Buenos Aires (Carolina Hermo)
En abril de este año, el escritor estadounidense Paul Auster estuvo presente en nuestro país. En el Museo de Arte Latinoamericano Malba se dictaron una serie de encuentros respecto de él y su obra.
Tuve la oportunidad de participar en la charla que, en el Malba, estuvo conducida por Cristina Piña, así como del Seminario de cine y literatura, dictado por el mismo Auster: "Objetos inanimados. Emociones vívidas. Observaciones sobre la narración cinematográfica".
Durante el seminario, Auster, con particular calidez, profesionalidad y simpatía, realizó un recorrido por distintas escenas de la cinematografía para mostrar cómo, a partir de objetos inanimados, y apenas con muy pocas palabras, acaso sólo las necesarias, se pueden decir muchas cosas.
Emprendimos la travesía con un fragmento de la película francesa “La gran ilusión": la primera guerra mundial; sólo una mesa sobre la cual habían quedado restos de platos sucios, sin nadie ya sentado a su alrededor, para observar cómo se plasmaban allí la ausencia, la soledad, el horror de la guerra.
Luego, el turno de “El ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica, y una imagen estremecedora: un salón de objetos empeñados; el símbolo del despojo, de la pérdida, la desprotección.
A través de la mirada de Auster, recorrimos también una película japonesa de Ozu. Una familia de la post-guerra, apenas un reloj pulsera, un hombre, su nuera y, desde aquel paisaje, la lucha por la superación.
Por último el gran escritor nos llevó a la India, junto a “El mundo de Apu”y una situación donde todo parece estar dicho a partir de un broche de pelo y un paquete de cigarrillos.
En este recorrido que abarcó la primera parte del seminario, Auster mostró modos ejemplificadores de trasladar algunas técnicas narrativas al arte de la cinematografía.
La segunda parte del Seminario fue más coloquial. El escritor se refirió a la historia del cine en los Estados Unidos, y llamó al cine norteamericano actual "El entretenimiento industrial". Según sus propias palabras..."hoy siente rechazo por el cine americano".
Dijo haber leído a Borges a los 17 años de quien le gustó más la prosa que la poesía, a Cortázar, Puig y Eloy Martínez; éste último a quien conoció personalmente.
Aquí el público tuvo la oportunidad de plantearle en forma directa sus interrogantes. A partir de ellos, hizo alusión a temas tales como su relación con los libros, su pasado como traductor, la miseria, lo sobrenatural, el atentado a las Torres Gemelas y su pasión por la ciudad que lo alberga, Nueva York.
Auster concluyó el seminario con estas palabras: "Creo que lo que más atenta contra un escritor es la arrogancia. El trabajo del escritor consiste, a mi entender, en hacer reales las ideas".
Si tuviera que definir a Paul Auster diría: un incansable buscador de respuestas, un escritor que comparte su intimidad, sus dudas. Capaz de establecer una verdadera díada entre autor y lector. Audaz, impredecible, reflexivo. Un hombre que siente el lenguaje como el único instrumento que tenemos para entender al mundo.
De las obras de Auster, guardo mi predilección por su primera novela "La invención de la soledad", escrita en 1982. El comienzo de todo, así se refiere a esta obra este escritor norteamericano, quien empieza a escribir el libro a partir de la muerte de su padre. Se trata de un relato autobiográfico y se divide en dos partes: Retrato de un hombre invisible y El libro de la memoria. Aquí Auster refleja el gran enigma de la paternidad. Nos encontramos con el padre, con el hijo, con el hombre.
Así nos habla Auster de su padre: "Era un hombre invisible, en el sentido más profundo e inexorable de la palabra. Invisible para los demás, y muy probablemente para sí mismo. Si cuando estaba vivo no hice otra cosa que buscarlo, intentar encontrar al padre que no estaba, ahora que está muerto siento que debo seguir con esa búsqueda. Su muerte no ha cambiado nada; la única diferencia es que me he quedado sin tiempo."
Paul Auster. Nacido en 1947 en New Jersey. Autor de, entre otros, “El país de las últimas cosas”, “La trilogía de Nueva York”, “Leviatán”, “El palacio de la luna”, “El cuaderno rojo”, “Mr. Vértigo”, “A salto de mata”, su último libro “Creía que mi padre era Dios” - en donde reúne relatos narrados por los oyentes de un programa radial - y de guiones como “Smoke Blue in the face” y “Lulú on the bridge.”
El año que despedimos, ha estado teñido de dificultades para nuestro país. No fueron muchos los representantes del arte y la cultura que de otros lados del mundo, se han animado a venir a la Argentina.
Paul Auster fue parte de esa minoría que, acaso desoyendo voces de disuasión con respecto a visitar un país que se había convertido en "poco recomendable" para los extranjeros, eligió en cambio escuchar aquellas otras: las de su compromiso con los lectores.
Para él, todo nuestro reconocimiento.
Carolina Hermo es argentina. Ha participado de diversos talleres literario y actualmente realiza taller de escritura individual con el escritor Héctor Lastra. Ha publicado cuentos en varias revistas literarias y en la Antología II "Letras de Oro", año 2002.