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ARCHIVOS DEL SUR
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Reverencia al adiós por Alfredo Ariel Carrió de la Vandera |
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Desde Aldea Brasilera, Provincia de Entre Ríos, Argentina |
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Compadre :
no hay palabras de piedras en la clave de sol
ni en las contradicciones de los almácigos
No es conveniente animarse a decir adiós.
Ya hemos sumado las mordidas que envejecen
y merecemos descansar de los jadeos
urgentes.
En la sala de espera de la noche
Una tarde de lluvia dije buenos días.
Así uno nace al revés de los andrajos
y se apuesta una lucha,
y se hincha de luchas
todas llenas de lluvia, de noche,
de soledades en astucia en uay
que te comen hasta el despertar.
No defino el final del adiós,
Tengo un amigo en San Antonio,
una hija aún sin decapitar
y dos perras que le ladran al réquiem
para envejecer juntos.
Esta tardecita de enero
están buenos los pimientos de Calahorra
y el Este con su tormenta que amaga
una mirada de quizás.
Aún tengo viajes pendientes
a la caricatura de la rabia,
donde tomaré café
y algo más
con el verdugo de los tiempos perdidos.
La vida es zarandanga para que te toque aquel
y te lleve éste.
En la próxima risa soltaré tamboriles sin rutina
y me beberé toda el agua que dejaron los ahogados.
Los que partieron no de muerte natural.
Esas cicatrices que dejaron los compadres.
cuando se ponen corbata
y se peinan y depilan los adioses
y se olvidan que algún día juntos
amamos la revolución en alza.
Estoy vinculado con las palomas de los entretechos
para decir adiós a los que visitan el festín de
los dueños.
(c) Alfredo Ariel Carrió de la Vandera
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