JOAO GUIMARAES
Pero sentí: me sentí. Aguas para hacer mi sed.
Gran Sertón: Veredas
Estoy contra del tiempo y en favor de la eternidad.
J.G.R.
Aparecido en la textura de sangre de los lobos.
Hay lápidas hermosas para la conspiración del viento:
¿hablarás con la mudez urgente del grito más alto,
dibujando la lepra del miedo?
¿Es que hablarás con el distorsionado brillo
de tu esplendor a solas?
Aquí, donde ellos se reúnen para la aventura
aun antes de las intrincadas felonías de su especie,
yo llego,
llego con mi armadura de selvas
y la herida, esta incompleta mañana
en el teatro desvelado del futuro.
Astuto artificio el de las hierbas
implorando las envolturas del alarido elemental.
Esperé la cacería hasta arder sin recordarme.
¿Cómo eran la antigua fiebre sobre el llanto,
mis padres dormidos bajo extrañas celosías,
el perro emperador que desesperó de su mito,
mis manos ciegas en la puerta
cuando la música bendice su rumor
de luto y desbordado?
Ese manantial que se desangra fue una fiesta.
La he cantado en las borrascas.
¿Qué absolución para esta fiesta?
Anchura, mármol husmeador y el universo.
¿Qué después de quebranto entre los abalorios?
La amarilla ceniza -sudario de mi Gólgota-
deberá resurgir en el desierto
cuando se cierre, apenas con un soplo.
Manuel Lozano
Buenos Aires, junio de 2001
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