Levitación del aire
Cuando el crepúsculo se baña en los cristales
Es extraño sentirse sexy en los aviones
Ver las despedidas a lo lejos
Y esperar la noche sin estrellas
Nada en el mundo me es ajeno
Cuando la tarde se baña en mis pupilas
Y los pájaros dicen ¡mientes!
Porque tu nombre no eres tú
Ni las cosas son el nombre de las cosas
No dormiré esta noche
No sepultaré mi voz en la penumbra
No seré un pequeño eco
Ni una burbuja de humo en la ceniza
Nada en el mundo me es ajeno
En el instante en que el nombre
Más exacto de las cosas
No eres tú
Levitación de la lengua
Porque en nombre de tus labios
Dios habló aquella noche
Mi corazón no se lamenta
Porque el ojo del relámpago
También sufrió al enterrar sus llagas
No morirá mi vocación de estrellas
Porque en Babilonia
Extraviamos a nuestra Madre
Por las calles del mundo
Encontré al predicador
Lo vi dar de comer a las palomas
Pintar lienzos en el rostro de la tarde
Y sentir su pulso en el latido de mi voz
Pero su ira grande era y mi ayuno inmenso
Cuando lanzó su profecía:
Envainarás tu espada en medio de los hombres
Tu lengua se hará paloma
Y estremecerá los aires
Y surcará los vientos
Y todo aquel que oídos tenga
Escuche…
Levitación de los deseos
¡Qué poco sospechábamos
Del aliento y los fluidos misteriosos
Bajo la piel ardiente!
Si me hubieran dicho
Que bajo tu apariencia
Guardabas un volcán
Jamás hubiera hipnotizada
Remado hacia tu hoguera
¡Qué maravilla la expiración
De ese volcán!
Y tú y yo sentados en la barca
Atravesando las aguas rojas
Y el torbellino azul de los deseos
Sin pájaros ni madreselvas
A Benjamín Amaya
Pasaré por tu calle como por tu cuerpo
Con un poema desnudo de toda enciclopedia
Quien soy yo para nombrar tu claridad
En un amanecer que se sonroja
Boca de mirlo con sed y sin abrigo
Para ti no tengo coartada, ni gloria, ni infinito
No tengo amaneceres, ni pájaros, ni madreselvas
No tengo avestruces en cuyo vientre acurrucarte
Para ti no hay espinas, ni aduanas, ni soldados
No hay sombras, ni famas, ni gorriones
No hay púas, ni codornices en el estómago del día
Para ti sólo tengo mi vocación de gaviota triste
Mi vuelo
Y voluntad de arena
Tiempo mío
A Ramón López Velarde
La vida dura
Las estaciones se suceden
Una tras otra
Casi hipnótica
Duración del instante
En que anduve
Sonámbula
Buscando a los astros
Su fuego ardiente
Y el crepitar del pájaro
Que muere en sí mismo
Sin encontrarse
Y comprender
Que cada huella
De la corteza del árbol
Necesito 33 días
Para nombrarte
Para verte girar
Perlas de luz
De llama y agua
Los hombres
Las yeguas
La ondulación de los segundos
¡Viento que me ves nacer!
Me esfumaré en el rompecabezas
Que soy
Que vivo
Tiempo que verás mi fin
En el centro de tu ondulación
Respiro
(c) Leticia Luna
Sobre la autora:
Leticia Luna (México, 1965). Poeta, ensayista y editora. En 1999 publicó los libros de poesía "Hora lunar" y "Desde el oasis", y en 2003, la primera edición de "El amante y la espiga". Ha realizado las antologías "Mujeres poetas en el país de las nubes" (2000) y en coautoría con Maricruz Patiño y Aurora Marya Saavedra (+), la Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes), publicada en 2004, que reúne poesía femenina de ocho siglos y veinte países del ámbito hispanoamericano. Obras suyas han sido compiladas en las antologías: 76 poetas en Generación (2001), En el rigor del vaso que la aclara, el agua toma forma. Homenaje de poetas jóvenes a Gorostiza (2002), Las flores de la dicha. Antología de la poesía alegre (2003), Eco de voces. Generación poética de los sesenta (2004) y Memoria del x Encuentro de Poesía de Bogotá, Colombia (2004), entre otras. Ha publicado en diarios y revistas de diversos países latinoamericanos. Dirige la editorial La Cuadrilla de la Langosta y pertenece al Consejo de colaboradores de la revista "Alforja" de Poesía
|