 
(Buenos Aires) Araceli Otamendi
Entrevisté a Alejandro Vaccaro, autor de dos biografías de Jorge Luis Borges – Georgie y recientemente Borges en imágenes - y coleccionista, en su casa, en Buenos Aires. En la recepción, una escultura de la cabeza de Borges, en el living están colgadas varias pinturas de Norah Borges. En ese clima de recuerdos y alusiones al gran escritor argentino se realiza la entrevista.
¿Cómo empezó esta afición de coleccionista y biógrafo de Borges?
Siempre digo que soy un coleccionista involuntario, las circunstancias me llevaron a coleccionar porque yo era lector de Borges y en un momento me enteré que él no había querido reeditar tres libros escritos en la década del ´20: Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos, me pareció que esa decisión de Borges de no quererlos reeditar podía ocultar alguna clave y me propuse conseguirlos. Eran libros de difícil acceso, no estaban en cualquier lado. Así que empecé a transitar el mundo de las librerías de viejo, de las personas, coleccionistas que conocen del tema y logré conseguirlos. Detrás de esos libros vinieron otros más y un día miré mi biblioteca y me vi convertido en coleccionista.
¿Lo conoció a Borges personalmente?
No, no lo conocí personalmente, nunca hablé con él. Mi relación con Borges se remonta a las conferencias de Borges a las que asistí, lo veía pasar.
¿Qué comprende la colección de Borges además de libros?
La colección comprende fotografías, libros, la parte hablada, manuscritos. Todo lo que veo y me interesa de Borges lo compro, trato de conseguirlo.
Colecciono también literatura argentina del siglo pasado, es una colección bastante razonable de primeras ediciones de Bioy Casares, de Cortázar, de Silvina y de Victoria Ocampo, de Mallea, Martínez Estrada, Marechal, Macedonio Fernández, Girondo, Lugones.
¿Usted es un lector voraz?
Creo que es un error ser un lector voraz. Si uno es un lector voraz por leer durante muchas horas eso es bueno, pero esa voracidad a mí en la juventud me llevaba a leer cosas que hoy no leería o no debería haber leído. Hoy creo que soy un lector selectivo. Selecciono lo que leo, cuando leo un libro me enfrasco en él para aprovecharlo bien. Antes mis lecturas eran más superficiales.
¿Cuáles eran sus lecturas cuando usted se consideraba un lector voraz?
Yo en los años setenta era joven, nací en 1951. En ese momento leíamos a Cortázar, como ahora lo sigo leyendo con un gran amor y un gran cariño, leíamos lo que nos llegaba a las manos. Yo era estudiante universitario y compartía mis lecturas con mis amigos, con mis compañeros, con mi esposa de entonces que también era una gran lectora. Leíamos muchísimo. Teníamos un criterio para leer que ahora no sigo, por ejemplo nos gustaba un libro de un autor y después leíamos todos los libros de ese mismo autor. Pero hay autores que no se merecen que se lean todos sus libros, son autores de uno o dos libros. El caso de Borges es distinto porque es uno de los pocos escritores que soporta bien sus obras completas. Uno puede acceder a la literatura de Borges por cualquier lado y siempre se va a sentir satisfecho de lo que lee.
Usted escribió dos biografías de Borges, Georgie que comprende los primeros treinta años de la vida de Borges y la reciente biografía en imágenes de Borges, ¿cuál fue el criterio para hacer estas dos biografías?
Georgie es un proyecto que tenía hace quince años. El proyecto se concretó en una forma totalmente distinta de cómo lo pensé.
En principio mi idea era trabajar un par de años en esa biografía pero recién a los cinco años pude completar el primer tomo, los primeros treinta años de la vida de Borges. Es un libro de 500 páginas con una larga y exhaustiva investigación. Para escribirlo estuve en todas las ciudades en las que Borges vivió. Recorrí el mundo buscando documentación, busqué en archivos, encontré los colegios donde Borges había estudiado en Buenos Aires. El colegio primario, el colegio secundario que está ahora en la calle Ecuador, investigué también acerca de los compañeros de colegio y así logré dar con el epistolario más antiguo que se conoce de Borges. Así están las cartas a Roberto Godel, donde Borges desde Europa le cuenta a su amigo argentino vicisitudes de la vida cotidiana, los pormenores de la guerra, también de literatura, que es algo que está presente en la vida de Borges desde su más temprana juventud.
A los 14 o 15 años Borges habla con criterio, se anima a juzgar escritores, a aconsejar, esto no hace más que ratificar el carácter de ser literario de Borges.
Estos últimos nueve años he estado trabajando para terminar la biografía y editarla el año que viene.
¿Cómo va a ser esta nueva biografía?
Es la contracara de Borges, una biografía en imágenes. Este último es un libro hecho para las personas que pueden dedicar unas pocas horas de su vida a Borges, quieren saber quién era, qué libros escribió, datos de su vida, cuáles fueron sus grandes motivaciones. Esos datos que son esenciales en la vida de una persona. Y tiene una característica que son las imágenes, tiene 450 imágenes, hay documentos, fotografías y todos pertenecen a mi colección. Ahí hay puestos treinta años de trabajo de investigación. Siempre he trabajado con materiales de primera, no trabajo con fotocopias. Siempre veo el material original y si no, no hago comentarios. Eso certifica que lo que digo está basado en información fidedigna.
¿Qué es lo que más le llamó la atención al visitar los lugares donde Borges vivió?
Muchas cosas, primero estuve en Londres, en Staffordshire donde nacieron sus antepasados: su abuela Fanny Haslam, su bisabuelo Edward Young Haslam, conseguí toda la documentación necesaria. Fue una investigación bastante dificíl porque no es de fácil acceso encontrar documentación del siglo XIX, de personajes que no son conocidos o trascendentes. Después estuve en Ginebra, donde él vivió y murió, en 1986.
Fui al colegio Collége Calvin donde él estudió y tuve acceso a los documentos, notas, hice comparaciones con otros alumnos, con las notas del momento, logramos las fotografías de Borges con los compañeros. También fui a Mallorca donde Borges también vivió con su familia, en Madrid, en París, también en Lugano, donde Borges vivió ocho meses. Visité todos los lugares donde Borges vivió, visité hoteles, consulté archivos y además voy a todos los lugares donde hay documentación de Borges. He ido también a una universidad en Virginia, Estados Unidos que tiene una importante colección de manuscritos. Voy adonde sea necesario para conseguir la documentación necesaria para hacer un trabajo serio.
¿Tuvo encuentros con personas que estuvieron relacionadas con Borges?
Sí, he realizado entrevistas a muchas personas que estuvieron relacionadas con él, aquí, en la Argentina. Por ejemplo tuve una relación interesante con Norah, la hermana de Borges. Norah colaboró en este libro, hizo nueve dibujos. Con ella tengo cuarenta horas de conversación grabadas. Norah fue la compañera de la infancia, la que conocía cosas de Borges que nadie más podía saber. Ya había muerto la madre, Leonor Acevedo murió en 1975 y yo todavía no me dedicaba a esto. También dialogué con Estela Canto que fue un personaje importante en la vida de Borges, con Elsa Astete Millán que fue la primera esposa de Borges, con Bioy Casares, Alicia Jurado, María Esther Vázquez y con todas las personas posibles que lo conocieron.
Logré reunir unas doscientas cartas de la madre de Borges, algo que para mi es muy importante como biógrafo. Las cartas en mi opinión constituyen el documento más importante que hay para una biografía.
¿Por qué?
Están escritas en el momento en que suceden los hechos, uno relata lo que está pasando cuando las escribe, es decir que no sufren el desgaste del tiempo. Están escritas para la intimidad, están mandadas a personas amigas, conocidas, tienen cierto halo de confesión, el que escribe una carta no piensa que dentro de cincuenta años alguien la va a leer. Para mí las cartas son esenciales. He reunido también más de doscientas cartas de Borges.
A través de estas cartas de Leonor Acevedo me he enterado de muchas cosas porque ella habla mucho de su hijo.
¿A quién están dirigidas esas cartas?
La mayoría está dirigida a la misma persona: Estela Haedo de Amorim.
Era un familiar de Leonor, casada con el escritor uruguayo Enrique Amorim, están dirigidas a Las nubes, una quinta que tenía el matrimonio Amorim en la localidad de Salto, Uruguay donde a veces Borges pasaba alguna temporada.
¿En las cartas Leonor Acevedo ella hablaba permanentemente del hijo?
Yo digo que Borges tenía un matrimonio con su madre, excluida por supuesto cualquier connotación incestuosa. Yo creo que ellos vivían en una especie de matrimonio: en la misma casa, bajo la misma economía, se ayudaban mutuamente, la madre le compraba la ropa, lo asistía en todo, le preparaba la comida, viajaban juntos, se consultaban. Vivían como a veces se dan los matrimonios entre hermanos o entre amigos, hablo siempre excluyendo cualquier tipo de connotación incestuosa o rara.
Esa relación que Borges tenía con su madre estaría dada tal vez por la ceguera de él ...
Creo que trasciende a la ceguera, porque yo creo que se empieza a cristalizar a partir de la muerte del padre de Borges en 1938, cuando Norah ya se había casado. Entonces se empieza a dar esa relación simbiótica entre Borges y la madre, eso de consultarse.
Cuenta Estela Canto en Borges a contraluz, que ella salía con Borges y él, cada determinada cantidad de tiempo llamaba a la madre para avisarle lo que haría, era una actitud de las que se pueden tener con la esposa.
La madre de Borges se habría puesto muy mayor, eso podría influir...
Hay algo muy interesante, cuando Leonor Acevedo se da cuenta que le queda poca vida, aparece una mujer en la vida de Borges que es Elsa Astete, y la madre organiza el casamiento. Borges se mantuvo ajeno a ese casamiento, totalmente ajeno. No decidió absolutamente nada. Borges vivió casado con Elsa durante dos años y medio y después volvió con la madre, al departamento de la calle Maipú.
¿Cómo se conocieron Borges y Elsa Astete?
Borges conoció a Elsa en la década del ´20, en realidad conoció a las hermanas Astete. Una de ellas se casó con Néstor Ibarra, traductor de Borges al francés. Borges iba a la ciudad de La Plata donde vivían las hermanas Astete y la madre de ellas tenía una pensión donde se alojaban algunos escritores: Pedro Henríquez Ureña entre otros. Ahí Borges trató con Francisco López Merino y también la conoció a Elsa y se enamoró. Era uno de esos típicos amores no correspondidos de él, un día llamó por teléfono y preguntó por ella y la madre de Elsa le dijo: Elsa se casó.
Elsa después tuvo un hijo y enviudó. Se reencontró con Borges después de años pero en realidad Elsa Astete y Borges eran dos personas que no tenían nada que ver el uno con el otro.
¿Qué me puede contar de los primeros años de Borges?
Quisiera ratificar algo que me parece vital y que es esa característica de ser literario de Borges. A mi me sorprende leer algunos artículos escritos por él a los diecinueve, veinte años cuando habla de filosofía, es sorprendente. Me sorprende cuando lo comparo con jóvenes de hoy que están preparados. No sé si hoy un joven de veinte años es capaz de escribir un artículo como esos que escribió Borges a la misma edad.
Borges discutía sobre los filósofos, sobre Berkeley por ejemplo.
Yo creo que Borges fue el lector más importante de la historia de la humanidad.
El decía: Que otros se jacten de los libros que han escrito, yo me enorgullezco de los libros que he leído.
Creo que Borges está entre los mejores escritores de la literatura, alguien podrá decir hay otros primero, Shakespeare o Cervantes, acepto que haya opiniones distintas pero como lector Borges es algo extraordinario. Hay que considerar la cantidad de horas que dedicaba a leer. La lectura es directamente proporcional a la cantidad de horas que se lee. Si además esas horas son bien aprovechadas - y ahora vuelvo sobre lo que dije antes acerca de ser un lector voraz - eso se multiplica. Yo cuando analicé la década del ´30, Borges escribía para una revista que se llamaba El Hogar, él hacía una columna. A lo largo del año él comentaba entre 60 y 70 libros, escritos en inglés, francés, en alemán, dedicaba muchísimas horas a la lectura. En uno de los artículos comenta haberse sentado a leer la novela María de Jorge Isaacs a las tres menos diez de la tarde y haberlo terminado a las nueve y cuarto de la noche, es un libro de unas 300 páginas. Eso nos habla de una gran capacidad de concentración, para él la lectura era una cosa placentera. No leía libros que no le gustaban.
Él aconsejaba eso, no leer un libro que no nos guste...
El decía hablar de lectura obligatoria sería hablar de felicidad obligatoria.
¿Usted lee literatura argentina actual?
Muy poca.
¿Por qué motivo?
Primero que cuando busco algo no encuentro cosas que me satisfagan y además porque estoy muy ocupado leyendo otras cosas.
Si tuviera que leer Rojo y negro de Stendhal o un autor actual, elijo Rojo y negro y lo digo con todo respeto por los autores actuales.
Tal vez será por eso que decía Borges: no me lean a mí sino a los clásicos...
Sí, decía que había que leer libros que hayan cumplido cincuenta años. Hoy Borges ya es un clásico.
Le preguntaba si lee literatura actual por la cantidad de libros que se editan...
Si usted entra a una librería tiene los libros de autoayuda, eso no es literatura. Hay libros técnicos de todas las materias: computación, fotografía, técnicas de venta, marketing entre otras cosas. Uno empieza a recorrer y cuando llega a la mesa de literatura se encuentra con la mesa más chiquita, donde hay menos libros, donde está lo esencial. Me parece bien que estén todos esos libros porque la gente así se entretiene, pero no es lo que a mí me gusta.
Usted es también lector de Cortázar...
Leer a Borges tiene una ventaja, es una puerta de entrada a la literatura, porque uno lee un comentario que él hace sobre un libro y uno siente el entusiasmo por leer ese libro. En general, cuando he leído guiándome por un comentario de Borges no me he sentido defraudado, sobre todo literatura argentina. Diría que Cortázar después de Borges es mi escritor preferido. Esto no es un juicio de valor. Yo creo que entre Borges y Cortázar está la clave de la literatura argentina del siglo pasado. El que logre encontrar una veta entre ellos podrá generar algo. Son dos escritores distintos. Borges es un escritor reflexivo, hay que leerlo detenidamente, hay que volver para atrás. En ese sentido Borges es un escritor tramposo, porque dice cosas con una segunda o tercera intención. Nada está dicho porque sí. Cortázar es distinto, provoca emoción, cuando uno lee Liliana llorando uno siente deseos de llorar, cuando uno lee La autopista del sur, uno siente que está con el auto atascado y que no puede avanzar, cuando uno lee Casa tomada, uno siente que hay unos fantasmas que lo van empujando hacia la calle. Esto no se siente en Borges, Borges transmite reflexión, pensamiento, nos mete en otro mundo, en cuestiones filosóficas, matemáticas, metafísicas. Hoy se estudia a Borges en distintas ciencias.
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