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Estás aquí:  Inicio >>  Cuentos, poemas, relatos >>  St. Andrew Hall - Manuel Coronado Ruiz
 
St. Andrew Hall - Manuel Coronado Ruiz
 

Desde México.

"...Se levanta del sillón. Deja a un lado el recuerdo de Leslie. Enciende otro cigarro, y no va a dormir, la audición será en unas horas. Se asoma por la ventana, aun está oscuro. El fuego que dejó el viejo negro se va consumiendo. Por fin entiende lo que le quiso decir aquella ocasión Leslie. El Color de la noche que él escogió no era el de ella. Los colores son los rostros, la música, los edificios, las calles solas y el frío que acompaña su regresó del trabajo. .."
St. Andrew Hall



Take away my pain

Let the cold inside

It´s time to let it rain

there´s nothing left to hide.

Take away my pain

I´m not frightened anymore.

I´m learning to survive

without you in my life

till you come and knocking at my door.

Dream Theater



En memoria de Criss Oliva, Randy Rhoads,

Diamebag Darrell –Pantera-, Layne Thomas Staley Alice in Chain-, Shannon Hoon, Dave Pritcher, Andrés Segovia, Narciso Yepes, Steve Clark, Ray Gillen and John Bonham.



A mis hijas Allison y Sabina




Detrás de la cerca de arbustos que rodeaba una de las partes laterales de la fuente, observó Chris al hombre que se hallaba bebiendo. Lo veía tomar su botella y darles sorbos de lo que intentaba escapar. O al menos era la explicación que él pudiese darse. Esa noche no quería entender lo que se hallaba a su alrededor. Había entrado en una apatía al devenir de cada individuo: le era indiferente verlos por la noche dormitando en alguna esquina o callejón desolado del Downtown y quedarse tirados hasta que alguien los levantase. Era absurdo terminar de esa manera la vida. Pero Chris entendía que el rumbo que escogimos algunos seres nos lleva en un momento a perdernos y quienes no logran hallarse terminan por caer en lo incomprensible. Se detiene. Prende un cigarrillo y toma su estuche. Continúa caminando. Enfrente, en la otra banqueta se encuentra el pequeño parque del City College: deshabitado de recuerdos a esta hora. Tenía quince minutos de haber salido de su trabajo. Laboraba como guitarrista en el Bar: Beacano. Aquella ocasión había terminado la última parte del show a las 3:10 de la mañana. Tardó, por lo menos, una hora en salir del bar: dejaban los instrumentos e intentaban persuadir a los clientes para que abandonasen el lugar. Esa era su rutina. Todas las noches caminaba a pie hacia la 7 avenue. Tendría que cruzar tres cuadras más para llegar al Hotel donde vivía. Se ubicaba en un lugar céntrico: en una pequeña plazuela de la 4 avenue.

Sigue caminando. A lo lejos ve la figura del anciano: se cubría del frío con aquel tambo que llenaba de papeles y cartón. Era conocido por la gente del rumbo como el viejo Andrew. En el día pedía algún dime o core a los trasuntes. Ya en la tarde se le veía escombrar los contendores de basura de los establecimientos cercanos. Cuando anochecía se sentaba en algunas de las bancas de la pequeña plazuela. Así pasaba las horas: se cubría del frío con alguna botella de Whisky barato, y cuando la helada caía encendía su fogata. Siempre que pasaba Chris la silueta del negro murmuraba: “And here I´m again. The door close behind me, and the road goes on and on… Forever. Still idle hands clutch the empty page with the passion of a desesperate prayer. Still a voice whisper it will wind”. Chris siempre le dejaba alguna cajetilla de cigarros. El negro con una sonrisa le agradecía: ¡God Bless you!.

Chris cruza la plazuela hasta llegar a la entrada del viejo hotel. Voltea a ver al anciano: entiende que ya no tiene otra oportunidad. Musita una pequeña melodía mal recordada de Blind Melon: "I can't tell you how many ways that I've sat, And view my life today, but I can tell you. I don't think that I can find easier way. So if I see you walking hand in hand in hand. With a three armed man, you know I'll understand. But you should have been in my shoes yesterday.". Saluda al encargado y se dirige al segundo piso. Llega a su habitación, enciende la lámpara. Deja el estuche de su guitarra en la cama. Se asoma por las persianas y ve como el viejo negro se va caminando hasta desaparecer en la oscuridad. A esta hora se dirige a dormir en algún rincón de las puertas de St. Andrew Hall: capilla que se encuentra en el Centro de la ciudad y que es el refugio de los homeless. Es extraño, Dios les cerró las puertas y ellos lo saben: ya no se hablan, se perdió la fe en algún lugar. El viejo anciano y sus amigos se cubren del frío solamente. Al amanecer recogerán sus cosas y continuaran sobreviviendo. Las puertas estarán abiertas, pero no para ellos.

Se sienta en el sillón. Saca otro cigarrillo y piensa en Dios, en el viejo negro y en el Bar. Y lo único que lo rescata de esa monotonía es su música y el recuerdo de Leslie: La conoció en uno de los bares de San Clemente. Era la vocalista del grupo local que tocaban todos los fines de semana. Habían estado juntos por un año. Ella vivía obsesionada por él. Había encontrado la estabilidad emocional con Chris. Compartían todo. Él la admiraba por la fortaleza y sensibilidad hacia lo que ella hacia. Comprendía que su vida de ella no había sido sencilla: vivió su niñez en casa de adopción y en la adolescencia comenzó a interesarse por la música. Estuvo intentando consolidarse con grupos de la localidad y ser un músico consolidado, sin embargo, término trabajando en bares.

Conoció a Chris una noche que fue a un festival callejero al Este de los Ángeles. El estaba tocando con un grupo de Blues. Aquel día estaban haciendo un homenaje a Steve Ray Vauhn. La deslumbró a tocar “Lenny”: cómo era posible que sus pequeñas manos pudiesen tocar de esa manera. Ahí comenzó su historia, ambos decidieron estar juntos. Las cosas no fueron sencillas, ya que Chris tuvo que cambiar de residencia. Le fue difícil encontrar trabajo, pero lograron esa estabilidad emocional y económica que cada pareja busca. De vez en cuando hacían algún Jam juntos. Eso permitía entrelazar sus tendencias musicales. Había algo que llamaba la atención y permitía que gente de otro condado viniesen a escucharlos tocar: Les encantaba el homenaje acústico que hacían ambos a Pat Benatar.

Vivieron su tiempo. Sin embargo, los sueños rompen la rutina: aquella tarde cuando recibió una llamada telefónica donde le hacían la invitación para audicionar para un importante grupo de Rock. Su tiempo había llegado. Lo habían visto tocar una de esas veladas con Leslie. Tal vez había algo diferente a lo que estaban escuchando, tal vez ese sonido, las escalas los solos o los tonos le abrieron la puerta. Una llamada abrió su tiempo para él. Cuando colgó Chris, Leslie sabía que ahí todo terminaría. Tomó las llaves de su carro y salió molesta: lo dejó en medio de un silencio, no habló con él. Más tarde, Chris fue verla tocar en el bar que estaba laborando. Estaban tocando The Color of the night de Lauren Cristhy. Lo vio entrar. Sus miradas se cruzaron. El se sentó en la barra. En la voz sintió que estaba resentida. Al final de la melodía centro su mirada en los ojos de él y penetró con el último fragmento lo que no le podía decir:“…'Cause all I want is just once. Forever and again. I'm waiting for you, I'm standing in the light. But you hide behind: The color of the night. Please come out from the color of the night…” Aquella vez sólo le deseo suerte, no habló más. Sólo le pidió que se marchara de su casa. Al siguiente día dejo a Leslie y el Condado de San Clemente para dirigirse a los Ángeles.

Se levanta del sillón. Deja a un lado el recuerdo de Leslie. Enciende otro cigarro, y no va a dormir, la audición será en unas horas. Se asoma por la ventana, aún está oscuro. El fuego que dejó el viejo negro se va consumiendo. Por fin entiende lo que le quiso decir aquella ocasión Leslie. El Color de la noche que él escogió no era el de ella. Los colores son los rostros, la música, los edificios, las calles solas y el frío que acompaña su regresó del trabajo. Son colores que algunos matices cambian, pero otro se mantienen penetrantes en el alma de cada uno de nosotros. Son colores que en la noche se acercan y se alejan de Dios porque buscan su esencia en la oscuridad del alma, en los rincones de nuestro entorno: de nosotros mismos. El decidió buscar los suyos.

Saca la guitarra del estuche y comienza a tocar algunas escalas disminuidas. Esperara hasta las 9:00 de la mañana. Su audición está a cinco cuadras de donde se hospeda. Caminará antes a St. Andrew Hall. Tal vez, ya no esté el viejo negro. Entrara y se sentará en las bancas de en medio. El recinto es oscuro, así que le preemitirá tranquilizarse y concentrarse antes de salir rumbo al estudio donde fue citado. Se levantara de la banca como todas las tardes que sale al bar. Al salir seguirá pensando en el viejo y su derrota ante la vida. Pensará en Dios y la orfandad que ofrece a algunas almas. Recordará en los colores de la noche: notas, rostros, aromas, cosas que lo acompañan en su interminable rutina. Pero sobre todo, no se desapegará de la sombra de Leslie, quién lo sigue acompañando en su interminable búsqueda de ese algo que está en su música. Él sabe que hay veces que el individuo no comprende lo que siente por aquella persona que está o estuvo a su lado. No pueden hallar lo que es amar. Sólo lo viven, lo disfrutan y lo extrañan o en el mejor de los casos, se pierden en él y continúan con aquella persona que los abraza de la soledad. Tal vez regrese y toque a su puerta de nueva cuenta de Leslie o tal vez no. Seguirá su camino e intente abrir otras puertas.

Guarda su guitarra en su estuche. Toma su chamarra y abandona la habitación. Baja hasta la recepción y le entrega su llave a la recepcionista, quien aun está dormida. Salé del lugar y cruza la plazuela hasta llegar a la avenida principal. Comienza a llover. En está época del año llueve en cualquier momento. La gente comienza a dirigirse a sus trabajos. Algunos se dan prisa e intentan refugiarse de la llovizna. Llegará hasta St. Andrew Hall y se sentará a descansar por un momento.

(c) Manuel Coronado Ruiz

Sobre el autor: Manuel Coronado Ruiz (México, 1969) obtuvo su licenciatura en Lengua y Literatura española en la Universidad  de Guanajuato
con la tesis: La estética Revueltiana: su proceso dialéctico. Se desempeñó como productor y guionista del programa de radio: Cuentos Hispanoamericanos emitido por Radio Universidad de Guanajuato. Y también coordina talleres literarios. Se desempeñó como docente en el Conalep: Plantel Matehuala y como coordinador del Museo de las Culturas del mismo municipio. En los últimos años ha sido invitado por El Instituto Estatal de la Cultura del Estado de Guanajuato y la Secretaria de Cultura del Estado de San Luis Potosí para impartir Talleres de Creación Literaria y Producción de radio. Actualmente prepara una novela inédita tentativamente titulada: Watching your Fall.
   

 
 
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