Maestro de guitarra
Se prolonga el alma por los dedos
que por el noble ébano transitan
y la virtud por el sonido ambula
melodías de notas exquisitas.
Seis querubes tus manos acarician
y por la boca vegetal de tu guitarra,
en loca perfección los pentagramas
navegando por el aire se deslizan.
El duende ancestral de la madera,
gozoso de estar en tu regazo,
anda jugueteando con las cuerdas,
desde el vals de Chopín hasta tu tango.
Y desde aquella “Catedral” de Barrios,
donde convive el delicado acorde
con el fragor de las locas semifusas;
el ángel de Gardel y de Piazzolla,
con sus alas de cristal vendrá volando
a traerte la Euterpe de las musas,
a quedarse por siempre entre tus manos.
(c)Norberto Pannone
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