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Brujilina y Sordámbula
En lo profundo del Bosque de los Suspiros, estaba ubicada la aldea de
Brujilina, la más joven de las brujas de ese lugar. Amaba el canto y el baile,
tanto así, que todas las tardes se dirigía a practicar su danza, acompañada por el canto
de los pájaros.
Una tarde, en que se encontraba absorta bailando, apareció la bruja
Sordámbula, quien odiaba todo lo que fuera alegre, ya que a ella, le era
imposible oír música por su sordera de nacimiento y además sufría de insomnio,
lo que le producía un terrible mal humor.
La brujita, no se dio cuenta de su llegada y cuando lo notó, ya fue
tarde, pues Sordámbula la había hechizado, convirtiéndola en una pequeña
ardilla sin cola.
Brujilina un poco confundida por el hechizo, sólo atinó a esconderse en
la copa de un inmenso árbol y fue allí cuando se dio cuenta de su nuevo estado.
La maléfica bruja, riéndose estrepitosamente, se fue a su horrible
cueva maloliente, a tratar de dormir contando cucarachas y pensando en sus
próximas maldades.
Al llegar la noche, la pequeña bruja continuaba sin entender qué le
había sucedido, cuando una joven ardilla se le acercó y comenzó a olerla de
pies a cabeza, o mejor dicho de cola a rabo. Luego, la guió hasta su casa en el
árbol y la invitó con unas ricas nueces, que esta vez, le parecieron un manjar delicioso.
Al despertar por la mañana, se dirigió a su casa, pero al acercarse,
escuchó a su mamá, la bruja Frasquete y a su papá, el gran brujo del Sombrero
de Tres Picos, llorar y lamentarse por la desaparición de su tan querida hija, quien
siempre alegraba la aldea y el bosque con su bello canto. Todos la extrañaban y
recordaban su hermosa voz y sus divertidos bailes. Ella, no podía hacer nada para consolarlos,
por lo que decidió volver al bosque para tratar de encontrar una solución a su
problema.
Varias ardillas la ayudaron, contándole lo que la bruja Sordámbula
había hecho, pero la pobre Brujilina no dejaba de llorar ni de pelar nueces.
Al día siguiente, las ardillas reunieron a los demás animales, quienes
decidieron ayudarle. Irían a la cueva de la horrible Bruja y le exigirían que
deshaga el hechizo.
Las ardillas, los pájaros, los osos, los alces y muchos otros animales
emprendieron la marcha, mientras Brujilina aún dormía.Llegaron cansados pero
comprometidos con ayudar a su nueva amiga. Encontraron a Sordámbula bostezando,
preparándose murciélago en escabeche para su desayuno, ni lerdos ni perezosos,
entraron a la cueva rápidamente y antes que la bruja pudiera darse cuenta, ya
los alces con sus cuernos la tenían contra la pared, mientras los osos le
exigían que deshaga su brujería y el resto de los animales, que casi no cabían
en la mugrosa cueva, saltaban alrededor tirándolo todo. Sordámbula no oía ni
una palabra de lo que decían pero le bastó con ver las caras furiosas que
tenían, para decir unas palabras ininteligibles y deshacer lo hecho.
Una de las ardillas más viejas entendió que todo había terminado y
animó al grupo para que la soltasen y volviesen con Brujilina. Al llegar,
vieron a la simpática brujita bailando y cantando nuevamente.
Todos estaban felices, habían
logrado lo que se propusieron y la acompañaron hasta su casa donde sus padres la
recibieron entre risas y llantos.
Sordámbula tuvo que mudarse con todos sus cachivaches a otra cueva del
bosque, pero no dejó de hacer sus maldades.
(c) María Delia Minor
Sobre la autora: María Delia Minor vive en Burzaco, pcia de Buenos Aires, hace 27
años que es docente , ha trabajado en Educación Primaria.
Actualmente se desempeña como profesora de Lengua en Educ Secundaria
Básica, en la ESB
22 de Adrogué.
Los estudios que ha cursado son Maestra Normal
Superior, Reconversión Docente en el Àrea de Lengua en la Universidad Nacional
del Sur de Bahía Blanca, donde cursó varias materias de la Licenciatura en Letras
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imagen: Mural - crédito de la fotografía: Araceli Otamendi
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