(Buenos Aires) Araceli Otamendi
¿A qué te dedicás?
Ésa es una de las preguntas más frecuentes y que me resulta más difícil de responder. Siempre me diversifiqué en todo lo que hacía y por eso debía pensar muy cuidadosamente la respuesta. Sobre todo tenía que determinar primero desde dónde o desde quién provenía. Cada mañana, al despertarme, en ese momento entre la vigilia y el sueño, tenía que pensar “¿cuál es el rol que tengo que desempeñar hoy?” o dicho de otra manera, qué disfraz me toca ponerme esta mañana.
Aunque no siempre fue así, ya que hasta los 30 años por lo menos, no me gustaba escribir y me dedicaba casi exclusivamente a la docencia y a mi hogar. Mi vocación de pedagoga fue muy fuerte y me acompañó durante 40 años, en el área de la educación física. Pero luego se fueron sumando a mi vida otras actividades, casi todas relacionadas con la escritura y con los libros. Soy escritora, bibliotecaria, editora y agente literaria.
¿Cuándo empezaste a escribir?
Empecé a escribir porque mi hija fue una lectora precoz y a los 5 años me planteó que no le gustaba escuchar cuentos, sino que le gustaba leerlos. Por lo tanto, si esos cuentos que le narraba eran de mi invención y no estaban en los libros, ¿por qué no se los escribía?
Fue un pedido al que no pude negarme. Ella me hizo descubrir el placer de escribir. Y me sentí libre haciéndolo porque todo cuanto yo imaginaba podía ser real en la escritura.
Es una relación curiosa la tuya, entre la educación física y la literatura
Sí, es algo que siempre despierta la curiosidad de la gente. Pero yo creo que el problema es que aún se tiene el concepto cartesiano de la dicotomía entre cuerpo y espíritu.
Es difícil aceptar que somos entidades. Y mucho más difícil tener la capacidad de relacionar todo con todo.
Si se pudieran comprender estos dos conceptos, la curiosidad ya estaría satisfecha.
Por ejemplo, todavía hay quienes hablan del “hábito” de la lectura, cuando leer es un acto consciente y voluntario que requiere de entrenamiento. El mismo entrenamiento que cualquier deporte. Un deportista desarrolla la capacidad del esfuerzo prolongado, el tesón, la autoexigencia, la concentración y todas las competencias necesarias para una lectura en profundidad.
Además de tener publicados alrededor de veinte libros para chicos, también editás un boletín electrónico dedicado a la literatura infantil y juvenil y a la lectura.
Sí, salió por primera vez en diciembre de 1997, con el nombre El Mirador. Era mensual y de distribución gratuita, editado en la Argentina, pero distribuido por correo electrónico por el Proyecto Rayuela, de Cuba y contaba con los auspicios del Departamento de Procesamiento Electrónico de Datos de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, de México.
Este boletín se debió a una invitación del Lic. Abelardo Mena con quien me conecté a través de la lista de literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde cursaba la carrera de Edición.
En agosto de 1998 El Mirador cambió su nombre por el actual El Mangrullo y así continuó hasta febrero de 1999.
En julio de 2000 finalmente logré editarlo y distribuirlo, con gran esfuerzo, en la Argentina. Tiene tres formatos diferentes: por correo electrónico, en Internet y como archivos PDF.
Tengo el orgullo de haber sido una pionera en este tipo de ediciones, ya que entonces fue el primero en esa modalidad.
Evidentemente sos una mujer muy ocupada y dedicada a varios quehaceres culturales
Es algo que me apasiona y que disfruto mucho.
También, mantengo una página Web personal. Gracias por brindarme un espacio para hablar de un tema tan importante como es la literatura y la lectura.
¿Crees que en las escuelas argentinas se prioriza la lectura de autores argentinos en lugar de aceptar lo que nos llega desde Europa, por un tema del idioma, de que aquí hablamos español del Río de la Plata?
En general se le da prioridad a los autores argentinos, pero no estoy segura de que sea por motivos idiomáticos. Más bien me parece un problema de marketing. He visto elegir libros solamente porque el autor podía visitar a los alumnos. Entonces no importaba de qué trataba el libro, sino el show que acompañaba su lectura. Y lo lamentable es que cuando muere el escritor, muere su literatura.
La literatura infantil ¿es un género subvalorado entre algunos escritores y editores en la Argentina o tiene el reconocimiento que merece?
Tiene bastante reconocimiento. Este año se realizará la 15ª Feria del Libro Infantil en Buenos Aires, pero continúa siendo la “hermanita menor”. Es muy raro que la prensa se ocupe de los autores o de los libros para chicos. Claro que entonces tendríamos que preguntarnos si los niños son subvalorados por ser más chicos. O quizá peor es darse cuenta de que sólo tienen importancia para el consumo. Y los libros no son un producto de consumo masivo.
¿Cuál de todos los libros que publicaste te dio más satisfacciones y por qué?
La pandilla de Protón, y no porque haya sido mi mejor libro, sino porque lo escribí bajo circunstancias especiales: después de siete años juntos, ese grupo de chicos (la pandilla) egresaba y comencé a extrañarlos ya por el mes de noviembre. Entonces, en lugar de sacarles una foto o algo parecido, escribí una historia ficticia, pero donde estaban mis alumnos transformados en personajes y en los lugares habituales. El libro tuvo mucho éxito y hasta ahora fue el más vendido. Pero para mí tiene un valor afectivo muy grande. Sigo viendo a muchos de ellos y saben que los convertí en personajes. En este momento andan por los 35 años.
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