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(Buenos Aires)Librusa/Archivos del Sur
"El lector serio debe desconfiarse de los críticos, sobre todo cuando éstos conocen al autor. A veces los críticos prefieren callar los defectos de una obra por miedo a las represalias; otras veces, los críticos exageran los elogios para estimular a los nuevos autores."
En una entrevista publicada en LIBRUSA, su director José Carvajal entrevistó al académico y crítico norteamericano Seymour Menton, quien hizo interesantes declaraciones respecto a la literatura latinoamericana y la crítica literaria en general. A continuación se transcriben algunos tramos de esa entrevista:
JC: ¿A qué cree que se debe ese fenómeno de sentirse uno tan atraído por algún texto que no fue escrito pensando ni siquiera en otra cultura que no fuera la propia?
SM: Francamente no creo que mi entusiasmo por la literatura latinoamericana sea un fenómeno tan extraño. Conozco bien la cultura latinoamericana tanto por mis lecturas como por mis frecuentes viajes y especialmente por mis estadías extensas en México, Guatemala, Costa Rica y Colombia. En ese sentido, puedo identificarme mucho más con esos países y sus habitantes que con los de Texas, Luisiana, Wyoming y Alabama.
JC: De modo que, tomando eso en cuenta, podemos decir que usted tiene una definición propia de la literatura hispanoamericana. ¿Cómo la define actualmente?
SM: Tiendo a desconfiarme de las definiciones. Lo que puedo decir es que pese a las barreras geográficas, los autores hispanoamericanos se conocen más cada día y sus obras se divulgan continentalmente. Al mismo tiempo, hay que reconocer que los autores hispanoamericanos, vivan donde quiera, también están muy informados sobre la producción literaria en Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo.
JC: Y del fenómeno del famoso Boom, ¿qué aprendieron del Boom los no latinoamericanos?
SM: Me parece que uno de los aspectos más importantes del Boom fue el respeto cultural que consiguió la América Latina en todas partes del mundo. Antes del Boom, hasta los autores más destacados como Horacio Quiroga, Mariano Azuela, Rómulo Gallegos, Miguel Angel Asturias y otros no se conocían en los círculos literarios del resto del mundo. En cambio, a partir del Boom, las nuevas obras de los autores más importantes suelen reseñarse, con toda razón, en la primera plana de los suplementos culturales más importantes de Nueva York, Londres, París, Berlín, Madrid y Roma. Además, varios autores internacionales han declarado públicamente haberse inspirado en obras de Borges, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Vargas Llosa y otros. No cabe duda de que en materia de novela, la segunda mitad del siglo veinte pertenece a la América Latina.
JC: Hay una afirmación suya en el prólogo a su libro Caminata por la narrativa latinoamericana (recién publicado el Fondo de Cultura Económica) que me asaltó la duda periodística por tratarse de una cifra. Usted dice que el crítico serio debe hacer “el mayor intento de alcanzar el 94.6 por ciento de objetividad". Mi pregunta curiosa, que espero no le resulte impertinente, es ¿de dónde sale la cifra de 94.6 por ciento... cómo logra usted esa precisión numérica?
SM: Mire, José, fue una broma. Por una parte, estoy remedando el truco de García Márquez en Cien años de soledad de precisar la hora y la fecha de cierto suceso: el lunes 4 de abril a las 10:20 de la mañana llegó el primer tren a Macondo (más o menos). Por otra parte, estoy parodiando el anuncio comercial del jabón Ivory: que tenía un 99.44 por ciento de pureza.
JC: En ese mismo prólogo usted dice que las camarillas literarias pueden contribuir mucho éxito o al ninguneo de un libro. ¿Podría darnos un ejemplo, contarnos alguna anécdota que haya terminado en el éxito o el ninguneo de alguna obra en particular?
SM: Dos ejemplos muy distintos, nada más. En 1957, el Fondo de Cultura Económica publicó Una manera de morir del novelista guatemalteco Mario Monteforte Toledo, que el mismo autor me había dicho que le iba a doler a José Revueltas y a otros marxistas. Se trata de una crítica de cualquier dogmatismo y se establece un paralelismo entre el Partido Comunista y la Iglesia Católica. La novela no fue comentada ni en México ni en ninguna parte y lo más triste del caso es que el mismo autor contribuyó al ninguneo de su novela, no haciendo ningún esfuerzo de promoverla porque en ese momento se encontraba exiliado en México y para sobrevivir escribía una columna en la revista Siempre! y había conseguido un nombramiento en la UNAM como investigador en ciencias sociales. En ninguno de los dos empleos le convenía pregonar su crítica del Partido Comunista.
El otro ejemplo desmiente a aquellos teóricos que atribuyen el éxito de cualquier obra a los medios de comunicación. Por ejemplo, suelen atribuir el éxito de las novelas del Boom a las grandes promociones realizadas en la revista Mundo Nuevo por Emir Rodríguez Monegal. Aunque Rodríguez Monegal contribuyó indudablemente a la divulgación internacional de ciertas obras, insisto que el éxito de cada obra se debía más a su calidad intrínseca. Mientras Rodríguez Monegal ponderaba acertadamente el gran valor de muchas novelas que llegaron a consagrarse, por mucho que ponderara el gran valor de Siberia Blues de Néstor Sánchez, la mayoría de los otros críticos y los lectores en general no compartimos su juicio.
JC: Eso quiere decir que las camarillas literarias existen realmente, como una forma de crear lo que algunos llaman el reflejo condicionado y de esa manera tener cierta influencia en el mercado. Pero ¿cómo podría saber el lector cuando un crítico serio está hablando por camarillas literarias o por convicción de que la obra tiene algún valor?
SM: El lector serio debe desconfiarse de los críticos, sobre todo cuando éstos conocen al autor. A veces los críticos prefieren callar los defectos de una obra por miedo a las represalias; otras veces, los críticos exageran los elogios para estimular a los nuevos autores. O sea que los motivos personales pueden predominar más que los motivos políticos. El lector serio debe tratar de llegar a su propio juicio de valor teniendo en cuenta una variedad de juicios, a veces contradictorios, emitidos por distintos críticos. Aunque los críticos extranjeros tampoco estamos exentos de predisposiciones personales y políticas, creo que podemos analizar y enjuiciar con mayor grado de objetividad por no tener que convivir con los autores.
JC: Le hice la pregunta anterior porque usted pertenece a ese renglón de crítico serio, algo demostrado por toda su trayectoria como gran estudioso de la literatura latinoamericana, desde que apareció en 1964 la ya clásica antología El cuento hispanoamericano, un texto que todo mundo conoce como la Antología de Seymour Menton, y que se ha hecho imprescindible en los cursos de literatura al nivel universitario, por lo menos en Estados Unidos. Si volviera a rearmar esa antología ¿qué autores nuevos incluiría?
SM: Una pregunta muy difícil. Leí tantos cuentos antes de hacer la selección final para la primera edición de la antología y he repetido el proceso cada vez que he preparado otra edición que tendría que repetir el proceso todavía otra vez para contestar a su pregunta. Lo que sí puedo decirle es que en general sigo estando satisfecho de la selección original. Lo único que me gustaría hacer es publicar una antología paralela titulada Cuentos comparados, que constaría de una colección de cuentos semejantes en tema y en estilo a los cuentos más sobresalientes de la antología original. Esos cuentos comparados los publicaría sin comentario y con la única recomendación al lector de comparar sus aciertos y sus defectos con los de los cuentos de la antología original. Como anticipo de la nueva antología, en mi nuevo libro, Caminata por la narrativa latinoamericana, incluyo tres estudios comparados, dos de ellos con pares de cuentos del mismo autor: "A la deriva" y "El hombre muerto" de Horacio Quiroga; y "Un sueño realizado" y "Jacob y el otro" de Juan Carlos Onetti. El tercer estudio comparado versa sobre "El guardagujas" de Juan José Arreola y los cuentos parecidos de Julio Cortázar, Alvaro Mutis, Cristina Peri Rossi y Charles Dickens.
(c) José Carvajal
La entrevista completa se publicó en el portal de LIBRUSA: http://www.librusa.com
y el autor autorizó su publicación en Archivos del Sur. |
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