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Estás aquí:  Inicio >>  Muestras/Arte >>  Empatía: un nuevo espacio de arte se inauguró en Buenos Aires
 
Empatía: un nuevo espacio de arte se inauguró en Buenos Aires
 

Con la dirección del Arq. Marcial Sarrías el nuevo espacio de arte se inauguró
con una muestra de la escultora María Juana Heras Velasco y curaduría de
María Teresa Constantin y Diana Wechsler

(Buenos Aires) Araceli Otamendi

 

Un nuevo espacio de arte  EMPATÍA ubicado sobre la calle Carlos Pellegrini  con vista a la Avenida 9 de Julio abrió sus puertas en el mes de Septiembre. El espacio se inauguró con un cocktail para la prensa.  La apuesta es establecer un ámbito informal para el conocimiento de las artes plásticas de la Argentina. Según lo manifestado por el director del espacio, Arq. Marcial Sarrías"se ha planteado: reponer, a través de acotadas exhibiciones antológicas o de una selección de producciones recientes, la imagen de artistas consagrados; presentar artistas jóvenes; preparar muestras colectivas a partir de una propuesta curatorial propia o  de curadores invitados. Por su parte, la galería estará destinada a estimular el coleccionismo y la comercialización de obras de arte.

 

 

“Un cuadro no vive sino por el que lo mira”. Esta afirmación de Pablo Picasso centrada en el lugar de la recepción de las obras, pasará a ser el leit motiv de nuestro espacio que buscará aportar a una intensa circulación de las obras, el pensamiento de los artistas y los problemas estéticos contemporáneos a través de sus exposiciones, charlas, encuentros y otras variadas maneras de presentación, que estimulen y favorezcan el acceso del público a las artes visuales.

 

 

Para llevar adelante este programa, EMPATÍA ha convocado a un grupo

de profesionales especializados dispuestos a diseñar propuestas de

exhibición

 

El espacio se inauguró con una muestra de la escultora María Juana Heras Velasco.

 

Sobre la obra de la artista:

 

 

 

"...Formas elementales. Superficies rectas unificadas o quebradas por una curva. Espacios virtuales abiertos hacia múltiples direcciones. Líneas dinámicas que  producen cortes y se diversifican hacia el infinito. Fajo de caños, rectas cuya fuerza penetra real o virtualmente el espacio. A veces, un plano o un grafismo de color refuerza la tensión del límite. Una mirada rápida limitaría la obra de María Juana Heras Velasco a las búsquedas y problemas de la escultura abstracta, a las posibilidades expresivas de formas y colores. Sin embargo, como señala la artista: la problemática no está en la figuración o no figuración sino en que la obra respire el momento, el tiempo, en que fue creada. 

 

Se trata entonces de una obra-signo, como sus transposeñas, ritmada por lo contemporáneo, por las urgencias de una época. Una obra en la que dominar una forma es expresión de un pensamiento no siempre explícito pero que vibra tenue y persistentemente y que más allá  de las preocupaciones formales da cuenta de una complejidad de ideas alimentadas por la poseía, la música y la ciencia.

 

Es en esa línea de pensamiento que es posible entender la referencia a la historia del arte – Homenaje a los revolucionarios de la primera hora-, los Homenajes al poeta Edgar Bayley y al pintor Alfredo Hlito – señalando indicios culturales de una época -, o la irrefrenable urgencia de la historia contemporánea de Réquiem para un ciudadano, realizada en 1976.

 

En ese sentido es posible pensar también el modo de trabajo de la artista del que dan cuenta los dibujos preparatorios que se exhiben en esta oportunidad. En ellos, la forma no emerge de la razón sino próxima al automatismo, aparece como grafismos, líneas en tensión, ritmos íntimos que serán abordados luego desde la precisión constructiva.

 

En el taller de la artista algunas imágenes actúan como faros, pistas que evocan su formación y genealogía en la que se inscriben sus preocupaciones: el afiche de una muestra de Lucio Fontana y la reproducción de obras de Emilio Pettoruti, sus maestros en la Academia Altamira. Es en el cruce de las búsquedas de estos artistas que Heras Velasco señala sus orígenes. Pero indicando que ambos vienen del cubismo, el movimiento que se internó en la anulación de la representación y, en ese camino, llegó también a socavar el volumen. A Pettoruti le debe el aprendizaje del color y en Fontana la artista reconoce a quién dio el gran salto: hablaba desordenadamente de cosas que para mi hoy cobran sentido: el problema del espacio. No con base científica pero sí como un gran intuitivo. La imagen de la tela tajeada de Fontana aparece así como rasgo fundante: abría para Heras Velasco la posibilidad de un espacio infinito, libre para ser intervenido, pero también como vacío humano. Ese vacío cuya huella, casi existencial, se inscribe también en el interior de los hombres.

 

 

 

Espacio y vacío aparecen así como preocupaciones centrales en la obra de la artista y se encuentran en la base de su necesidad de salir del volumen lleno y por lo tanto de la elección y utilización de materiales que le permitieran responder a esa problemática, el pasaje a la chapa se da por la necesidad de reducir la materia a un mínimo de expresión.  La misma preocupación que la condujo, en la actualidad, a emplear la chapa perforada. En sus obras, el vacío no es más límite de un volumen sino vacío activo en el cual el espacio no actúa como envoltorio de la escultura sino como cuerpo de la misma.

 

En el mismo sentido, materia y forma –antiguamente independientes- se responden permanentemente: la materia dicta la forma y la forma dicta materiales mínimos. Pero punzantes, hirientes y capaces de hendir con fuerza el espacio. Así la chapa actúa para materializar el espacio y para cortarlo y separarlo del resto. De la misma manera el hierro aletado, recurrente en sus obras, no es quizás el material más leve, pero tiene la potencia y la fuerza que exige la energía y fuerza que aparecen también como sello y premura de la obra de Heras Velasco.

 

Este tipo de preocupaciones serán abonadas más tarde con el conocimiento de la obra de los constructivistas rusos y los trabajos de Ernest Rutherford, el físico neozelandés que descubrió la cantidad de vacío al interior del átomo: la obra de unos y otros permanecieron en mi cabeza hasta hoy y afirmaron mi búsqueda y mi conciencia de que estoy modelando el espacio, señala la artista. Ciertas obras evidencian el uso del color para el tratamiento de la misma problemática. En las obras con color de los años 60 la chapa rodeará, insistente, al vacío. En Signo rojo o Signo amarillo de los años 80, subrayará el límite de un círculo, en un mínimo de superficie, que rodea, recorta y señala el espacio.

 

 

A diferencia de la ortodoxia de la llamada abstracción concreta - con quienes se la ha vinculado insistentemente-  que buscaba inaugurar un lenguaje nuevo, a partir de elementos propios del arte, para alejarse definitivamente de la naturaleza y la representación, la obra de Heras Velasco conserva una voluntad de vínculo espiritual con el hombre, como fijando un contenido emocional, una dimensión lírica. El atravesar los tajos de Fontana e ir más allá es en ella una conjunción con el espacio  infinito.

 

Una obra que da cuenta entonces de una trayectoria marcada por preocupaciones formales y espirituales, a la cual quizás haya que pensar como un recorrido que la condujo a concreciones físicas..."

 

 María Teresa Constantin, curadora.

 

 

María Juana Heras Velasco

 

 nació en la ciudad de Santa Fe, Argentina, expuso por primera vez en 1947 y

participó desde entonces en salones oficiales y de instituciones privadas, en el país y en el extranjero, así como también en exposiciones individuales y colectivas.

 

 

 

A partir de 1952 interviene en concursos obteniendo importantes distinciones

entre las que se destacan:

 

 

 

1982: Premio Konex
1983: Primer Premio en el Salón Nacional de Escultura “XV Congreso Anual”
 Museo Castagnino, Mar del Plata.
1984: Premio Tres Arroyos, “Academia Nacional de Bellas Artes” y Primer
Premio Fundación Fortabat
1992: Premio Konex
1997: Representa a la Argentina como invitada especial (fuera de concurso)
en el “Gran Premio de Honor” Fundación Urunday, Resistencia, Chaco.
1998: Premio a la Trayectoria Artística, Fondo Nacional de las Artes.
1999: Premio “Leonardo” a la trayectoria. Museo Nacional de Bellas Artes.
 Bs. As.
2005: Premio Juan María Gutiérrez
La exposición podrá ser visitada en Carlos Pellegrini 1255,
de lunes a viernes de 11 a 20 y sábados de 10.30 a 13.30.
 

 

(c) Araceli Otamendi

 
 
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