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Estás aquí:  Inicio >>  Muestras/Arte >>  Muestra de Rogelio Polesello en el Centro Cultural Recoleta
 
Muestra de Rogelio Polesello en el Centro Cultural Recoleta
 

Se inauguró en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta una gran muestra de Rogelio Polesello.
Como celebración de sus cuarenta y siete años de trayectoria, Rogelio Polesello fue invitado a realizar una exposición en esa sala.La selección incluye tres o cuatro núcleos principales de obras: un conjunto de telas recientes de gran tamaño realizadas en 2003, cuyas formas abstractas geométricas blandas parecen responder a un tipo de descentramiento de una geometría alguna vez más rigurosa, otras relacionadas con los trabajos del gran mural de Ezeiza, de 2001, un conjunto de 1996, algunas de sus lentes de acrílico de 1966-1969, objetos pequeños del mismo material y un grupo de trabajos sobre papel de 1959.

 

 

 

(Buenos Aires) Clara González

 

En la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta se puede ver la muestra del artista plástico Rogelio Polesello.

 

En esta ocasión, el artista muestra una selección de obras que incluyen tres o cuatro núcleos principales: un conjunto de telas recientes de gran tamaño realizadas en 2003, 2004 y 2005, cuyas formas abstractas geométricas blandas parecen responder a un tipo de descentramiento de una geometría alguna vez más rigurosa; otras, relacionadas con los trabajos del gran mural de Ezeiza (2001); un conjunto de 1996; algunas de sus lentes de acrílico de 1966-1968; objetos pequeños del mismo material y un grupo de trabajos sobre papel de 1959.

 

El concepto rector ha sido el de unir la producción última con una selección de obras de su primera década productiva.

Su obras más reciente tiene una conexión tan cierta como renovada de dinámicos despliegues visuales proyectados, en apariencia, con y a través de sus lentes de los años 60.

En Polesello siempre hubo una exacerbación de la mirada y todo pasa inexorablemente por ella. Es así como él mismo ha sacado una conclusión acerca del concepto de esta exposición: “Es como si pasara por otros ojos todo lo que hice. ...”

 

Polesello nació en Buenos Aires en 1939. Su carrera comenzó con una exposición individual en Galería Peuser en 1959, se consagró internacionalmente, en 1961 en la Unión Panamericana de Washington y continuó exponiendo en Europa Occidental (Alemania, París, Bienal de 1963 y 1971) y América Latina.

 

La muestra podrá ser visitada de martes a viernes de 14 a 21 y sábados, domingos y feriados de 10 a 21.

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Mirando la luna

La obra del espíritu existe solamente en acto.

Paul Valéry

 

 

El espacio artístico limita el territorio de la angustia, aquietando la desbordante magnitud del tiempo. La pura presencia a la que quiere acceder el artista se observa en el intento de tratar de quitar la “historia” de la escena; conmovedora utopía que no cesa de motivar a Rogelio Polesello. Dice Merlau-Ponty que el fundamento de la verdad no se halla fuera del tiempo, está en la apertura de cada momento del conocimiento a los que hayan de reanudarles y cambiarles en su sentido. Detenerse con fervor en una obra no es intransigencia con esta afirmación del autor de La prosa del mundo, al contrario, es el ejemplo adecuado para referir la oposición en la que nos sitúa el arte con respecto a la verdad. El tiempo ha entrado en nuestras vidas con la primera percepción. La imagen concebida como recurrencia ilustra a la ilusión. El anclaje que nos permite apropiarnos del pasado vive y viaja en su inmaterialidad como recuerdo.

Así como Spinoza la lente Polesello pule su obra, en el proceso se le interpone la imagen transitoria y ésta le devuelve el presente: esa sensación plena de estar ahí, vivo en ese instante y entonces, como siempre lo hizo, gozoso lo recrea olvidado ya el agotador transcurrir. Reflejados, entramos en estas deformaciones guiados por Rogelio, y en el camino aprendemos la innominada trama del arte.

 

(c)Renato Rita   SXX

 

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Polesello y el privilegio óptico

 

La imagen de Polesello y la escritura de la historia

 

Rogelio Polesello cumple en 2005 cuarenta y siete años de trayectoria artística. Se trata de un artista cuya presencia en las redes sociales de información es más contundente que la de otros de sus colegas. Hay una imagen pública de él, que incluye su obra pero parece también ir más allá de ésta, al exceder los carriles habituales del establecimiento y la difusión de la creación de artistas visuales. Una prolífica producción pictórica en múltiples etapas, murales en los aeropuertos nacional e internacional de Buenos Aires, pinturas sobre autos, innumerables ambientaciones en edificios y oficinas, diseños de espejos, entre otras tantas contribuciones al diseño ambiental, la experiencia de Cuerpos pintados, para la publicación de las fotografías en libros; y una monumental labor enmarcada en un itinerario internacional, han hecho de este artista un personaje público, hasta mediático. Asimismo, en el ámbito ligado a lo académico, a las interpretaciones críticas que se han redactado a lo largo de su trayectoria en catálogos, monografías, artículos, relacionados con la historia y conformadores de la escritura de ésta, hay una ponderación abundante, realizada por casi todas las voces calificadas de distintas épocas por las que transitó.

Por sobre todo, alrededor de Polesello se ha configurado también un fenómeno especial: el de su autonomía. Mucho se ha escrito acerca del arte no figurativo geométrico, la abstracción, la abstracción sensible y el arte cinético; su obra se incluye en cada clasificación pero, asimismo, se lo ha percibido como una figura en apariencia independiente.

Otro aspecto a tener en cuenta es que el momento presente y la escritura de la historia reciente han modificado la perspectiva histórica general. Esta área fue conmovida por un fuerte viraje que comenzó en los años 90. Se hicieron numerosas relecturas, escrituras y reescrituras de la historia del arte de los últimos sesenta años, lo que se ha comprobado a través de publicaciones, trabajos monográficos, tesis de doctorado, etc.

El aspecto singular en torno de esas dos aproximaciones a Polesello –esa figura-ícono multimediática que se yergue célebre y la solidez de la narración de la historia que lo respalda– es que a menudo no parecen actuar como vasos comunicantes ni difundirse como próximas.

Al final de una observación detenida, paralela al extenso desarrollo de su obra y la profusa documentación que da cuenta de ella, se concluye que existe comunicación entre esos dos mundos, sólo que es obligatorio realizar el abordaje de su recorrido a través de una perspectiva ampliada y panorámica. Su trabajo no comenzó en la soledad del taller de artista, sino a los quince años en una agencia de publicidad, de manera paralela a las escuelas de bellas artes. Sus piezas talismánicas de acrílico siguieron la senda abierta del arte del objeto, pero crecieron también en tamaño para interceptar el paso de los transeúntes protagonistas de una década que fue bisagra en usos y costumbres de toda una sociedad: la del 60.

 

Esta exposición y el retorno al origen

 

Como celebración de sus cuarenta y siete años de trayectoria, Rogelio Polesello fue invitado a realizar una exposición en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. La selección incluye tres o cuatro núcleos principales de obras: un conjunto de telas recientes de gran tamaño realizadas en 2003, cuyas formas abstractas geométricas blandas parecen responder a un tipo de descentramiento de una geometría alguna vez más rigurosa, otras relacionadas con los trabajos del gran mural de Ezeiza, de 2001, un conjunto de 1996, algunas de sus lentes de acrílico de 1966-1969, objetos pequeños del mismo material y un grupo de trabajos sobre papel de 1959.

La restricción cromática, uno de los signos elocuentes de la muestra, aparenta haber sido proyectada ex profeso. Blanco y negro, traslúcido, y sólo algunas efusiones de color componen la breve escala.

El concepto rector ha sido el de unir la producción última con una selección de obras de su primera década productiva. El recorrido de la mirada llevará al espectador a circular entre las piezas de ese juego, donde ellas tomarán su verdadera dimensión, e inevitablemente conducirán a formular cotejos, establecer relaciones, paralelismos y oposiciones.

Con el mismo rigor formal necesario para la consecución de sus obras, Polesello ha diseñado su trayectoria en torno de una cuidada coherencia conceptual. Su producción más reciente tiene una conexión tan cierta como renovada de dinámicos despliegues visuales proyectados, en apariencia, con y a través de sus lentes de los años 60. Su mecanismo productivo posee una elaborada matriz que ha generado una enorme multiplicidad de imágenes a lo largo de tanto tiempo, así como estos últimos cuadros.

Una de las preguntas que surge del recorrido de esta exposición es si esa matriz original no son esas lentes que hubieran estado incorporadas desde siempre a la conciencia creativa del artista.

Las obras de 1959 son representativas de un año clave en los comienzos de su carrera, que prefiguró rasgos de una peculiaridad única entre sus pares.

En Polesello siempre hubo una exacerbación de la mirada, todo pasa inexorablemente por ella. Es así como él mismo ha sacado una conclusión acerca del concepto de esta exposición: Es como si pasara por otros ojos todo lo que hice.

 

Niño prodigio y la prefiguración de una carrera

 

Existe un aspecto que la distancia temporal mantiene alejado y que en el planteo de esta exposición, al unir el presente con las propuestas inaugurales de la primera década de trabajo del artista, resulta central: el de haber sido considerado como un “niño prodigio”. Con esa expresión subtitulaba Luis F. Noé uno de los apartados de su texto “Polesello encuentra a Polesello”, presentación del catálogo para la exposición individual en Galería Lirolay, agosto de 1961. Es más, Noé se refería a esa niñez prodigiosa casi en términos de tiempo pasado, aunque Polesello tenía entonces solamente veintidós años.

...Su infrecuente precocidad...(1) es señalada de manera enfática por Nelly Perazzo en uno de los textos históricos de más reciente publicación. Dos testimonios tomados con cuarenta y cuatro años de distancia ratifican un rasgo de excepción en el artista y nos permiten considerar a 1959 con categoría modélica.

Son conocidas sus monocopias que mostró, junto con Luis A. Wells, su compañero de Escuela de Bellas Artes, en Galatea, 1958; allí había plasmado en superficies sensibilizadas formas abstractas de un lirismo que dejaba entrever la antigua admiración del artista por Paul Klee.

 

El privilegio óptico

 

Toda la obra de Polesello pasa a través de juegos de la visión. El ejercicio óptico ha sido su herramienta intrínseca y ya hemos citado su coherencia alrededor de ese eje conceptual.

Años más tarde haría una declaración referida a un hecho premonitorio en su vida:

 

Cuando chico jugaba con un vidrio que me ponía en un ojo y así exploraba con esta ventana opacante. Cuando empecé a pintar hacía monocromías buscando el oficio y en este acompasado silencio me encontré un día sentado en casa pensando que quería pintar; de pronto el sol atravesó la ventana y se deshizo en una de mis esculturas de acrílico, esos monóculos estridentes que conservaron mi infancia, y se expandió por todo el espacio ese mandato iridiscente y terminó la ceguera: aquí está, dije, agarré el soplete y junté el sol en el plano..."

 

  1 Perazzo, Nelly, “La pintura en la Argentina (1945-1965)”, Historia general del arte en la Argentina, Buenos Aires, ANBA, 2005, p. 244.

 

 

 (c) Mercedes Casanegra

 

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