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Editorial
 

Lo que importa no es la cerveza

Lo que importa no es la cerveza

 

 

 

                   

               Se me ocurrió el título de esta nota pensando en una publicidad que se escucha durante todo el día por la radio, en comercios, donde se entre en esta bendita ciudad de Buenos Aires. Ya lo había dicho la poeta y lingüista Ivonne Bordelois en su libro “La palabra amenazada”, hay que cuidar la lengua y había hecho referencia a esa frase publicitaria. Pero no me voy a dedicar exclusivamente  a la cerveza  en estas líneas, aunque podría hacerlo porque el tema da para más. El 1 de abril ocurrió algo en la ciudadanía y en esta ciudad, algo nunca visto desde el retorno de la democracia hace veinte años: ciento cincuenta mil personas se concentraron en los alrededores del Congreso de la Nación para pedir seguridad. Sobreponiéndose al dolor por el secuestro, tortura y asesinato  de su hijo Axel, una semana antes , Juan Carlos Blumberg, un ciudadano sin notoriedad hasta hace unos días habló ante la multitud. Estuve presente. Desde la mañana adonde iba me preguntaban ¿vas a la marcha? Era la difusión, el boca a boca, la señal para darnos fuerza y asistir. Asistir, resistir. Fui caminando, ya no había taxis – iban todos ocupados con varios pasajeros cada uno, los colectivos también circulaban repletos. Llegando a la avenida Callao a la altura de Santa Fe se veía a la gente caminando rápido, hombres, mujeres, niños, padres y madres con bebés en los brazos, en cochecitos, algunos ya portaban velas encendidas. Al llegar a la avenida Córdoba, algunas cuadras después, se venían venir columnas de gente sumándose a la marcha mientras dos helicópteros patrullaban la zona desde el aire. La multitud llegaba a la esquina de  Callao, donde está ubicada la Casa de la Provincia de Buenos Aires. Ya no se podía avanzar más, encendí la vela que había llevado, había viento y mucha gente me venía a pedir fuego para encender su vela. A lo lejos, cerca del Congreso se veían otras luces de velas encendidas, todas blancas. En algunos casos le habían puesto un vasito de plástico debajo de la llama para que no se apagara. Eran las siete de la tarde. No había altoparlantes y el que quería saber cómo iba el dicurso de Juan Carlos Blumberg entraba al bar de la esquina y miraba la televisión. Muchos entraban y salían del bar, otros se habían instalado en las mesas y miraban directamente el televisor. Afuera, con las velas encendidas y una multitud que iba aumentando empezamos a cantar el Himno nacional. Mucha gente tenía lágrimas en los ojos. Algunos caminaban con bebés en los brazos, pedían paso, mientras cantaban. No había insignias políticas ni tampoco marchas partidarias. Un ciudadano se había convertido de pronto en el padre de todos. Pedía justicia, peticionaba a las autoridades, al Poder legislativo cuya sede es el Congreso de la Nación. Cantamos el Himno Nacional nuevamente. Las velas se apagaban por el viento y volvían a encenderse. La luz que emitían era un símbolo, la lucidez de la gente reunida, del acto en sí era lo que primaba. La marcha continuaría en la Casa de la Provincia de Buenos Aires, el petitorio de Blumberg también se entregaría ahí. El secuestro, tortura y asesinato de Axel Blumberg ocurrió en esa provincia, donde otros hechos similares se vienen repitiendo. Los que fuimos pensamos en nuestros hijos, sobrinos, padres, maridos, mujeres,  en nosotros mismos.  Esa difusión boca a boca que tuvo la convocatoria al acto,  esa nueva forma de comunicación donde se confía más en los mensajes que nos envían los amigos que en los grandes medios de comunicación, si bien algunos medios masivos se ocuparon muy bien del tema. También en España ocurrió otro tanto a partir de los acontecimientos del 11-M. En un artículo publicado en el diario El País de España este último domingo 4 de abril, un experto en comunicación  Adrian Wheeler habla sobre este tema. “Internet ha cambiado el mundo de la comunicación y de las relaciones públicas” dice y agrega: “Personalmente pienso que es un estupendo y saludable control que antes tenían sobre la información los políticos, o los presidentes de algunas compañías. Internet permite a la gente buscar la verdad por detrás de cualquier declaración oficial pensada y retocada. Permite ir a por la verdad detrás del camuflaje”. Cuando la periodista le pregunta acerca de las fuentes de información, qué pasa  si no se conocen,cómo saber si lo que se recibe por internet es verdadero o falso,  Wheeler responde que eso es cierto, pero que se puede ir a otras fuentes de referencia y seguir la búsqueda. El experto recomienda decir la verdad como clave de una buena comunicación. La verdad está también en las firmas que se están juntando para que el petitorio presentado por Juan Carlos Blumberg sea tratado por el Poder Legislativo. Hay planillas para firmar en muchos lugares de Buenos Aires, están a la vista, la gente está firmando.

                                                    Araceli Otamendi

           

 
 
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