(París) Guillermo Bravo
Una mujer con una medallita roja en la frente y una mirada exótica atiende el supermercado, sirve con la celeridad de una diosa india, correspondiente a su proliferación de brazos. Afuera hay un carro de supermercado que sirve de mostrador y de asador: un joven delgado hace un pequeño fuego de cartones donde cocina choclos que vende a 1 euro cada uno. Esta ahí todo el día, mirando hacia todos lados: Por miedo a que venga la prefectura a pedirle papeles.
Un turista desprevenido no podría adivinar que está en... París. ¡A treinta minutos de la Torre Eiffel! Es el Norte, el barrio de La Chapelle, lo que podría ser Constitución para Buenos Aires... Barrio de inmigrantes de los países más lejanos, a treinta minutos de la Torre Eiffel, la India, África, Sudamérica...
La paleta de colores del mercado abarca todos los sueños. El aire se llena de olores y músicas tan lejanas que nos obligan al viaje. El visitante extranjero al barrio de La Chapelle se disputa entre la alegría de descubrir tantas cosas exóticas y la tristeza de pensar que la mayoría de los que están allí preferirían estar en sus países, si no fueran una larga fuente de desesperanza.
Las mercancías se contaminan de la ilegalidad de los habitantes del barrio: Los relojes Casio no son Casio, las zapatillas Nike no son Nike, y valen 15 euros, no 150. En cada rostro hay un viaje: el que atravesaron hasta llegar al barrio. Viaje de esperanza, o viaje de huida, pero viaje lo suficientemente largo para separarse de lo que los ha sostenido hasta el momento. Y para acortar las distancias, los inmigrantes se afanan, acaso sin saberlo, en transformar el rinconcito que les ha tocado en una parte de su país. Y así una esquina parisina deja de serlo, para pasar a ser refugio hindú, y a cien metros tenemos una plaza africana. Las distancias se acumulan. El barrio podría llamarse melancolía y desesperanza, pero muchas veces se llama alegría, como lo dicen los bailes en las veredas, y tantas sonrisas.
La Chapelle es una muestra del nuevo mundo, de la nueva sociedad a la que los expertos llaman 80/20: El veinte por ciento de la población mundial (concentrado en Europa y Estados Unidos) utiliza el veinte por ciento de los recursos, mientras que el ochenta restante debe contentarse con el veinte por ciento que le queda. Por lógica, el ochenta se vuelca sobre el veinte.
Todo sistema tiene fallas y acaso al infierno que puede representar una inmigración forzosa se le aflojan algunos tornillos, algunos calderos bajan sus temperaturas, y es entonces cuando la risa y la música es posible en La Chapelle.
(c) Guillermo Bravo
sobre el autor:
Guillermo Bravo nació en Córdoba, Argentina, en 1982. Estudió literatura en la Universidad nacional de Córdoba. Desde el año 2000 ha publicado en diversas antologías y en el año 2006 publicó No Le Cuentes A Nadie, en Editorial del Bulevard. En la Antología "Cuentos Tailandeses" 2007, participó como traductor, compilador y prologuista. |
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