(Lisboa) Rui Serodio
La columna de hoy, está dedicada a una de las más encantadoras sinfonías que se hayan escrito: la Sinfonía Nº 9 del compositor checoslovaco Antonin Dvorak (léase Dvorjak), que es la pronunciación corriente de Sinfonía del Nuevo Mundo
El final del siglo XIX se caracterizó por el movimiento del nacionalismo que llevó a muchos compositores a recurrir al patrimonio valiosísimo de su música popular e , inspirados en sus melodías, ritmos, escalas exóticas y fascinantes, componían obras de música erudita de enorme expresividad, con un colorido melódico y armónico repleto de variantes hasta allí desconocidos ( Portugal tiene uno de los cancioneros más ricos de todo el mundo. A su tiempo hablaremos de él).
Con cuatro movimientos, esta sinfonía no pretende confirmarse como música de vanguardia, no tiene ambiciones expresas de modernidad ya que no posee una armonización compleja como las corrientes más progresistas de la época. Tampoco pretende imponer un nuevo lenguaje determinante para el futuro de la música internacional.
Nada de eso. Es una obra magnífica compuesta por un hombre que, a pesar de todas las honras que recibió estando aún en vida, era un hombre modesto.
Fue un hombre de su tiempo, que escribió música para las personas de su tiempo. Pueden apreciarse las melodías tradicionales eslavas, los ritmos difíciles y sincopados de la danza popular, el recurso de las escalas pentatónicas (cinco sonidos), presentadas con una inteligencia musical rara en la combinación de los temas en que se inspira. La instrumentación, puede calificarse de magistral.
Es una obra encantadora, que nos deja un dulce aroma pastoril, una suave ambientación de los paisajes de la región de Bohemia, tierra natal de Dvorak.
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Anton Dvorak nació en Nelahoseves ( región de Bohemia – Checoeslovakia), muy cerca de Praga en el año 1841, y a edad temprana comenzó a estudiar violín.
Apasionado por su país, se identificó inmediatamente con el espíritu fortísimo de los grupos étnicos y por el nacionalimo bohémio. Influenciado también por su coterráneo Smetana , director de la Orquesta de la Opera de Praga, de la que fue violinista.
Estimulado por su amigo Brahms, se dedicó definitivamente a la composición y fue profesor del Conservatorio de Música de Praga.
Luego de un tiempo, desde 1892 a 1895, ya en América, fue Director del Conservatorio nacional de Nueva York, asimilando las características de la música “folk” americana. Aunque vivía y trabajaba en EE UU viajó varias veces a inglaterra, donde su arte era muy apresiado.
Falleció en 1904.
Traducción: Susana Giraudo
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(*) Rui Serodio es compositor y concertista. Profesor de Análisis Musical en la
Universidad de la tercera Edad de Setúbal -Portugal
ruiserodio@oninet.pt
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