En este libro de la escritora chilena María Cristina da Fonseca nos internamos en un mundo fascinante y en una historia llena de magia y poesía.
De los días felices en que Humocaro quería morir
María Cristina da Fonseca
Editorial Dolmen
(Buenos Aires) Araceli Otamendi
Dice Carlos Fuentes en su libro “Geografía de la novela” que no hay futuro vivo con un pasado muerto. También el autor mexicano sostiene que a partir de Borges, Asturias, Carpentier, Rulfo y Onetti, la narrativa hispanoamericana se convirtió en violación del realismo y sus códigos, se convirtió en creación de otra historia, se manifiesta a través de la escritura individual pero que propone, al mismo tiempo, el proyecto de recreación de una comunidad dañada. Fuentes dice también que los escritores de Iberoamérica nos proponen una contribución propia de la literatura. La utopía americana, creación del lenguaje, se fue a vivir a la mina y la hacienda, y de allí se trasladó a la villa miseria, la población cayampa y la ciudad perdida. Con ella, de la selva a la favela, de la mina a la chabola, han fluido una multitud de lenguajes, europeos, indios, negros, mulatos, mestizos. La novela latinoamericana nos pide expandir estos lenguajes, todos ellos, liberándolos de la costumbre, el olvido o el silencio, tranformándolos en metáforas inclusivas, dinámicas, que admitan todas nuestras formas verbales: impuras, barrocas, conflictivas, sincréticas, policulturales. De esto da cuenta la autora chilena María Cristina da Fonseca en su novela “De los días felices en que Humocaro quería morir”.
Con un lenguaje lírico la autora chilena narra una historia fantástica: un pueblo inundado primero, va sepultando a familias enteras en el barro, una ola de barro que corre por la calle principal y va tragándose todo lo que encuentra. El barro entra también en las casas y arrasa con personas y con cosas y también el barro entierra viva a una niña. Todo ciclo de vida y de muerte implica también una metamorfosis: el lodo también parece haber traído “unas raras y secretas semillas” que germinarán después como orquídeas excepcionalmente moradas. Serán estas flores exquisitas las que transformen ese pueblo arrasado, Humocaro, en un lugar donde la “muerte ha muerto” y así se transformará la gente y todo lo que allí vive. María Cristina da Fonseca suelta su imaginación en esta bellísima historia que se puede enmarcar en lo que literariamente se llama “realismo mágico”. De muchas lecturas el libro e intensamente poético puede leerse también como una metáfora de la realidad latinoamericana ya que como dijo también Carlos Fuentes para conocer la verdad, no hay camino más seguro que una mentira llamada la novela, tesis sostenida también por el escritor peruano Mario Vargas Llosa, en su libro “La verdad de las mentiras”. No hay más barreras en el lenguaje y la imaginación que las palabras y la ausencia de éstas. Cuando son bien empleadas pueden componer un mundo poético, fascinante, éste es el caso de este libro brillante de María Cristina da Fonseca. El libro fue declarado material didáctico complementario de educación chilena para a enseñanza de la literatura de cuarto grado de la educación media humanístico cientifica por el Ministerio de educación chileno.
María Cristina da Fonseca además de escritora es abogada. Sus cuentos aparecen en antologías de autores latinoamericanos publicados en el extranjero. Ha desempeñado en Chile importantes cargos de responsabilidad nacional donde contribuyó en proyectos e iniciativas legales. La autora estuvo radicada en Venezuela donde colaboró con prestigiosas publicaciones y fundó dos establecimientos destinados a la difusión del arte popular latinoamericano.