(Buenos Aires) Isabel Suárez Valdés
El escritor Guillermo Enrique Hudson, nacido en Quilmes, Provincia de Buenos Aires, autor de numerosos libros supo escribir páginas de un verismo admirable donde retrató la tierra argentina. Hudson fue un escritor que convivió con los gauchos, su observación de la naturaleza y de los seres que poblaban estas tierras constituyen obras incomparables. Escribió en inglés, se estableció en Londres en 1874 y en 1900 obtuvo la nacionalidad británica. Murió en Londres en 1922.
Al ver las esculturas de Marina Dogliotti, expuestas en la muestra "América viva" en el Museo Sívori lo primero que se me ocurrió pensar fue en una novela de Hudson "Marta Riquelme".
"Marta Riquelme" narra una historia trágica, la del personaje que da nombre al libro. La novela transcurre en Jujuy, una provincia del norte de la Argentina, que Hudson describe así:
"Los habitantes de esta región tienen pocas necesidades; no ambicionan progresar, y nunca han variado su manera de vivir. Los españoles tardaron largo tiempo en conquistarlos; y hoy día después de tres siglos de dominación cristiana, todavía hablan el quichua y se alimentan en gran parte con patay, una especie de pasta dulce confeccionada del fruto del algarrobo; emplean, asimismo, como bestias de carga, la llama, regalo de sus antiguos señores, los incas...".
Quien narra es un cura destinado a la iglesia de un pequeño caserío situado en la frontera nordeste, al pie de una cadena de montañas que desprendiéndose de los Andes hacia el este, separa a Jujuy de Bolivia.
El país era salvaje, dice el narrador, y estaba habitado únicamente por unas pocas familias, muy separadas una de otras, y como todo despoblado, me era en sumo desagradable...".
Sintetizando, Marta Riquelme, es una mujer de gran belleza, con una gran cabellera, extremadamente larga, lustrosa y de un color dorado oscuro. que causa la admiración del cura - personaje narrador-. Marta Riquelme es de origen español y sobresale entre la población al lado de las indias de color atezado.
Marta se casa con Cosme Luna, un hombre jugador y tiene un hijo. Cosme es reclutado por el ejército para el servicio militar y Marta va a buscarlo. Pero el convoy donde viaja es capturado por los indios. Éstos, que sólo mataban hombres, la hacen cautiva junto con su hijo. Le quitan el niño y la compra un indio que podía pagar una hermosa cautiva blanca y la hace su mujer.
Después de diversos avatares y desgracias, Marta Riquelme vuelve al pueblo en busca de Cosme pero éste no la reconoce. Tantos infortunios han quebrado a Marta quien en una metamorfosis se transforma en un animal salvaje, en un pájaro, el kakué.
El kakué es una leyenda, que según el narrador, tenía fama entre los indígenas por su terrible grito, era el antiguo nombre que recibía el territorio y que los primeros exploradores deletreándola mal escribieron Jujuy.
Esta historia de Marta Riquelme que relacioné de inmediato cuando vi las esculturas de Marina Dogliotti, y que en su mayoría simbolizan a vírgenes americanas, que encarnan el mito del dolor y la magia de América. es una de las muchas leyendas que circulan a lo largo y a lo ancho de América Latina.
Una de estas esculturas está inspirada por ejemplo, en Sierva María de Dios, personaje de la novela de García Márquez "Del amor y otros demonios", hija del marqués de Casalduero y de una nativa. La niña en su corta vida deambula entre un tutor melancolizado y una madre desquiciada por la transcultura, según el texto de María Cristina Depratti.
Con expresividad, belleza y contudente técnica, la artista ha sabido expresar ambas cosas en una muestra que integra además de esculturas, sonido y luces.
(c) Isabel Suárez Valdés
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