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Con Homero Aridjis, por Pablo Gámez
 

“Nos enfrentamos a una cultura del abuso que no deja de cesar”.



 

 

Homero Aridjis (Michoacán,1940) no quizo ahorrarse pólvora en su primera respuesta: “En el contexto internacional que vivimos la división entre riqueza y pobreza parece ser insalvable. Se ha consolidado un Norte rico y un Sur pobre. Pero no sólo eso. Somos también  testigos de la existencia de poderes supranacionales y de enormes injusticias. Por ello era necesario abrir un espacio de reflexión para que los notarios de la memoria de la humanidad estudiaran su participación y contribución presente y futura”.

 

Aridjis se refiere así al Congreso Mundial de Escritores, el cual fue organizado recientemente por el PenClub –del cual es su presidente saliente-- y que agrupó en México a más de doscientos escritores de 83 países. Durante dos días, el Palacio de Bellas Artes del Distrito Federal mexicano fue escenario de una avalancha de conferencias y debates que giraron sobre un tema central: “Diversidad Cultural y Libertad de Expresión”.

 

Homero Aridjis: “Por ello fue que el congreso abrió con un llamamiento para recordarnos que la paz social descansa en la aceptación del otro y en la pluralidad. Es importante hacer este énfasis en la tolerancia. Porque la desconfianza y suspicacia que nos despiertan los demás, no solamente los que tienen otras religiones, sino también los pobres y los migrantes, está convirtiendo al mundo en lugar de confrontaciones desmedidas  y conflictos inútiles”.

 

Luego, con una voz medida y pausada, Aridjis dice:  “Defendemos que la expresión libre de la diversidad es el camino para demostrar al mundo que la tolerancia y el respeto pueden existir. Inevitablemente nos dirigimos hacia una humanidad global y sabemos que en ella se está conformando nuestro rostro futuro, el cual tiene que ser espejo de la pluralidad racial y cultural”.

 

“Pero la enorme desgracia”, señala Aridjis, “es que se está regando demasiado sangre por el camino para conseguirlo. La unidad no puede ser la uniformidad. Por lo que la absorción de la humanidad no puede darse tampoco en un solo rostro. De ahí la reacción de los fundamentalismos étnicos, religiosos, los nacionalismos. Esa desconfianza del y hacia el otro se está alimentando también con las medidas migratorias, de fronteras y de control de pensamiento. Sinceramente no puedo ser optimista ni pesimista”.

 

Hay un silencio que cava en el hilo de la conversación. Unos segundos después el autor de “La leyenda de los soles” replica que al finalizar el siglo XX ,una de las grandes causas del subdesarrollo económico y espiritual de las naciones ha sido el absoluto irrespeto a los derechos culturales de cada individuo.

 

“Esto ha sido la dinámica negativa de la historia: ignorar los derechos de las personas”, explica Aridjis. Y agrega: “Cualquiera que se interese por la historia encontrará este fenómeno en todas las sociedades y tiempos, pero con especial énfasis en el siglo XX. Por lo que el problema está lejos de ser superado.  En estos tempranos años del tercer milenio vemos a Cain con la quijada de burro, matando al hermano indefenso”.

 

“Injusticias y agujeros negros sobran en el planeta, pero en especial en América Latina. Por eso es que desde la presidencia del PEN he tratado de hacer lo posible por combatir estas plagas. Además he priorizado la creación de organizaciones de tipo civil en Latinoamerica, porque es en este continente donde los escritores y periodistas han sufrido más por las represiones políticas y militares”, agrega Aridjis.

 

“Nos enfrentamos ante una cultura del abuso que no deja de cesar. La quiebra de esta espiral solamente puede llegar a producirse a través de movimientos de conciensa, pero es algo extremadamente difícil de lograr cuando presenciamos el recrudecimiento de las injusticias, del terrorismo y de ciertos conflictos olvidados. Además: tenemos un monstruo adelante que es el arsenal de las armas nucleares. Hemos crecido en la barriga de esa bestia, y su amenaza es más que latente”, dice Aridjis.

 

.Pero no cabe sorprenderse. Cualquiera sabe que el nombre de Homero Aridjis figura no solamente en cuadernos literarios. Es un escritor que se encuentra en la primera fila cuando se trata de combatir injusticias y atropellos a la dignidad humana. Otro de sus grandes compromisos ha sido el de evitar la homogenización cultural para salvaguardar las distintas lenguas y culturas.

 

Aridjis: “Frente a la tendencia globalizadora de la economía, la literatura no está valorizada en criterios de calidad, sino que está dominada por la mercadotecnia de los agentes literarios y de las editoriales. En ellos prevalece los criterios del negocio y lo único que consiguen es confundir al lector que fundamentalmente se encuentra en países que sufren  de un neocolonialismo cultural. Entonces se confunden los valores comerciales con los valores literarios. Como cuando se hablaba de la leche para alimentar al bebé: la leche procesada estaba imponiéndose sobre la materna. Y en esencia es lo mismo”.

 

El poeta y ensayista se acomada en su asiento y recuerda con satisfacción que el de México ha sido el Congreso Mundial de Escritores más concurrido desde la creación del PenClub en 1921. Aridjis: “De hecho ha sido el primer congreso mundial de escritores del nuevo milenio celebrado en América Latina. Como le dije y por el tenor de los debates y discursos, el evento se tradujo en una fiesta de escritores a favor de la diversidad cultural y la libertad de expresión”.

 

Homero Aridjis: “De este Congreso salieron propuestas y descubrimientos. No tenemos los recursos humanos ni económicos para promover una propuesta a nivel global, pero sí tenemos la autoridad moral. Por ello quisimos que en el congreso hubiera una presencia especial de las literaturas que se expresan en lenguas indígenas. En México los indígenas pueden ser cualquier cosa, pero no mexicanos. Y esto es porque se expresan en sus propias lenguas. El Congreso tenía como uno de sus propósitos reivindicar la literatura indígena, y uno de los resultados concretos es que a partir del 2004 tendremos un Centro de Literatura Indígena”.

 

Considerado por Octavio Paz como uno de los escritores más prolíferos de su país, Homero Aridjis se felicita también porque España ingresó oficialmente en la mayor organización de escritores del mundo. “La ausencia de los españoles era una aberración cultural”, explica Homero Aridjis, “pero en definitiva la hemos superado”.

 

Relevado al frente del PEN por el ensayista y novelista checo Jiri Grusa, Aridjis recuerda que fue el primer escritor mexicano que asumió la presidencia internacional de esta organización de escritores.

 

Aridjis: “En aquellos años el PEN era una organización dominada por el eurocentrismo y el mundo anglosajón. Los países y escritores de otras lenguas no tenían mayor importancia. Sufrí el dominio del inglés como una lengua impuesta a todo nivel. Por ello es que en este último Congreso Mundial de Escritores hablé en español, como una afirmación y un derecho cultural”.

 

“Durante todos estos años he luchado para que el PEN alcance un rostro más mundial. Debíamos alcanzar una organización modelo y ejemplar para los escritores de todo el planeta. Sin embargo, para defender los valores de la democracia desde el PEN había que exorcizar a la organización e inyectarle altas dosis de apertura interna. De lo contrario era imposible gestionar la liberatad de periodistas y creadores detenidos, apoyar las lenguas minoriatarias y fomentar la libertad de expresión en el mundo. En lo personal creo que la organización finalmente está a la altura del nuevo siglo”, concluye el también cofundador del Grupo de los Cien.
 
 
(c)Pablo Gámez- Todos los derechos reservados
 
 
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