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Estás aquí:  Inicio >>  Cuentos, poemas, relatos >>  Poemas, Cristina Chaca
 
Poemas, Cristina Chaca
 

Llueve

Voy de camino.
Me acerco a la ventana contemplo y me detengo.
El susurro del agua captura mis sentidos y
mis oídos intuyen perfiles de buenas intenciones.
Esa química esencial serena incertidumbres y mi mirada inventa charcos en los remotos rincones de mis juegos.

El agua bautiza palabras con forma de recuerdos y de futuros tan inciertos como ella,
mientras las baldosas del patio se enamoran de sus finos tacones transparentes.
Los árboles sacian su sed a puro instinto.
La hiedra llora sus verdes sueños de verano y las rejas se engalanan con collares de cristales en suspenso.



Llueve

Voy de camino.
Me acerco a la ventana contemplo y me detengo.
El susurro del agua captura mis sentidos y
mis oídos intuyen perfiles de buenas intenciones.
Esa química esencial serena incertidumbres y mi mirada inventa charcos en los remotos rincones de mis juegos.

El agua bautiza palabras con forma de recuerdos y de futuros tan inciertos  como ella,
mientras  las baldosas del patio se enamoran de sus finos tacones transparentes.
Los árboles sacian su sed a puro instinto.
La hiedra llora sus verdes sueños de verano y las rejas se engalanan con collares de cristales en suspenso.

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Barriletes negros

No cuento contigo para hacer historia.
Has cerrado el camino para los – ¿recuerdas?
No habrá discusión ni coincidencia.
Los recuerdos piden legitimación a la memoria.
¿Cómo saber si mi certeza no es delirio?

Nunca es gratis soltar las manos de la sangre.

No fue el amor, precisamente, el hilo que cosió nuestras palabras; y la noche se deshilacha dejando caer triciclos y muñecas.
Las pesadillas son barriletes negros en el cielo.
La infancia es un barco a la deriva, en el inabordable mar de la memoria fragmentada.
A quién le contaré lo que recuerdo.
No hay punto de partida o de llegada.

Todo es universo cuando no hay historia; es caos que no permite contrapunto.

En un rincón, algunas verdades ejercitan su paciencia.


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Para tus ojos


Habrá de recorrerme el mar.

Se desvestirá en mi voz
un canto nuevo.
Seré mariposa entre tus manos
aunque me condene
a perder todos los días de mi vida
                                      menos uno.

Me vestiré de seda
pintaré mis labios
                como nunca.
Habré de perfumar
hasta el último de mis silencios
y estrenaré tacones
tan altos
           como tus sueños.

Pero para tus ojos
andaré por la vida
como me ves,
               siempre desnuda.
Retozando en tu cama
como una pregunta
               que sólo tu piel
                             consigue acallar.

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Ausencia


Y la palabra
sobrevivió a la ausencia.

Tuvieron que morir
tantas cosas
para que tú y yo,
habláramos de ellas.

Se abolieron gestos
y contactos.
La palabra
suturó vacíos
y remedió la confusión
de tantos casi.

Luego
el tiempo,
las cosas,
el cansancio,
y este vicio mío
de querer
a contramano.


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Antesala

No hay nada que hacer.

El sol,
que no me ha visto,
ha decidido marcharse
con mi última certeza.

La noche,
que no llega,
va a encontrarme desalmada.

Salvo el horizonte,
todo es inquietud.

El verbo se conmueve
y lo que es,
será fue.

Una sonrisa
se resguarda
entre paréntesis.

Dudaré.

Un silencio opaco
viscoso y quieto
convoca a la muerte
y un fantasma
sin nombre
comparte conmigo su ausencia
sin prometerme nada.


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Amanece

 

Despierto con los últimos pájaros de la noche
aleteando sobre el borde oscuro de mi vientre.

La luna es apenas una sonrisa en el cielo
y como hilachas cuelgan, irracionales,
los vestigios de un mundo enajenado.

Cae la última estrella;
el cielo se parte en dos.
Una serpiente deja su último vestido
para morir de cara al sol.

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La mirada de Lucía

 

Voy y vuelvo.
Limpio mis pies
de tanta palabra muerta.

Me cuento un cuento.

Caigo,
alucino versos;
tropiezo,
me escapo
y olvido.

Una vuelta más,
una sola,
y reintento.

Deslizo una cremallera falseada que siempre vuelve a abrirse por
detrás del broche.
Busco hacia arriba y pregunto quién sostiene a las estrellas, allá
tan lejos, justo donde quisiera colgar, por un día, mi amargura.
Encuentro. Me asqueo, y tiro.
No creo en nada; en esto, tampoco.

Será por eso que cuando me miras, con los ojos aún vírgenes de tanta
negrura, te esquivo para que no adviertas que pienso que lo mejor, se
me ha quedado por detrás de mi sonrisa.
Tu inocencia insiste, y rompes los cristales de mi pena por donde se
cuela el frío de mis sueños rotos.


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Ida y vuelta

 

Llevó un sueño atado a la cintura
su piel, en rebeldía, fue al encuentro de unas manos,
el faro de sus ojos
fragmentó el mapa de la noche
y el deseo marcó el ritmo de sus pasos.

Todo fue para volver sobre sus huellas como siempre,
cobijando su sonrisa en un bolsillo,
la costumbre haciendo moños con su llanto
y la luz de su mirada inventando otra pregunta.


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Más allá de mí


Mas allá de mí
un sereno valle
de acunadas amapolas,
un latido de mar
inconmovible,
una ráfaga de vida:
la cima de la montaña.

Mas allá de mí
un pájaro,
una sorpresa,
la sábana azul
de un cielo
recién lavado
por una lluvia
milenaria.

Cuando estés allí,
frente al cristal de mi risa,
ríete conmigo
a muerte
pero no la toques...

Más acá de mí
no vengas,
no me llames,
no te asomes
a mi ausencia.
Podrías sucumbir
eternamente
en la oscuridad
de mis silencios.


© Cristina Chaca

 

 

 

 
 
Sobre la autora:
 Cristina Chaca, nació el 15 de julio de 1948 en la República Argentina y reside actualmente en la ciudad de Buenos Aires. Es Licenciada en Psicología, con postgrado en psicología clínica; profesión que ejerce desde hace 23 años.
Con sus poemas ha  participado en cuatro Antologías editadas en papel( tres de ellas gestadas en un foro de Internet de origen español y una de ellas editada  en Buenos Aires). En julio del 2003 la Editorial El Aleph.com  editó su primer libro Entre trazos y palabras  en el que ha compilado parte de su material literario con ilustraciones de su autoría.
 
 
 
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