(Málaga) Pablo Gámez
Sobre la Plaza Merced desembocan las arterias de una ciudad cuya milenaria historia nace del mar, de los primeros navegantes y comerciantes que llegaron a estas costas desde el Oriente Mediterráneo hace ya dos milenios. Este cruce de culturas y de historias clásicas vio crecer a un niño que para su edad pintaba demasiado bien las palomas y los toreros. La casa donde nació Pablo Picasso se distingue fácilmente. Es demasiado pequeña para un genio tan grande. Quizá fue sobre la arena de esta Plaza donde Picasso ensayó sus primeras líneas e imaginó las formas que le daría a las paveros, a los vendedores de leche con sus hatos de cabras, a los guitarreros, criadas y soldados, todos ellos girando en torno al monolito que se alza en el centro arbolado en homenaje al general Torrijos, cuyos lemas de justicia y paz fueron los referentes de aquel niño que luego revolucionaría todo el arte del siglo XX.
Estamos en el sur de la Península Ibérica y Málaga celebra hoy la creación del Museo Pablo Picasso, uno de los mayores eventos culturales de las últimas décadas en Europa. Pero han tenido que transcurrir 122 años para que el artista regresara a su ciudad natal. Algo que para la gran mayoría resulta incomprensible, pero que encuentra sus razones en la historia de la dictadura española.
“El compás de espera tiene su explicación en la larga dictadura que se estableció en el país con el general Francisco Franco”, explica Carmen Giménez, directora del nuevo Museo Pablo Picasso, para luego agregar: “La mala suerte es que Picasso murió el 8 de abril de 1973, dos años antes de la muerte del dictador. Picasso nunca regresó a España durante el periodo de Franco. Y fue hasta 1980 que tuvimos la oportunidad de iniciar una serie de actividades y exposiciones para hacer que el artista volviera a su ciudad. Por aquellos años Christine Ruiz-Picasso me invitó a que visitara su colección privada. A partir de ese momento fue que nació la idea del museo”.
Carmen Giménez explica que durante la década de 1990 hubo dos eventos decisivos que facilitaron la creación del Museo Picasso. Fueron las exposiciones Picasso Clásico y Picasso, primera mirada. Ambas muestras tuvieron lugar en Málaga y fue cuando la emoción se apoderó de Christine Ruiz-Picasso, heredera de la obra del gran maestro. Así quedaba superada la polémica que hubo en el año de 1954, cuando Picasso ofreció a Málaga una jugosa donación de sus obras, la cual había sido rechazada por razones políticas. “Picasso sufrió muchísimo por el hecho que la dictadura impidiera que sus obras volvieran a su ciudad natal, por lo que vivió tremendamente marcado por ello”, agrega Giménez.
Christine Ruiz- Picasso fue una ceramista que ingresó en el cìrculo familiar de los Picasso en los años 50 del siglo pasado, y se convirtió en la segunda mujer de Paul, el primogénito del pintor. Carmen Giménez insiste que sin Christine Ruiz-Picasso el nuevo museo no existiría. “Su tenacidad y entrega permitieron que este museo se levantara. Recuerde que las colecciones han sido desinteresadamente donadas. Hablamos de más de una docena de óleos, nueve esculturas, gran cantidad de dibujos y más de 50 grabados, además de cerca de diez cerámicas. Otro de los grandes donantes de la colección es Bernard Ruiz-Picasso”.
La colección permanente del Museo Picasso resulta impresionante y se encuentra distribuida en doce salas habilitadas. Pero con razón se preguntará qué es lo que el visitante puede ver en Málaga que no encuentre en los museos de Barcelona o París.
Carmen Giménez: “Es imposible realizar una comparación con los museos que cita. Son instituciones privadas que manejan grandes sumas de dinero, lo cual les permite adquirir las principales obras de los maestros. Lo interesante de la colección del museo que dirijo es que el visitante se encontrará con obras de Picasso desconocidas. Son obras que han permanecido en colecciones privadas de sus familiares. Es decir, nuestra colección es verdaderamente íntima, y proyecta a un Picasso ignorado por una enorme mayoría”.
La colección permanente del Museo Picasso abarca todos los períodos, técnicas, materiales y estilos de la carrera de Pablo Picasso. Hay obras emblemáticas como La niña y la muñeca, Retrato de Paolo con gorro blanco o Retrato de mujer con cuello verde, además de Olga Koklova. Otra obra de enorme valor es Casagemas muerto, tributo de Picasso a su amigo el pintor Carles Casagemas. Carmen Giménez explica que a diferencia de otras colecciones, la del Museo Picasso le brinda al visitante un recorrido por “las inflexiones fundamentales de la carrera del artista”.
Carmen Giménez: “Queríamos un viaje en el tiempo, lo hemos conseguido. Tenemos al Picasso adolescente. Tenemos dibujos que muestran el inicio del cubismo y varios ejemplos de su gusto por las figuras escultóricas en la pintura. En nuestra colección también están presentes las mujeres que poblaron su vida sentimental. Y finalmente sus últimas obras, aquellas que realizó al final de su vida”.
El Museo Picasso abre con una exposición temporal bajo el nombre El Picasso de los Picassos. El objetivo de la muestra era el de reforzar el carácter familiar de la pinacoteca. Según Carmen Giménez “decidimos arrancar con una exposición a través de la cual se proyectara el protagonismo de la familia en la obra del pintor. Por así decirlo, este museo viene a ser algo así como el primero de la familia Picasso”.
Enclavado junto a la Catedral y en plena judería de la ciudad, el edificio que alberga el museo es un palacio del siglo XVI que mezcla tres estilos arquitectónicos: el renacentista, barroco y contemporáneo. Varias de las salas de exposición están cubiertas por techos de cristal. El museo esconde la sorpresa de poder contemplarse en el sótano, a través de unas pasarelas de madera, restos fenicios y romanos.
Uno de los aspectos más importantes de este museo es la recuperación de la memoria artística de Pablo Picasso, pero también el reforzamiento del canto a la libertad, a la democracia, a la paz y a la convivencia que se encuentran en toda su obra.
Carmen Giménez: “Vivimos en un mundo de enfrentamientos y guerras. De sangrientos conflictos armados y de intereses mezquinos. Toda la obra de Pablo Picasso está cruzada por una lanza de libertad y movimiento. Por un grito que pide respeto y justicia. Recuperar la memoria histórica de Picasso es enfrentarse con el presente que nos ha tocado vivir”.
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