(Buenos Aires)
Se inaugurará la muestra retrospectiva de Giancarlo Puppo en el Museo Nacional de Bellas Artes el 8 de junio a las 19. La muestra se podrá ver hasta el 17 de julio.
Según palabras de la escritora Luisa Valenzuela:
LAS INQUIETANTES CRIATURAS DE PUPPO
Giancarlo Puppo es lo que podríamos llamar un hombre del Renacimiento, no en calidad de dilettante moderno, polimorfo y omnívoro, sino como gran plasmador de un muy particular lenguaje plástico. Nació en Roma y a los cinco años de edad empezó a dibujar historietas, apenas habladas porque escribir sabía apenas. Dibujó también un mapa de América hecho con la ilusión del viaje que realizaría a los ocho, cuando llegó por primera vez a la Argentina. Aquí se instaló, más tarde, atrapado por la fascinación del mundo americano. Y se hizo arquitecto, y se hizo pintor. ¿O más bien a la inversa? Un pintor que se hizo arquitecto para darle mayor corporeidad a sus telas. No puede saberse: la arquitectura y la pintura de Puppo muchas veces se conjugan en festivas instalaciones.
Europeo de cuerpo con alma americana, Giancarlo Puppo viaja por nuestro continente observándole las entrañas. Creador a la vez actual e intemporal, logra develar zonas de confluencia, como bisagras, que nos permiten entrever un juego de colores que suele fundirse de las telas a los ladrillos en una múltiple capacidad de cruzar impensadas fronteras. Hasta el punto de pasarse al campo de los escritores: en un bellísimo libro titulado Amorosas Extrañas Criaturas los cuadros de Puppo aparecen acompañados por sus minirrelatos que, en cinta de Moebius, van creando un universo pictórico arriesgado y brillante.
No sólo sus cuadros y sus instalaciones. También las casas construidas por Giancarlo Puppo parecerían contar historias, empezando por los frentes de indudable sello propio que ofician como portadas de libro y preanuncian sorpresas interiores. Hay texturas que llaman a la caricia aunque suelen ser rugosas como la tierra, como la montaña misma, como sus óleos. Porque Puppo trabaja con ojos de artista y manos de artesano, ya se ha dicho, y sus figuras muchas veces adquieren cuerpo y se salen de las telas por invisibles puertas quizá abiertas por el arte Madí o por el viejo constructivismo, devenido figurativo. Una vuelta de tuerca actual de aquello que viene perfilándose de lejos. Porque el arte de Puppo crea un lenguaje único que se despliega irreverente para borrar las barreras entre las disciplinas establecidas, entre el antes y el mucho después, inaugurando un siempre-ya derrideano que sabe conjugar la risa con la muerte.
Modalidades de la irreverencia, del no dar nada por sentado. Las figuras se salen del marco, trepan escaleras, vuelan por los aires y nos catapulta a nosotros espectadores-partícipes, a regiones apenas sospechadas o intuidas en sueños. Y penetramos en las vísceras de los seres que suelen contener paisajes, y en las vísceras de extraños cánidos que develan misterios. El humor nos señala las zonas más oscuras, los desplazamientos y los anacronismos juegan con una realidad que se vuelve más lúcida. Son puertas abiertas al deslumbramiento, entonces, son puentes que cuentan su propia historia, como lazos de unión.
Suele haber puentes dentro mismo de las casas de Puppo, a veces aéreos, de metal desplegado. Y el propio artista oficia de puente entre su mirada -- la interior, la que más descubre-- y la nuestra. Y nosotros no sólo logramos ver con nuevos ojos sino que llegamos a palpar y a degustar con otros inesperados sentidos.
La obra plástica de Giancarlo Puppo camina por el difícil filo entre el humor y el horror, encuentra puntos de intersección y a veces se burla de ellos. Durante más de cuarenta años este consumado artista se preocupó por entender cómo funcionan las cosas, cuáles son las relaciones entre los espacios y las gentes que los ocupan. Hay cuadros que son verdaderas radiografías develadoras del alma, o son vivisecciones del paisaje urbano en toda su desolación de corte irónico. Vuelta de tuerca algo infernal de aquellas primeras historietas de su primera infancia. Así, la obra de Giancarlo Puppo se despliega en multiplicidad de formas, hasta las más corpóreas, y estalla en colores. O se disuelve en un blanco de enceguecedora luz que engendra las más sugestivas de las sombras.
(c) Luisa Valenzuela
Horario:
La muestra podrá visitarse hasta el 17 de julio, de martes a viernes de 12.30 a 19.30 y sábados, domingos y feriados de 9.30 a 19.30.
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