Entre los libros de memorias no es tan común que madre e hija dialoguen. “Infancias” es un diálogo entre la célebre sicoanalista francesa Francoise Dolto y su hija Catherine Dolto.
Infancias
Francoise Dolto
Libros del Zorzal
121 páginas
Entre los libros de memorias no es tan común que madre e hija dialoguen. “Infancias” es un diálogo entre la célebre sicoanalista francesa Francoise Dolto y su hija Catherine Dolto. Recuerdos de la sicoanalista, preguntas y respuestas van armando el libro que puede convertirse en el espejo de la infancia de cualquier lector. Sólo que se trata de las memorias de una de las más famosas sicoanalistas francesas, quien se ocupó de difundir entre el público una nueva mirada hacia las relaciones padres-hijos y promover una ética de la educación donde la responsabilidad reemplaza a la culpa. Las relaciones familiares, los distintos personajes de cada familia, van apareciendo en este libro a través de la visión de la sicoanalista y de las preguntas que le hace su hija Catherine. Es un interesante y enriquecedor trabajo de la memoria.
Y como dijo la escritora P.D. James, en “La edad de la franqueza”, toda
autobiografía es una obra de ficción y toda obra de ficción es una autobiografía.
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“Uno reconoce bien a las familias de ambos lados, sobre todo por afinidades y enemistades, tensiones familiares. Uno reconoce un poco que no existe el mismo estilo de vida en el lado paterno y en el lado materno, que seguramente tiene un pasado diferente, pero no se es verdaderamente consciente de ello”.
“Pero nos sorprendía ver que Mamá no era querida en la familia de Papá y que la familia de Papá no era querida por Mamá. Ibamos con Papá, pero una de cada dos veces Mamá no venía con nosotros. Se inventaba una buena excusa porque para ella eran “ordinarios”. No “vulgares”, aclaraba ella, sino “ordinarios”. Es cierto, podrían haber sido comerciantes o artistas – de hecho, mi tío político era grabador y su hija, mi prima mayor, violinista profesional-, pero no hablaban más que de la carne, de cómo la habían cocinado, de si la ensalada estaba buena”.
“Una cosa importantísima, que me ha ayudado a vivir en la realidad, ha sido el periódico de niños que venía cada ocho días. He aquí otra cosa que marcaba la semana: la llegada del periódico, la Semaine de Suzette. Y antes de este periódico semanal, que mostraba a niños como yo, habían circulado viejos periódicos de niños, que estaban encuadernados y que habían sido los periódicos de niños de mis padres, de mi madre en casa de mi abuela, y también pequeños libros muy viejos, en lo de mi bisabuela, que databan de la infancia de mi abuela”.