 
(Buenos Aires) Araceli Otamendi
Con la presencia de la Embajadora de México quedó inaugurada la muestra de la Colección Rufino Tamayo en la Fundación Proa que preside Adriana Rosenberg. Asistieron artistas, periodistas, personalidades de la cultura y público en general.
Organizada conjuntamente con el Museo Tamayo y bajo la tutela de los curadores Juan Carlos Pereda y Cecilia Rabossi quedó inaugurada en la Fundación Proa, una parte de la sobresaliente colección del Museo que incluye a artistas fundamentales del arte universal como Pablo Picasso, Fernand Léger, Francis Bacon, René Magritte, Max Ernst, Joan Miró, Rufino Tamayo, Lichtenstein, Andy Warhol y Mark Rothko, entre otros. Esta colección se distingue por su particular origen. Fueron el artista Rufino Tamayo y su mujer Olga quienes conjuntamente concibieron la idea de construir y donar al pueblo mexicano una colección que presentara los movimientos mas representativos del arte moderno. Dada las relaciones, amistades y posibilidades el artista fue adquiriendo pieza por pieza mas allá de sus preferencias personales y con un profundo sentido pedagógico y de formación para las nuevas generaciones de artistas de México. Este proyecto comenzó a gestarse alrededor de mediados de los años 60 pero cobró total presencia en 1981 cuando el matrimonio logró construir un museo de capital público y privado donde alojar la colección y así quedar definitivamente en manos del pueblo mexicano.
Desde hace más de 20 años la colección fue enriqueciéndose y en la actualidad es quizás el mayor patrimonio de obras de arte internacional en Latinoamérica. Se destacan desde los comienzos el diálogo permanente que Rufino Tamayo le dio a las obras de los artistas latinoamericanos con los grandes maestros del arte universal.
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Reflexiones de Tamayo
Rufino Tamayo habla sobre su colección y su museo y enfrenta las críticas que se le hicieron
¿Considera que la construcción del museo es un triunfo personal?
Pues no precisamente, ésa no fue mi idea, mi idea ha sido simplemente ayudar a la culturización del pueblo. Yo creo que ha habido una laguna en lo que respecta a ese sentido de las Artes Plásticas. No había un museo de esta categoría en un país donde se supone que hay un movimiento pictórico. Yo honestamente traté de llenar esa laguna pero sin ninguna otra pretensión más que dar servicio.
[Emplazamiento del Museo] …se ha dicho que es un narcisismo mío, querer que este museo esté en el Bosque de Chapultepec, a eso digo que es una necedad decir eso. En primer lugar yo no necesito hacerme mi propio monumento porque afortunadamente con mi obra yo he conseguido obtener cierta posición de carácter universal, no solamente nacional, así es que yo no necesitaría hacer una cosa de esa naturaleza…El Bosque de Chapultepec se ha convertido por una razón o por otra en un centro de cultura popular muy importante, ahí hay ya varios museos, ahí se efectúan actos culturales en bien del pueblo, yo lógicamente pensé que el museo debería estar situado ahí por esa razón…
…Es un centro cultural importantísimo lo que hemos hecho, además ese museo se ha construido en un lugar donde no solamente no había árboles ni siquiera pasto, eran unas bodegas donde se guardaban materiales de todas clases …Así que esa repetida cosa de que se está dañando el pulmón de México con estas cosas es absurdo, porque le vuelvo a repetir ahí no se dañó en absoluto la zona verde de la ciudad.
…quise compartir lo que he ganado limpiamente con mi trabajo con el pueblo, haciéndolo de una manera lo más permanente posible como es un museo, y dentro del terreno que es mi terreno o sea el del arte.
…La colección va a pertenecer al pueblo de México pero yo necesitaba un respaldo económico para la construcción del museo porque el gobierno no participó en eso, se me vino a ofrecer de una manera espontánea no solamente la construcción sino la administración del museo por la iniciativa privada; la iniciativa privada ha tenido un gesto que yo considero maravilloso porque además lo está haciendo de una manera espléndida, están gastando una cantidad enorme en la construcción de este museo y se van a encargar como yo le dije anteriormente de la administración del pago de los salarios de todas las personas que van estar ahí.
…son Televisa y el grupo Alfa de industriales, que no han puesto ninguna condición de ningún género para hacer esta obra.
“Habla Tamayo: ‘No es narcisismo; ya no me falta nada por hacer’”, Mi Ciudad, México D.F., Nº 26, 28 de mayo – 3 de junio de 1981, pp.6-9
…Tenía la idea de hacer una gran donación al país porque quería que mi pueblo participara de lo que obtuve con mi trabajo; esto me llevó a donar dos museos a mi país.
“Hace diez años doné un museo de arte prehispánico a la ciudad de donde nací, Oaxaca. Hay algo de romántico en todo esto. Quería hacer la primera donación a mi ciudad natal, que pertenece a un estado pobre, carente de muchas cosas…
“Soy internacionalista sin dejar de ser mexicano, y es algo en lo que quiero insistir, nuestra patria es el mundo, ya que la cultura es internacional y no hay barreras que impidan dar el salto hacia fuera para aprovechar la experiencia adquirida en todas partes, así como proporcionar la nuestra para que otros la aprovechen. Si queremos encerrarnos dentro de una frontera, lo que hagamos resultará aislado y sin repercusión. Deben conservar el sello nacional aprovechando nuestras características geográficas, dándolas a otros para que se enriquezcan con ellas”.
“Entrevista con el maestro Rufino Tamayo”, Aportaciones universitarias, México D.F., 1981
...Tenemos que universalizarnos y eso no tiene remedio. Tener una frontera hoy en día ya es una tontería, pero también lo es perder nuestro sello nacional. Conservarlo y abrirnos es lo que podemos hacer, pero eso de intentar hacer una escuela mexicana es absurdo precisamente porque el arte es tan amplio que no podemos cerrar fronteras o pensar que sólo la pintura política es pintura. Universalizarnos no sólo significa recibir sino aportar lo nuestro…”.
Malvid, Adriana, “Hoy en día, crear una escuela de pintura mexicana es absurdo, dice Rufino Tamayo”, Uno mas uno, México D.F., 4 de septiembre de1982, p.29
Acerca de la arquitectura del Museo Rufino Tamayo
Extraído del sitio www.museotamayo.org/edificio
El diseño del edificio del Museo Tamayo, a cargo de los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, comenzó en 1972. Tras varias interrupciones en la elaboración del proyecto -que implicaron también algunas modificaciones en su concepción-, en 1979 se dio inicio a la construcción que finalizó en 1981 con la apertura al público del Museo. El edificio, tanto por las particularidades de su diseño como por las soluciones plásticas y funcionales que integra, se hizo merecedor al “Premio Nacional de Arquitectura” en 1981 y es considerado como uno de los pocos ejemplos de arquitectura contemporánea destinada, desde su proyecto original, a la labor museística. Ocupa 2800m2 y 4500 m2 de construcción y posee una estructura de varios niveles –lo que remite a la herencia arquitectónica prehispánica- que se concentra sobre sí misma en volúmenes ciegos de concreto escalonado hacia el centro, que al disimular los volúmenes da la sensación de que el edificio brota del suelo y surge así como un cuerpo no invasor del bosque, sino integrado naturalmente al terreno que le rodea.
Algunas consideraciones sobre arquitectura extraídas del catálogo “Maestros del Arte Contemporáneo en la Colección permanente del Museo Rufino Tamayo”
…Considerando a la arquitectura como arte, el edificio del Museo Tamayo, ubicado en el Bosque de Chapultepec en la ciudad de México, hace ciudad al dar forma a un contenido urbano y al crear un contexto edilicio dentro de un bosque.
…El edificio del Museo reúne y articula los grandes hallazgos arquitectónicos del siglo XX: la planta libre; los grandes claros; la utilización de dos de los materiales propios de la modernidad: el concreto y el plástico, la unión de cultura con naturaleza y la comunicación entre el afuera y el adentro.
…Tamayo fue, sin duda, el pintor de la luz; consecuentemente su museo debía atender los requerimientos lumínicos de manera acertada, lo cual se logró mediante una mezcla de luz natural y de luz artificial. Según Teodoro González de León, en el Museo Tamayo “la luz está manejada para crear contrastes que intensifican la relación con el arte”.
Rufino Tamayo: la realización de un sueño
La Curadora Cecilia Rabossi investiga la historia de la colección y del Museo Tamayo y plantea los lineamientos de la exhibición ARTE DEL SIGLO XX presentada en Fundación Proa
Por CECILIA RABOSSI
La colección del Museo Rufino Tamayo de la Ciudad de México, por primera vez en Buenos Aires, presenta un recorrido por el arte del siglo XX. Si bien se centra fundamentalmente en los movimientos artísticos surgidos después de la Segunda Guerra Mundial, posee obras de artistas cuyos nombres nos remiten a los movimientos vanguardistas de la primera mitad del siglo como Picasso, Magritte, Ernst, Léger, De Chirico, Miró, entre otros.
La colección, que Rufino Tamayo comienza a organizar junto a su esposa Olga a fines de los años 60, nace con el propósito preciso de constituir un museo para el pueblo mexicano. La colección nos permite conocer, “…las preferencias y las afinidades estilísticas del artista, sus encuentros y sus descubrimientos…”, aunque esos descubrimientos no siempre guarden relación con sus intereses o preferencias de artista, sino con los intereses de un coleccionista que busca representar en el museo los movimientos artísticos contemporáneos internacionales.
En esta doble función de artista-coleccionista, Tamayo implementa un programa sistemático de adquisición de obras, tanto figurativas como abstractas, que incluye el expresionismo abstracto norteamericano, el abstraccionismo lírico francés, los informalismos europeos, el expresionismo inglés, el arte cinético y óptico, el Pop Art y unos pocos ejemplos conceptuales.
Tamayo pone en diálogo obras de Pierre Alechinsky, Francis Bacon, Victor Brauner, Sergio Camargo, Enrico Castellani, Eduardo Chillida, Carlos Cruz Diez, Jean Dubuffet, Max Ernst, Mathias Goeritz, Adolph Gottlieb, Willem de Kooning, Wilfredo Lam, Fernand Léger, Julio Le Parc, Roy Lichtenstein, Jacques Lipchitz, René Magritte, Leopoldo Maler, André Masson, Roberto Matta, Carlos Mérida, Joan Miró, Henry Moore, Robert Motherwell, Pablo Picasso, Mark Rothko, Antonio Saura, Georges Segal, Jesús Soto, Antoni Tàpies, Francisco Toledo, Joaquín Torres García, Victor Vasarely, Andy Warhol, entre otros, e incluye una selección de obras de su autoría. Más de 170 artistas de todas partes de mundo y un corpus de más de 300 obras, son expuestas ante el pueblo mexicano.
Las obras que se presentan en esta exposición bajo el nombre de “Arte del siglo XX. Colección Internacional del Museo Rufino Tamayo” permiten articular cinco núcleos:
a) Los diversos planteos figurativos con las que los artistas intentan reinterpretar el mundo: Bacon, De Chirico, Giacometti, Lam, Léger, Matta, Picasso, Toledo, entre otros;
b) Las respuestas del arte después de la Segunda Guerra Mundial: el expresionismo abstracto americano y los diversos planteos informalistas europeos;
c) El Arte óptico y el arte cinético como ejemplos de la unión de la creación artística con la investigación científica;
d) La Abstracción geométrica y las indagaciones que van más allá de ella;
e) El Pop Art y las apropiaciones de lo real.
Lo internacional y lo local
La capacidad de abrir fronteras que Rufino Tamayo le otorga al arte, es la que lo lleva durante la década del ’70 a coleccionar obras de los más diversos lenguajes artísticos. Para Tamayo el campo artístico mexicano se encontraba monopolizado por una sola expresión, la escuela de la pintura mexicana representada por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Por eso consideraba necesario quebrar el aislamiento del arte local creando un museo que albergara expresiones del arte contemporáneo internacional. Rescataba la posición de apertura e inconformismo de ciertos sectores de artistas jóvenes y pensaba que el museo reforzaría su lucha.
Con el museo, Rufino busca entablar un diálogo de afuera hacia adentro y de dentro hacia fuera. Quiere que el arte hable un lenguaje internacional, sin olvidar lo local. Le interesa mostrar que el arte no es uniforme sino múltiple y experimental.
Por eso, Tamayo opone a la frase ‘no hay más ruta que la nuestra’, atribuida a Siqueiros, los caminos y las búsquedas que testimonia su colección de arte contemporáneo internacional. Su posición internacionalista, que provocó el enfrentamiento con el arte oficial, se materializa en el campo institucional con la creación del museo.
El Museo
La inauguración del Museo Tamayo, el 29 de mayo de 1981, significa la concreción del proyecto que los esposos Tamayo sustentaron por más de una década. Después de varios intentos fallidos con autoridades gubernamentales, en 1980 el presidente José López Portillo da en concesión un terreno de 4421 m2 para la construcción del Museo en el bosque de Chapultepec de la ciudad de México. La iniciativa privada (Grupo Alfa y Televisa S.A.) dona la construcción del edificio y los fondos para su administración.
El gobierno coincide con Tamayo en que la ubicación dada al museo permitirá la afluencia del público, por ser el bosque no sólo un área de esparcimiento, sino también un área cultural de suma importancia por la presencia, entre otros, del Museo de Antropología y el Museo de Arte Moderno.
En el contrato de donación de las obras, los Tamayo expresan que las ceden, “…con la única finalidad de integrar con ellas una colección que vaya a incrementar el Patrimonio Cultural del Pueblo Mexicano, destinatario único de dichas obras…” y establecen una serie de cláusulas para protegerla. La cláusula quinta estipula que “…si la colección de obras deja de ser exhibida permanentemente en el Museo, pasará a formar parte del patrimonio de la Nación”. Esta reserva permitió que en 1986, luego de un largo conflicto con la dirección del Museo en manos de Televisa S.A, el Museo Rufino Tamayo pasara al Gobierno Federal, la idea originaria de Rufino.
La recepción crítica del Museo
Tanto la colección como el museo recibieron grandes elogios y agradecimientos por la relevancia del acontecimiento, así como una vastísima cobertura de los medios de comunicación locales y extranjeros. Como era de esperar, y Tamayo lo sabía, también recibió críticas de diverso tenor. Podríamos resumir las críticas de la siguiente manera:
- el emplazamiento del museo en los bosques de Chapultepec, quitó áreas verdes a la ciudad de México;
- no es valiosa la presencia de arte contemporáneo internacional en México,
- no es admisible la asistencia de capitales privados en la construcción del museo y en su administración,
- la pintura mexicana no está representada,
- el proyecto arquitectónico, diseñado por los arquitectos Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León, es defectuoso,
- Tamayo es vanidoso, ególatra, ha creado su propio mausoleo y es imperialista,
- No corresponde que se denomine al museo con el nombre del artista.
Muchas voces se alzan desde la crítica local en contra de estos posicionamientos. Obviamente, Tamayo enfrenta estos ataques y se dirige duramente a los “reaccionarios disfrazados de revolucionarios”. Las críticas no hacían otra cosa que reafirmar la posición de Tamayo frente al arte y la importancia de su larga lucha en pos de concretar su colección. Tamayo estaba convencido de que ella “…va a demostrarles que bajo el signo de la libertad es posible que el arte recorra muchos caminos y que éstos han de multiplicarse a medida que nuestro mundo se desarrolle…”. El tiempo le ha dado la razón.
Debroise, Olivier, “Tamayo en el torbellino de la modernidad. Selección de la colección”, Museo Rufino Tamayo, México D.F., 8 de marzo al 20 de mayo de 2001.
Contrato de Donación, México D.F., 26 de junio de 1979. Archivo Flia. Tamayo.
Sánchez Fuentes, Martha, “Cronología”, en Tamayo, Fundación Proa, Buenos Aires, noviembre 1996 – enero 1997, p. 108
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arriba:
Pablo Picasso
Desnudo sobre un diván, 1960
Oleo s/tela, 198 x 142 cm.
Col. Museo Tamayo Arte Contemporáneo
abajo:
Rufino Tamayo
Sandías, 1968
Óleo s/tela, 130,3 x 196,5 cm.
Col. Museo Tamayo Arte Contemporáneo
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