
Tener un hijo, amarle hasta el dolor
Y no poder comprarle chocolates;
Pasar de largo por las vidrieras repletas de juguetes;
Saber que no lograremos nunca llenar su estómago;
Tratar de hacerlo crecer
Alimentándolo de historias.
Curarlo con agua y con besos...
Ver partir a los padres
Al lugar donde no podemos seguirles,
Saber que demora un poco el reencuentro
Porque hemos de permanecer en este mundo loco,
Aunque vivir duela tanto a veces,
Educando a nuestros hijos con cuentos y caricias,
Curándolos con agua y con besos...
Aprender a vivir con tantas penas
Porque el dolor verdadero nunca pasa.
Aceptar las leyes que nos impone la vida,
Saber que no hicimos felices a nuestros padres
Ni a nuestros hijos
Que faltaron juegos, regalos, mimos, dibujos,
Que no alcanzó el tiempo.
Que habremos de partir a nuestra vez
Sin llegar a ver los frutos que sembramos
Sabiendo que nos van a llorar, aunque sea en vano
Que no habrá más auroras
Ni más garabatos ni poemas ni cometas en el cielo
Que tal vez no haya otra vida más que esta
De la que nos curamos con aguas
Y con besos.
(c) Marié Rojas Tamayo
nota: Este poema forma parte del libro arte “Mujer, soledad y violencia”, editado en Colombia, 2004.
Ilustraciones: Juan Vicente Rodríguez Bonachea.
Miembro del Taller de Gráfica de la Habana
Ciudad de La Habana, Cuba.
www.usuarios.lycos.es/tomeu_tolo/tallercuba.html
|