche estuvimos celebrando el
éxito de la travesía de sus guerreros a la Ciudad Prohibida. Entre bufones y bailes traídos de los lugares
exóticos que jamás se hayan
conocido, amenizaron lo que el
rey llamó: La caída del destino de los bárbaros. El vino y el arpa hizo
perdernos en el tiempo. Sin embargo, en
mi había algo que no me permitía estar tranquilo. Me acerco a uno de los balcones del
salón. Llega el escudero de mi padre y
me pregunta mi estado de ánimo. Le
contesto que no se preocupe que me encuentro bien. Me informa que mañana al
amanecer partiremos a nuestras tierras.
Por un momento veo la luna que se convierte en una luz tenue que ilumina
el reino, dándole un momento de respiro y tranquilidad a la tormenta que se
levantará en cualquier momento. Volteo
hacia el interior del salón. Veo al rey
que me invita a incorporarme a su celebración.
Se que mañana partiré al amanecer.
II
¿Me preguntas quién fue Crimson Red?
El provenía de una región de fieles guerreros de las inmediaciones del
Horizonte Perdido y el reino de Midnight.
Al igual que Armstrong, fue llevado desde joven al castillo por su
padre. Aquel noble hombre quería que fuese preparado por los mejores
caballeros. Y así fue. Creció y cuando
los años le permitieron sostener el emblema del reino fue ordenado como
caballero de la Corte
Real. Durante sus
inicios estuvo bajo la sombra de Armstrong, quién veía como un inmortal. A pesar que sus vidas cabalgaban en el mismo
camino, nunca olvidaba que en cualquier
momento terminarían su historia bajo el reflejo de la espada del enemigo.
Si piensas que sus vidas de ambos estaban
construidas y trazadas de la misma manera, estarías
equivocado. Crimson Red poseía un secreto. Se había enamorado de una
joven aldeana en los tiempos que le tocó luchar en la frontera del Horizonte
Perdido. Enamorarse a ambos no les fue difícil. Ambos necesitaban afecto que
les permitiera soportar aquel tiempo inhóspito. Sus almas se estrecharon para
detener la soledad. De aquella relación
nació Shanna. Las veía poco, ya que en
aquellos antiguos años, Crimson Red pertenecía a la elite del ejército del
reino que impedía que estuviese permanentemente en un lugar.
¿Cómo inicia su tragedia? Su vida
parecía haber encontrado la tranquilidad. Aquella tarde cuando regresaba como
mensajero de la frontera del Valle del Dorado, su caballo se detuvo cegado por
un destello. Se baja. Lo acaricia para tranquilizarlo. Ve a su alrededor. Se encuentra entre en el
estrecho río y árboles erguidos por los imperdonables siglos del tiempo. Escucha el sonido del agua. Toma las riendas y lleva su caballo río abajo. Lo suelta para que tomé un poco de agua. Prosigue a pie por el pequeño sendero. Nunca
supo como se perdió. Simplemente se
encontró ahí, alrededor de la cabaña del
viejo profeta. Sintió que su destino estaría
predestinado: algo revelador le ocurriría.
El llamado al Valle del Dorado lo
acercaba a su caída: era el tiempo de Crimson Red. Escucha una voz que le llama. Voltea y ve al
anciano quien le extiende la mano:
- Deja a un lado la espada. ¿Vienes del reino
de vuestra majestad Midnight? Te he visto cabalgar con los caballeros de la Corte Real. He sabido de ti por medio del libro sagrado y de las antiguas historia que
fluyen en boca de la gente… ¡No temas!
¡No puedes escapar del designio de los dioses! ¡Tiempos antiguos marcaron tu destino! ¡En tus ojos hay un misterio que se refleja
como un destello del tiempo! Cuando te
ordenaron y te entregaron la espada labrada con símbolos antiguos, marcaste el
sendero que ibas a trazar. En el va incrustado el sello de los inmortales. En
este día el tiempo nos detiene en este bosque para aceptar el
devenir. ¿Te preguntas hacia donde va el
tuyo? De niño ya llevabas esa
incertidumbre: ¡contra el destino eres vulnerable, frágil…!
El
profeta hace una pausa. Camina hacia
Crimson Red. El caballero se
inclina. El profeta lo toma del hombro y
continúa:
- Todos se marchan con la
seguridad de haber encontrado lo que no se puede descubrir en lo más profundo
de uno mismo. Nadie puede anticipar cuál será su derrota. Yo fui enviado para entrelazar y aliviar sus
temores en su corazón. En el libro sagrado las hojas nos permiten soñar la
realidad que nos acompaña: esa realidad que tú conquistas con vuestra espada y
la sangre del enemigo. ¡He tenido en mis
manos y en mis sueños la visión de tu destino: vi la visión de tu muerte…!
¡Acéptala! Cuando llegué contén el
llanto y sólo piensa que estás soñando y
que cabalgaras por el valle de la muerte en compañía de los dioses hacia la
oscuridad.
El anciano lo ayuda a levantarse. Crimson
Red toma su espada y su escudo.
Desaparece por el sendero hasta encontrar la otra orilla del río. Ve su corcel. Se monta y cabalga toda la noche. El presagio iluminaba su mente en una noche
oscura. Llegaría al castillo con la
seguridad que su tiempo estaba esperándolo en algún lugar de esas fronteras.
¿Sobre que orilla frágil estaba su destino? Es difícil contestarte. Esa noche llegó ante su majestad. Aquel
ordenó que Crimson Red fuese enviado a las limitaciones del Valle del Dorado. El joven guerrero acepto, no sin antes pedir
que se le concediese marcharse por unos días a la aldea donde vivía su mujer y
su pequeña hija. Le concedieron tal
petición. Cabalgo hacia la aldea. Cruzó mil leguas. Los aldeanos lo vieron dirigirse por sus chozas hasta reunirse con ellas. Murmuraban que al quitarse la armadura que cubría su
rostro, su sudor se perdía en las lágrimas que su corazón dejaba por sus
mejillas. Desmontó y abrazó a su
hija. El señor feudal de la aldea,
eufórico por su llegada, lo invitó a sentarse alrededor de la fogata que esa
noche se encendía dándole la bienvenida al inició de la cosecha del año. Todo
aquello fue júbilo: su devenir se perdió
aquella noche entre sonrisas de su hija y la alegría de los aldeanos que
lo adoraban como un semi-dios: un inmortal al servicio de Midnight.
Días después partió hacia El Valle del Dorado. Pasó el otoño e invierno enclaustrado en una
pequeña comarca destrozando a grupos de bárbaros que intentaban tomar las
fronteras a su cuidado. Crecían los rumores de que un numeroso grupo
proveniente del mediterráneo, colindante a la frontera del Horizonte
Perdido, intentaban conquistar esa parte
la región. Los esperaba impaciente. El mal tiempo dio una pequeña tregua. Llegaba
la última nevada del año. Eso le
permitiría dejar el Valle de El Dorado y entrevistarse ante su majestad. Al parecer cabalgo solo en medio de una
ventisca. El peso de su armadura hacia
la travesía más difícil. Pese a ello,
logró llegar a la otra parte del reino. En
la inmediatez del Castillo encontró al grupo de Armstrong que se dirigía hacia
una de las fronteras. Los aldeanos aseguran que ambos guerreros no se
dirigieron ninguna palabra: tarde o temprano se verían en el Valle de El
Dorado.
¿Por qué fue sentenciado? Después de la tragedia, se supo que no quiso
regresar al lugar que tenía que resguardar.
Pidió a su majestad que lo enviase a la región de la segunda frontera: a
las inmediaciones del Horizonte Perdido y la Aldea donde habitaba su mujer y su niña. El rey
Midnight le reprochó su insolencia de solicitar el lugar a resguardar:
qué no olvidase que antes que todo estaba la familia del rey y el cuidado de
sus tierras. Algunos sirvientes murmuraron que Crimson Red se mantuvo
callado. Sólo dio la media vuelta y no
escucho más las palabras de su majestad. Salió del salón principal en medio del
silencio de los asistentes. El rey
ordeno que lo dejasen ir. Más
tarde llamó a un mensajero que avisase a Armstrong
que regresase con sus soldados al castillo.
La demás historia sólo son rumores. Crimson Red regreso a la aldea. Al término del invierno inicio la invasión de los bárbaros a las inmediaciones del
reino. Durante las primeras incursiones de los soldados extranjeros, Crimson
Red había salido con algunos aldeanos a cazar. A su regreso vieron la aldea
destruida. No se supo nada del destino
de su hija y de su mujer: lo demás está velado entre misterio y el humo de las
chozas que ardían aquella noche.
III
¿Me preguntas cuál es el castigo al
traidor? Aquella ocasión antes de irnos a dormir a nuestros aposentos, el rey
Midnight nos pidió que nos acercásemos al balcón que daba al patio principal
del castillo. Vimos en medio de la
muchedumbre a Crimson Red montado en su corcel y atado de manos. El ritual estaba presente ante nosotros: antes de partir al destierro será azotado:
lo despojaran de su armadura y le será entregado su caballo y la espada. Cabalgara varias leguas hacia el horizonte
perdido, del otro lado del bosque, hasta llegar al valle de El Dorado. Esperara la llegada de Armstrong. La batalla se dará entre ellos. Si Crimson Red logra vencer, tal vez se le concederá el destierro: así está
trazado la caída.
El destino siguió su curso. Su majestad ordenó que iniciase el
ritual. Lo bajaron del caballo. La oscuridad no nos permitía ver como estaba
siendo azotado. Cuando fue acercado hacia
las candelas del balcón, vimos la sangre que escurría por su cuerpo. Se acerca uno de los escuderos y ciñe en su
funda la espada al prisionero. Lo ayudan
a montarse a su caballo. Desatan sus manos y golpean un costado del
caballo. Lo vemos como se pierde por
aquella puerta del castillo, saliendo antes de la caída de la noche.
El final de Crimson Red fue
comunicada por unos de los vasallos de Armstrong. Murmuró que el condenado llegó al amanecer al
valle de El Dorado. Lo vieron desde la
colina desmontar. Volteo hacia donde sale el sol. Se quedó contemplando la llegada del elegido.
Permaneció inerte por unos instantes.
Escucho el sonido de los caballos que se acercaban. Desvainó la espada: una sombra de niebla
empezaba a cubrir el valle. Dentro de
esa oscuridad iba surgiendo la figura de
Armstrong. Aquel detiene su
marcha. Crimson Red lo ve de frente. Se
inca y en el momento de colocar su espada frente a su rostro pronuncia el final
de su existencia:
- Cuando los dioses nos dan la
espalda, somos como los minotauros: encerrados en un laberinto de
falsedades. Mi destino está escrito. La
inmortalidad se pierde en un segundo arrancada por la espada en donde se
reflejan vuestros ojos. He ahí que cuando vemos rostros conocidos, nos alegra
verlos. Ver a esa persona que dará el tajo final de
nuestra existencia da cierta tranquilidad.
El nombre aquí si importa: ¡nos volveremos a encontrar!
Crimson Red aprieta con fuerza su espada: izquierda a derecha la desliza por
los aires y la entierra profundamente en su vientre. Su cuerpo se dobla hacia enfrente. La sangre brota. Armstrong desmonta y camina hacia el cuerpo
de Crimson Red. Desvaina su espada. Se
cumplirá el ritual, de izquierda a derecha con fuerza rompe la espada el aire:
en ella se refleja la luz en un golpe tajante.
El ritual se ha cumplido: la cabeza del guerrero rueda por el
suelo. El honor se ha dado.
Armstrong enfunda su
espada. Monta su corcel negro. La sangre escurre por un costado del
caballo. La sentencia de Crimson Red se
cumplió. ¿Cuál fue posteriormente el destino del reino de Midnight? Estaba escrita la caída con la muerte de Crimson Red. Tiempo después se acercaron por las dos
fronteras los bárbaros provenientes del mediterráneo. Después de un periodo
extenso conquistaron el reino de Midnight.
Armstrong fue tomado prisionero y sirvió para las fuerzas extranjeras.
Aunque algunos creen que en la batalla final decidió no pelear: permaneció
inerte, inmóvil, mientras sus soldados cabalgaban con fuerza hacia donde se encontraba
el enemigo. Ya no supimos nada de él.
Permanece su inmortalidad en la sombra de cada uno de nosotros. Ahora
ya es tiempo de que vayas a dormir.
( c) Manuel Coronado Ruiz
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