El calzado tiene una historia que se remonta a miles de años en el tiempo y ha sido considerado desde los primeros estadios de su aparición objeto de prestigio.
Surgido de la necesidad de crear una protección para el pie durante los desplazamientos por territorios accidentados y con distintas condiciones climáticas, bien pronto a partir de las primeras culturas urbanas, los distintos tipos de calzado asumieron significados específicos, en cuanto representaban, según sus características, la posición del individuo en una determinada estructura social. Cuanto más elevado era el rango de una persona, más específicos eran los elementos distintivos relacionados con la forma, el material y el color. Por el contrario, quienes pertenecían a las clases menos pudientes iban descalzos.
Entre las grandes civilizaciones del pasado los griegos y los romanos se distinguieron en el desarrollo del arte del calzado, elaborando distintos tipos de zapatos según su funcionalidad y las diferentes actividades. Esta gran tradición artesanal entró en un período de receso durante las invasiones de los pueblos bárbaros.
A partir del año Mil, con el nacimiento de las ciudades y con ellas de las corporaciones, entre las diversas "Artes", también resurgió la industria del calzado, sobre todo para confeccionar modelos cada vez más refinados y elaborados
De la Edad Media en adelante el artesanado relacionado con la fabricación de calzado siempre fue tenido en gran consideración, tanto que asumió una notable importancia para la economía de muchos centros productivos en casi todas las naciones europeas.
Según el gusto de los tiempos se fueron elaborando numerosas variantes formales, algunas bastante bizarras e incómodas. Hacia el final del siglo XVI aparece por primera vez el taco, que modificó el modo de caminar de la gente, tanto hombres como mujeres. A partir del siglo XVII el taco se convierte en un elemento estable de los usos y costumbres de la época, influyendo sobre los usuarios y zapateros con sus innumerables formas...".
