Papá Pepe, mi Papito,
tus ojos siguen
cubriendo mi vida de dulzura.
Papito, mi Pepe, mi querido
Señor de Señores, mi papito.
Cuánto anhelo soñar que tú me hablas
sentir alguna vez que me acompañas
nuevamente.
Que caminas de mi brazo tan solemne
y que siembras de ternura cada paso.
Subir ligera escaleras de la casa
abrazar tu cabecita y adorarte.
Escuchar tu reflexión plena de luz
saborear el tono cual decías
"mi chinita" a mamá.
Hay una mecedora veneciana
sentada a la luz de la ventana
allí estabas a las siete y a las ocho
cada noche meciendo nuestros sueños
cantando tus canciones de gatitos
de aquella señora cabeza de lana
y el niño que llora por una manzana.
Mecías el sueño de Gelo y de Jorge
el sueño de Ñaña y el de tu Trish:
así me decías cuando me decías
a veces tu Bebe, tu Niña o tu Tish.
Papito, mi Pepe, mi lindo sambito
¿acaso no sabes que mami te adora,
recuerda tus ojos y tu corazón?
Papito, mi Pepe, cuánto me haces falta!
No más estarás esperándome allí
en tu perezosa con una revista
con un chocolate para mi llegar.
Sabíamos papi, que siempre cuando era
ya la Navidad, había juguetes y luces, regalos,
estaba esa chispa que sabías dar.
Tenías a todos en tu gran bondad
alguna sorpresa, un toque de magia
había un mono tocando el tambor
dos lindas muñecas que hablan, caminan,
la muñeca novia y un triciclo grande
donde todos iban
a pasear al sol.
Pero hay un camino mi lindo papito
que me conduce donde estás tú
caminaremos mamita y los chicos
estaremos todos, todos, junto a ti.
Espéranos, papi, que ya llegaremos.
Recíbenos, papi, con un chocolate,
con el infinito, con toda tu luz.
MAMÁ
Y si me quieres tú reñir
hazlo, madre, sin reparar
porque eres, señora mía,
la reina de mi corazón.
Señora de los reinados
madre de la creación.
Porque sin ti nada habría
de lo que apunta mi carbón
pues eres en demasía
la causa de mi perdón.
Y si me quieres reír
hazlo sin alternar con el sollozo ni el día,
reina de mi ilusión,
porque eres tú sin reparos
madre de mi creación
esposa del que un día
quiso engendrar mi canción
aquel que cuando vivía
fue el más grande corazón.
Aquel mi padre que ahora
ya no puede abrazarte
pero que siempre te adora
siempre puede cuidarte
aquel que te ama y añora
al infinito llevarte,
señora mía y mi madre
madre del sol y del agua
que me diste ¡oh, adorada!
del cosmos el padre mejor.
Y quién podría impedirme
amaros con mis defectos
con mi barro y mis espectros;
quién podrá ya resentirme
si tengo entre dos canales
mi vuestro amor que viene y va?
Sólo un mal entre los males
puede en el dolor asirme
y es la muerte que un día va
al llevaros, a herirme.
Mas, mientras vivas, querida
alumbro mi hogar, mi mundo
soy llama entre los amigos
alegría de las horas
serena voz de las tardes
luz para quien me habla.
Pues en tu ser atesoras
todo lo noble y fecundo
que en mi propio ser anida
REGINA, luz de mi vida!!
(c) Beatriz Moreno de Rovegno
Sobre la autora:
Beatriz Moreno de Rovegno es una escritora peruana.
Obras: PALABRAS PARA hABLARLES, PREMIADA Y PUBLICADA A LOS 14 años.
CARTA AL HOMBRE NUEVO
Con tu Voz
Carta Urgente
todos ellos de poesía
Una mujer cuenta el cuento: narrativa, cuentos cortos
Carta de Paz , en quechua y castellano
Carta desde la Ausencia
Tambien escribe ensayos, generalmente para revistas, colaboraciones, etc. Ha publicado sus textos en diversas antologias.
Entre sus actividades se destacan:
Es fundadora del Consejo Americano Todas las Sangres cuyo presidente es Marcelo Moreyra, poeta argentino de Puerto Iguazú, Provincia de Misiones.
Es Presidenta Fundadora del Consejo Nacional Todas las Sangres, que nuclea a escritores y artistas de Perú y que realiza una vez al año el Encuentro Nacional e Internacional de Escritores.