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¿Cómo nos verán los ángeles?
 

El escritor argentino Luis Buero nos da su mirada sobre la autoestima y su consideración en la sociedad actual
¿Cómo nos verán los ángeles?
Por Luis Buero
 
Uno de los grandes dramas psicológicos de la actualidad es la
aparentemente nada esquivable necesidad del hombre de tener autoestima para
lograr sus fines, y en especial, una autoestima "alta". La ausencia de
autoestima, o su presencia desinflada, es  el crayón que hoy tiñe de gris la
vida de las personas,  pues   la  falta de este ingrediente  las lleva a
realizar malas elecciones y emprender caminos equivocados, según dicen los
que saben. 
Los hombres transitamos por el país recordando nostálgicos una época en la
que disfrutábamos de un empleo seguro,  dos autos en el garaje ,  tres hijos
en escuelas privadas,  y cuatro champúes en el placard del baño. Ahora,
mientras nos lavamos la cabeza con jabón de la ropa, nos preguntamos
desesperados, cual personaje de Almodóvar, "¿ qué hice yo para merecer
esto?". Y de pronto suena el teléfono y nos avisan que hemos sido
despedidos, y que la empresa no tiene plata para mandarnos el telegrama.  
Paradójicamente las mujeres  están cada día más exigentes, intolerantes y
egocéntricas.  Sus maridos y novios  les sugieren que exorcicen su carácter
en una terapia psicológica, la que inevitablemente las  impulsará a ser más
egoístas, intolerantes y egocéntricas, porque les "fortalece la autoestima".
Y así, como actores que desesperadamente necesitan el aplauso poniendo su
felicidad en manos de los demás,  la autoestima del  "homo argentinus"  sube
y baja como pelota de un encarnizado partido de fútbol, en el que juegan  a
diario  sus  proyectos contra sus frustraciones, ganando estas últimas,
muchas veces por goleada.
Aunque las ideas originales de  Adam Smith o Carlos Marx  hubieran sido
respetadas y habitáramos hoy un mundo ideal, igualmente nuestra necesidad de
autoestima persistiría. El error,  consiste en la absurda creencia de que la
existencia de la raza humana tiene un sentido material, y lo que es peor,
una misión no espiritual. 
Cuando miramos con desdén un simple hongo, fruto de la humedad ambiente,
erigirse involuntariamente al costado de un árbol,  consideramos que por su
inutilidad, fragilidad y furtiva temporalidad, ese parásito es una vida al
cuete.  Sin embargo creo que lo único que nos diferencia de esa planta es
la racionalidad, que nos ha servido para dividir, separar, desunir, y
llenarnos de una vanidad absurda. Nuestra ceguera nos impide comprender que
ese honguito también representa humildemente a Dios, desarrollando su ciclo
vital sin conocer  la palabra autoestima y sin suponer, como los humanos,
que  debe cumplir un destino bíblico.    La realidad no tiene la obligación
mística de adaptarse a nuestros sueños, por lo tanto la depresión, la
envidia, la ira, el despecho, el rencor, la frustración, la decepción,  no
son más que fantasmas que nos envenenan tontamente. Siempre nos pasa lo
mejor que nos podría ocurrir, dadas las circunstancias. Por eso, pienso que
debemos pelear por nuestros derechos, si, y materializar las ideas,  pero
cumpliendo una tarea "técnica", sin odios ni resentimientos, sin juicios
condenatorios hacia nosotros o sobre los demás, porque en ningún lugar está
escrito que las cosas deberían ser de otra manera. Entendamos que nuestra
existencia y la de nuestros enemigos o adversarios no es más trascendente
que la de ese  honguito. Es hora de llamar a unas cuántas persona y
decirles: "gracias y perdón".  Y también de que nos deshagamos  de la
necesidad de autoestima para poder actuar,  porque su termómetro es una vana
ilusión de la  personalidad.  Usemos el tiempo que nos queda de vida en
amarnos a nosotros mismos sin vanidad ni egoísmos, y en dar solo amor a
nuestros semejantes. Aún a aquellos que nosotros creémos que no lo merecen.
Y cuando en nuestro futuro velorio alguien diga " no somos nada", nosotros
le sonreiremos desde el más allá, porque eso  ya lo sabíamos de antemano.
 (c) Luis Buero
Sobre el autor: Ver Galería de Escritoras y Escritores en Archivos del Sur
 

 

 
 
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