De la profunda tarea
(Villa María) Susana Giraudo
Normand Argarate nació en 1964 en la ciudad de Córdoba. Su familia se estableció luego en Villa María, ciudad en la que creció y en la que aún vive, transita, palpita, disfruta y padece.
Nunca se sabe si nació él antes que su poesía o fue a la inversa. Pero las interrogaciones se estrellan contra su silencio. Ese silencio es natural, como su poesía y como la seriedad con que encara la vida y todo lo que hace para vivir.
Es trabajador de la cultura, periodista, narrador, ensayista y esencialmente, poeta.
Publica sus trabajos en los medios de la provincia y del país.
Además de su libro Su libro "Mujer en el jardín", que lo pone de pié ante su determinación de construirse en la poesía que tanto ama, publica en el año 1985 un libro en colaboración "Tomad y bebed".
Se entrega luego a uno de esos largos silencios de los que él disfruta.
Pero ya no hay modo de no darse a conocer, ya no hay manera de silenciar. A la poesía hay que darle el lugar que pide. Y él lo hace, porque de ese modo responde a su propio impulso.
Sigue empeñado en desentrañar los secretos de los grandes de la literatura, de la filosofía , pero sobre todo, desentrañando sus propios secretos con fatalismo oriental.
Se asume a si mismo, más allá de su humilde postura ante su propia producción poética.
Publica en el año 2000 su libro "La belleza de los gestos inútiles" del que fueron extraídos los poemas que siguen a este comentario.
Queda mucho por decir de Normand Argarate y lo que damos a conocer en este momento, nos deja ver un destello solamente de su maravillosa y "profunda tarea".
Frágil
Es tan frágil esta condición,
Este pasar fugaz, casi imperceptible.
La vida es un amor simple,
crece en la luz, se alimenta de agua.
De la misma manera
las manos elaboran el pan,
al calor de los cuerpos.
Los niños conocen desde siempre
El invisible secreto de la belleza.
Darse al aire y soñar.
De la profunda tarea
Hokusai pinta una hoja.
Cien años demanda su tarea.
Con paciencia elabora
las finas nervaduras
los ínfimos detalles.
Al final se estremece.
Nunca sabremos
si la hoja o su mirada.
Tesoros
Cavando en la arena su propia tumba
el amante busca los restos del amor.
Encuentra piedras de colores,
diáfanos niños de la luz.
Más allá, el río pasa
arrastrando lentas maravillas.
Tatuajes
El hada que embellece tu cuerpo
resplandece con intensos tonos de verde
y la cabellera roja, exalta esa piel,
intimo pétalo de suaves reminiscencias.
La curvatura del vientre que apenas ondula
un aire profundo,
se mece, inquieta, por la proximidad
abismada de un beso.
Acerco mi rostro y respiro el fruto,
núbil aún,
insustancial como el deseo,
y lleno de gozo como la gratitud
Dyonisos descamisado
Entregado a las pasiones de la vida
chapoteó en el fango de los barrios
y besó besos oscuros, profundos,
siempre por primera vez.
Allí educó sus manos,
en la rapiña de los mercados
en la habilidad tramposa de sus cartas.
Esas cartas anuncian una mujer del futuro.
Sale del agua como la diosa del amor
y la noche se hace piel.
El brillo astral recorta su perfil
en el azul eléctrico de los trópicos.
Es la hermana egipcia,
la boca delirante de los oráculos,
la voz del pueblo que sube,
como el rumor de lo que nace
de lo más profundo de la tierra.
Papel de prensa
El poeta, detrás de su máquina de escribir,
escribe su negro corazón sobre los gatos.
Escribe historias policiales, en un diario de provincia
y después del trabajo, durante las noches,
enciende sus cigarros de caya resinosa.
Con los dedos manchados de marrón
por el dulce tabaco, escribe sus historias.
Historias de amor.
(c) Normand Argarate
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