Cuando decimos mujer en realidad estamos codificando lo innombrable. Cada hombre al escuchar esa palabra imagina algo distinto, según viva en un pueblito o en la gran urbe, o tenga siete, veinticinco o setenta años, sea soltero, casado, dinamarqués o japonés, streapper o talibán. Las minas no son iguales antes que después de cumplir los 30, tener o no hijos, poseer mucha plata o sólo demasiadas fantasías. Sin embargo hay una nueva clase de mujeres que vienen "matando caballos", llevándose la vida por delante, sin importarles nada de nada. Y en ese grupo entran distintas edades de la misma especie. Los que ya pasamos la edad de merecer nos creemos ilusoriamente que estamos disponibles en toda vidriera porque a diferencia de nuestros padres y abuelos, conocemos hasta el último video-clip y hasta es posible que nos hagamos insertar un arito en la nariz. Para mi viejo sólo existía Troilo y no entendía cómo los adolescentes se enardecían ante unos melenudos que hacían sonar como cacerolas sus guitarras eléctricas. Mi generación, en cambio, comparte con sus hijos la nostalgia por Queen, va con ellos a los recitales de Metallica y nunca falta un pendeviejo desubicado que le use la moto o la remera al primogénito sin avisarle. Esta apertura permanente hacia lo nuevo le hace creer ilusoriamente al tipo que puede tener una historia romántica con una piba de las nuevas camadas, o a una divorciada eternamente hippie, porque a veces, y es cierto, él sabe más de rock y de nuevas tendencias que cualquiera. Pero hay un pequeño detalle. Cuando un hombre de antes se enamora de veras y confiesa "te quiero mucho", está comunicando a su pareja que si ella necesita que él le done un riñón, ya está corriendo a buscar un nefrólogo de turno, mientras que cuando la chica, o la nueva madurita, le contesta, "y yo te amo", le está informando que seguirá siendo la novia de él, siempre y cuando a él no le moleste que ella se vaya sola de vacaciones o a bailar con sus amigas, en cuyo caso lo dejará inmediatamente. "¡Ah, entonces no te ama!" exclama ese amigo del macho que nunca falta para gritar verdades que nadie quiere oir. Pero se equivoca. Ella sí lo ama, pero lo ama como pueden amar ellas en el 2004. Lo que los giles como yo se olvidan es que entre los sesenta y el 2004 ocurrió algo peor que el paso del cometa Halley por segunda vez, y es la llamada Era del Vacío. Sino Gilles Lipovetsky hubiera escrito alguna nueva biografia de Maradona o algun tratado de cocina naturista y hubiera ganado más plata. Pero en cambio textualmente se refirió al exceso de individualismo, y yo creo que esa nueva mujer de hoy maneja su existencia a la carta, con nuevas actitudes: apatía, indiferencia, deserción, el principio de seducción sustituyendo al principio de convicción, y nueva organización de la personalidad: narcisismo extremo. En síntesis, yo, yo , yo, yo, y después, si me conviene, vos.
(c) Luis Buero  Luis Buero - guionista, periodista, docente luisbuero@tutopia.com bueroluis@hotmail.com |