PARA ELLAS
Ellas
que en un breve gemido
reciben y dan vida
silenciosas como la tierra
cuando quiebra su cáscara oscura
para dejar asomar lo nuevo.
Ellas
que pueden ver
en las profundidades de los océanos
más allá de los ojos
o en los intersticios del alma
hechiceras
magas
adivinas
presienten el amor, la tristeza o la muerte
con sólo mirarte
y si te tocan ¡ ay! si te tocan
descubren si es
fiebre o calentura
dolor o miedo
frío o placer
lo que te eriza la piel.
Ellas
que responden con su cuerpo
al lenguaje de la luna y las mareas
y les crece el vientre
y se les ensancha la cintura
y les brota miel de los pezones
como si nada.
Ellas
que duermen con un ojo
y escuchan las voces del silencio
que andan el surco o la calle
de igual modo
que pueden ser alondra de los campos
o palomas de la plaza de Mayo
remendonas de ausencias
hacedoras de luz
dueñas de la memoria y del perdón.
Ellas
que saben detener el segundero
desandando la memoria
y el tiempo celoso no se lo perdona
y les aja la piel
y les encana el pelo
y les quiebra la figura
intentando condenarlas al olvido.
Ellas
que no tienen
color, credo o lengua
que las diferencie.
Ellas
que tienen
el mismo olor, los mismos sueños, la misma sangre
todas.
(c) Adriana Nardone
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