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(Buenos Aires)
La arquitecta, historiadora del arte y poeta Iliana Godoy Patiño presenta este libro, fruto académico de diez años que abarcan la maestría y doctorado en Historia del Arte, cursadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Según palabras de Felipe Leal, la pertinencia de este riguroso y propositivo trabajo de Iliana Godoy sobre el análisis estético de la escultura mexica establece ligas con el proceso de diseño en el Taller de Arquitectura en los aspectos de geometría, composición, proporción, escala, redes modulares y manejo del espacio-tiempo. El desarrollo hace énfasis en la investigación gestáltica como manejo perceptivo y expresivo de la forma, integrada a la sociedad que le da sentido.
Su enfoque disciplinario aborda temas sobre holografía, fractales, complejidad y caos, espacio plegado y desplegado, paradigmas fundamentales de nuestro tiempo.
Para Patrick Johansonn, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, en un contexto cultural renuente a encerrar en diminutos conceptos una realidad compleja, que escapa al entendimiento humano, la producción de formas y la configuración de espacios se revela esencial para "regular los intercambios funcionales con el medio exterior", es decir para conocer el mundo, o mejor dicho, "co-nacer" al mundo. Grecas, espirales, círculos, cuadrados, óvalos, encrucijadas, quincunces, paralelismos, ortogonalidades, cubos, esferas, cilindros, pirámides, patios, corredores, ejes, oquedades, etc., generan un estado de ánimo y determinan un comportamiento antes de llegar al umbral de la conciencia. El semantismo de las formas es difuso, subliminal y productor de sentido sensible.
Con base en estos principios Iliana Godoy realiza un descenso "órfico" hacia estratos profundos de la plástica indígena donde gestan las formas de la cultura náhuatl. En este contexto analítico los templos son ante todo una integración funcional de ejes y fuerzas, de verticalidad evolutiva o involutiva, de tensiones centrífugas o centrípetas. Las figuras de barro o de piedra son una epifanía formal de lo divino antes de "representar" a un dios específico: Coatlicue es tierra ofidia por la materialidad de su imagen pétrea y por el ritmo de las formas que la componen más que por una referencia directa a esquemas religiosos prestablecidos.
Iliana Godoy se aleja de la perspectiva etnocentrista de los estudios iconográficos tradicionales y se interna en el intrincado enredo de los movimientos, de los ritmos y de las formas. Sigue, en esto, un principio indígena de la estructuración del sentido. En efecto, para los nahuas lo que adviene es lo que se "enreda". Dos vocablos de la lengua náhuatl: ilacatzoa y momalina, expresan este rasgo específico de la cognición indígena. Frases como "se enreda el mando" (ilacatzoa in tlatocayotl), se "enreda la amistad" (momalina in icniuhyotl), que se encuentran con frecuencia en los cantares, manifiestan claramente la necesidad de urdir y tramar los elementos más distintos de la experiencia humana en sistemas de formas y movimientos para que se genere un sentido snesible.
Según la autora, las obras seleccionadas para su estudio, provienen de los alrededores del Templo Mayor, lo cual indica que eran importantes símbolos religiosos, verdaderas coagulaciones de lo sagrado. Todas ellas están labradas en piedra, la mayoría en cantera gris. Esto alude a su intención de permanecer como herencia fundamental de la cultura que las origina.
Para su análisis formal dice Iliana Godoy, ha sido preciso generar una metodología con carácter multi e interdisciplinario, necesariamente ecléctica, donde intervienen los principales sistemas de pensamiento e interpretación del arte. Estas grandes corrientes son: historicismo, estructuralismo y semiótica, que con el apoyo de las corrientes iconológica y gestáltica, y tomando en cuenta las aportaciones de la nueva física, nos permiten una interpretación más completa y actualizada.
El integrar al análisis formal campos tradicionalmente alejados de la historia del arte, como la visión holográfica, la geometría no lineal y la teoría del caos, responde a la visión contemporánea que ha diluido las fronteras entre ciencia, filosofía y creación artística. Hoy se concibe al científico como un creador de sistemas coherentes de pensamiento avalados por una experimentación cada vez más compleja, cuyos resultados han variado desde la pretendida exactitud a la inevitable aproximación.
El estudio de los fractales y su desarrollo a través de las computadoras ha producido verdaderas obras de arte a partir de ecuaciones matemáticas que son causa del orden y la armonía que percibimos, dice la autora. La belleza de los fractales se da a través de la contemplación de un orden subyacente, manifiesto en configuraciones complejas y no simétricas que trascienden el sentido geométrico convencional y penetran en la nueva teoría de sistemas abiertos, que llamamos caóticos en tanto no entendemos sus parámetros.
Así, al encontrar las claves de configuración de las obras escultóricas propuestas, se aclararán principios de pensamiento originales de la cultura mexica, cuya expresión estética ha padecido los estigmas de monstruosidad, exotismo y esoterismo.
Resulta sorprendente, afirma Godoy, encontrar en los desdoblamientos, abatimientos y giros que sugiere la escultura mexica la presencia de conceptos recientes, como el de universo plegado y desplegado, provenientes de la versión holográfica capaz de subsumir en el plano la tercera dimensión.
Nuevos conceptos, como el de sincronicidad, sirven para entender la representación simultánea de secuencia no sólo en la escultura mexica sino en rangos más amplios de arte mesoamericano, que incluye el tiempo en su expresión como un elemento fundamental. |
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