(Santa Fe) Aplican con éxito médula ósea del propio paciente para solucionar problemas cardíacos
Que los transplantes de médula ósea de un paciente a otro son moneda corriente en nuestro país, es una verdad que ya tiene 30 años de desarrollo y sustento científico. Pero que la médula ósea de un paciente cardíaco de no opción –aquellos que ya no tienen posibilidades de ser tratados con los métodos convencionales– se use no fraccionada para regenerar sus propios vasos sanguíneos, es una novedad. Más aún cuando el seguimiento realizado en 15 pacientes a lo largo de un año después de ser tratados, arrojó mejoras de un 40% en la calidad de vida, incremento en la circulación coronaria y no generó infartos ni mortalidad.
Precisamente, los buenos resultados observados luego de un año fueron los motivos que llevaron al comité científico del Cardiovascular Revascularization Therapies 2005 que se está realizando en Washington a admitir el trabajo que dirige el Dr. José Vicario y que integran un grupo de profesionales de distintas especialidades del Hospital Iturraspe, de la Universidad Nacional del Litoral y de distintos sanatorios privados de la ciudad (Ver Equipo Multidisciplinario). Los resultados experimentales del trabajo ya habían sido publicados en otro congreso internacional realizado en la capital estadounidense.
De los cerdos a humanos
El trabajo realizado por los especialistas locales comenzó en el 2002 y tuvo dos etapas: una experimental y una clínica. En la primera, especialistas del Hospital Iturraspe y de la Facultad de Ciencias Veterinarias (FCV) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) hicieron los estudios en cerdos. "El corazón de los cerdos es muy similar al de los humanos. Los estudios en animales grandes son extrapolables al estudio en humanos", explica Hugo Ortega, de la FCV.
"Antes de pasar a la aplicación en humanos, tuvimos que demostrar que nuestra hipótesis era efectiva, que no producía efectos colaterales y que no se generaba una angiogénesis no deseada", agrega Vicario y aclara que "con todos estos prerrequisitos demostrados entramos en la fase clínica trabajando con comités de bioseguridad y de ética, y los resultados obtenidos fueron evaluados por especialistas externos a nuestro grupo, lo cual le da más rigurosidad al trabajo científico".
En la segunda etapa, la técnica propone la utilización de las células del propio enfermo en su corazón, que es un miocardio falto de circulación y ávido por estas células para producir nuevos vasos. En este sentido Vicario explica que, después del tratamiento, "logramos calidad de vida en nuestros pacientes y mejoría en la circulación coronaria. Esto significa que pueden realizar mayor actividad física o cosas que antes no podían hacer" y agrega que "demostramos que el tratamiento es seguro y tolerado por el enfermo".
¿Cómo se aplica en los pacientes?
Según explicaron los médicos, el procedimiento dura aproximadamente dos horas y es muy sencillo, fácilmente practicable y no genera ningún riesgo en el paciente. Se aplica anestesia local, y con una punción en el hueso iliaco –que está a un centímetro de la piel a la altura de la cadera– se extraen y se filtran 120 mililitros de médula ósea que inmediatamente se anticoagula para aplicarse.
Preparada la médula, se hace un cateterismo del seno coronario a través de una vena en uno de los brazos y se realizan todos los controles necesarios (medición de presión, frecuencia cardíaca, control arterial). Luego se ocluye el seno coronario y se administra la médula ósea. Terminada la aplicación de médula, se deja ocluido el seno coronario por 15 minutos para permitir que la médula persista en el lugar y haga su efecto. Después se desocluye el seno coronario, se retira el catéter, se pone un punto en la piel y el paciente pasa a unidad coronaria para un control de 24 horas.
Visión holística
"A diferencia de otras escuelas, nuestro trabajo con médula ósea es holístico", aclara el Dr. Julio Piva y agrega que "el motivo posiblemente reside en que no teníamos la infraestructura para trabajar con factores individuales, pero también porque teníamos la idea de que el conjunto de factores puede formar vasos". Por su parte, el Dr. César Campo asegura que "es difícil decir qué es precisamente lo que ayuda al músculo cardíaco y a las arterias no obstruidas, por eso nosotros decidimos no fragmentarla", agrega el especialista.
En virtud de los buenos resultados obtenidos, la técnica ya fue probada en otros sistemas circulatorios como el territorio de las arterias periféricas (de las piernas). "En este momento tenemos una línea experimental para salir del territorio cardiaco e introducirnos en el sistema nervioso", adelanta Vicario.
¿Qué son las células madre?
Traducido del inglés stem cel, las células madre tienen la capacidad de desarrollar cualquier tipo de células maduras de los diferentes órganos. Más allá del desconocimiento actual acerca de cómo es el mecanismo y los efectos que generan en unas ocasiones o en otras, "está ciertamente demostrado que hay en la médula ósea de los adultos, una célula lo suficientemente inmadura como para derivarse en células de la sangre (hematopoyéticas) y que también podría desarrollar células que en forma madura son una estructura que recubre los vasos sanguíneos (endotelio)", explica Campo.
En cuanto a los debates éticos vinculados al tema, Campo advierte que "no es un problema que se nos haya planteado porque nosotros trabajamos con células originarias del propio paciente". En tal sentido, el especialista añadió que "el transplante de células madre de un paciente a otro lleva 30 años de desarrollo en nuestro país. La diferencia es que, en nuestro trabajo, las células que se transplantan son del mismo paciente, con lo cual, el problema ético es mucho menor".
Equipo Multidisciplinario
El trabajo que dirige el Dr. Vicario cuenta con la participación de César Campo y Adrián Monti (ambos hematólogos), Julio Piva (anátomo–patólogo) y Hugo Ortega (biólogo molecular). Los cardiólogos que integran el equipo son Carlos Lofeudo, Carlos Becker, Fernando Faccio, Luis Gerardo, Eduardo Novero y Néstor Pérez Baliño. También forman parte del grupo la Dra. Ana Canal (anátomo–patóloga veterinaria), Joaquín Avilé (veterinario), Agustín Yosviak y Natalia Pezzone (estudiantes de Veterinaria) y los cirujanos Hernán Pfeiffer y Angel Pierini. |