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Estás aquí:  Inicio >>  Cuentos, poemas, relatos >>  Bitácora de Ulises por Carlos Alberto Villegas Uribe
 
Bitácora de Ulises por Carlos Alberto Villegas Uribe
 

En el parque,
los poetas de mi pueblo
envejecen a la sombra de los árboles;
como ellos, echan hojas inútiles
que un barrendero terco desaparece,
el pobre, ni siquiera imagina
que cuando todos se hayan ido para siempre,
las hojas seguirán, allí, susurrando tempestades.

BITÁCORA DE ULISES
 
 
 
                                                                                      
Con la complicidad de Elena
 
 
 
 
Carta de una amiga a manera de prólogo
 
Amigo Capeto:  Cada vez me gusta mas tu poesía.  Aunque parezca increíble y suene a más de lo mismo, siento la madurez del poeta.  No significo con ello, perfección literaria sino madurez del sentir, profundidad de expresión, fluidez,  escritura desde el vacío.  Me gustó el trabajo sobre todo por encontrarte en  cada rinconcito de las palabras, en cada grito milenario increpando a los dioses y a los mitos para comprenderte en este tu tiempo sin tiempo.  Me gustó tu sutil y erótico encanto para expresar el ritual del amor. Casi siempre las palabras no logran expresar el sentimiento, las emociones que despiertan los versos.  A pesar de ello intento tejer con estos hilos inciertos, el sentir pues es lo único de lo que se puede hablar y es lo que cantas en tu bitácora con el fino y sutil bordado de la metáfora y el epíteto.  Ese alguien misterioso que habita en el pasillo de tus venas, ese inquilino silencioso, ese misterioso habitante que te increpa como conciencia, es en realidad el mudo testigo de tu tránsito existencial.  Gracias a él yo puedo gozar de tus versos, gracias a él, tu vuelves a tu cause literario con el abatimiento y la vacuidad que nos deja deambular por el árido territorio del mundo formal que se define en las cuatro paredes de eso que llaman oficina.  Bienaventurado tu inquilino que te abre las puertas sagradas del misterio y la soledad, del dolor de los adioses, del asombro de los encuentros.  Yo le diría gracias por traerme de nuevo la presencia inmemorial, sus rostros afables y sus mascaras aterradoras.  Gracias por recordarme que somos ulises y penélopes abrazando la esperanza, por recordarme que un Polifemo nos habita,  que el cielo y el infierno son parte de nuestro caminar.
 
Me regocijo con este nuevo trabajo y también por saber que cuentas con cómplices como Elena que te acompañan a tejer y a destejer las fibras de tu oficio de poeta. 
 
Un abrazo.
 
Maria Cristina Ceballos Cano  
 
 
 
 
 
 
CONFESION DE HOMERO
 
Alguien me habita
como a un vetusto caserón sin límites.
 
Me recorre lentamente.
 
En los pasillos de mis venas
musita cábalas antiguas
y teje poemas y leyendas.
 
Sus anhelos de mar se asoman
a las gastadas ventanas de mis ojos.
 
Es el otro que a veces me supera
emerge por mis poros
me sigue presuroso
por los dédalos infinitos
de una ciudad sin destino
se ríe de mi triste condición de burócrata
sabe que al final de la jornada
tendremos los dos idéntica estatura.
 
 
 
 
EN EL CENTRO DE ÍTACA
 
En el parque,
los poetas de mi pueblo
envejecen a la sombra de los árboles;
como ellos, echan hojas inútiles
que un barrendero terco desaparece,
el pobre, ni siquiera imagina
que cuando todos se hayan ido para siempre,
las hojas seguirán, allí, susurrando tempestades.
 
 
 
 
TERNURA
(Antes de la despedida)
 
Mientras los noticieros van y vienen
con angustias de guerra
y tocan los centauros
el clarín de la partida,
yo tejo en tu espalda
un sembrado de besos
que florecerá mañana
en el telar del tiempo
con temblor de mariposas.
 
 
 
DE SUEÑOS Y MEDUSAS
 
Desde el fondo de la noche
una mariposa me mira
con sus ojos de gato.
 
 
 
 
                RECLAMO A CIRCE
 
Un rumor en mi oído
abrió mi senda a tu noche
 
En mi cuello una caricia
conjurada de besos
 
Mis estrellas apenas
parpadearon su asombro
mariposas de luz
en la red de tus deseos
 
En tu vórtice de fuego
sueñan mis sueños, tus sueños
 
¿Qué otros caminos me niegan
los placeres de tu cielo?
 
 
 
A LAS PUERTAS DE TROYA
 
Un trino de sol
acaricia el claroscuro del paisaje;
Amanece.
 
 
 
RITUAL
(Para Helena de Troya)
 
Una daga ancestral
repite, en tu jardín secreto
donde aún los pétalos conservan
memorias de rubores,
el rito milenario del placer y la estrella
 
Y despues del amor...
los poros prolongan la ternura
sin la ansiedad de la daga interpuesta.
 
 
 
(c) Carlos Alberto Villegas Uribe
 
 
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