Poemas de Jorge de Sousa Braga, traducidos por Susana Giraudo
Varios poemas de Jorge de Sousa Braga, traducidos al castellano por la poeta de Villa María (Provincia de Córdoba) Susana Giraudo
OS PéS LUMINOSOS
Jorge de Sousa Braga
Traducción de Susana Giraudo
Prólogo
Para caminar sobre el agua, es necesario antes que nada, tener los pies grandes. Lo suficientemente grandes como para que fluctúen a pesar de la gravedad.
Para caminar sobre el agua tenemos que descender a los propios pies. No sé si me hago entender. Es dificil a veces hacernos entender, así como lo es caminar sobre el agua.
Hay personas cuyos pies parecen hojas de nenúnfar. Viven en los lagos. Apartados del mundo. Florecen de Abril a Setiembre. Esconden en su pecho las flores más sorprendentes. Color de rosa en la mañana, un color de rosa que se va tornando progresivamente en azul hacia el final del día.
Innúmeros son los lugares a los que se puede llegar caminando sobre el agua. Lo que más me atrae es habitado por cardúmenes de peces ciegos. No hace mucho tiempo que partí. Tal vez (es la mejor de las hipótesis), de aquí a unos siglos les de noticias. Cuando los dedos de mis piés se iluminen de pronto.
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Los pies
Mil años que ellos estuvieran
inmóviles, ni aún así
tus pies hecharian raíces.
Al final del viaje
dos piés durmiendo
lado a lado.
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Los pies desnudos
A pesar de algunos siglos de carcel, conservan íntegra toda su frescura. Basta liberarlos... Al principio
vacilan un poco. Después, comienzan a correr. Resbalan en el pasto húmedo. Se detienen, por fin, estupefactos,
ante una malva en flor.
Tienen una apariencia grocera. No obstante, desempeñan con eficacia las tareas más minuciosas. Basta recordar
aquellos pacientes que pintan rododendros con los pies
y demoran el pincel en las nervaduras de las alas de
una abeja.
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El silencio
Es cada vez más dificil sorprenderlo. El se defiende (¿o seremos nosotros que nos defendemos de el?), se refugia en lugares cada vez más distantes, inhóspitos a veces : pantanos,grutas abandonadas.
Todo crece en el silencio. Todo crece en silencio. Desde
el arce hasta la vulgar tradescantia. Pero quienes mejor se adaptan son, sin duda, los miosótis.
Después de algunos minutos en silencio, ya no consigues
moverte por temor a pisarlos.
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AGRESTE
Esta noche soñé que era un río. Un río pequeñito, es
cierto, que nada conocia más allá de las montañas donde nacía, de los alisos y de los juncos que en él
se inclinaban. Como todos los ríos, lo que yo deseaba más ardientemente era desembocar.
Comencé a preguntar donde quedaba el mar, pero nadie me sabía responder. Me señalaban con un gesto vago
ora el este, ora el oeste. Elegí ya la forma de desaguar - en delta ,claro - pero no recogí aún el
menor indício de la proximidad del mar.
Una noche en que estaba descansando entre las dunas,
llegue finalmente a una conclusión (la misma a la que
todos los días llegaran antes de mi) : el mar no existía.
( Y esa conclusión era salada.)
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En lo alto del aguijón
Estoy triste : las libélulas
prefieren las hojas de los alisos
a mi piel.
La Osa Mayor
en el agua del río
abanicando la cola.
Pregunta a un eucalipto
la edad. El te dirá :
abrázame.
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De nuevo el silencio
El silencio es como si fuese agua. De aquella
agua pura de la montaña que se bebe directamente
por el corazón.
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Remolinos
Ríos hay que, en lugar de correr para la desembocadura, corren hacia su nacimiento.
Sintiéndose acosados, se ocultan bajo el mas denso
follaje.
Quien alguna vez se baño en ellos, quedó verdaderamente impresionado por la voluptuosidad de
sus aguas y de sus pequeños remolinos.
Tenemos que protegerlos de los otros rios más
poderosos y arrogantes. Bajo pena de morirnos
algún día, ahogados en nuestras propias aguas.
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Los guardaríos
¡Es tan dificil custodiar un río!
Sobre todo cuando él corre
dentro de nosotros.
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Nubes
Me siento como si viviese dentro de
una nube.
Blanca. Cierro los ojos y me
dejo arrastrar. Por el viento.
Es imprevisible el destino de una
nube.
Puede dar varias veces la vuelta
al mundo. O deshacerse contra
la montaña más próxima.
Pero eso, en nada parece afectarlas. Afectarme.
Vivo dentro de una nube,
cuyo destino es
andar errante. Y cuyos
límites son no tener límites.
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Laguna alta
Siempre me intrigaron esos lagos
de montaña colgados de las
nubes. Es como si fueran
gigantezcas copas de rocío que
las montañas levantaran para
brindar con cada nuevo día.
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Remos
Una de las cosas que aprendí muy
temprano aún, fue a remar.
De manera de conjugar el sonido
de los remos al cortar el agua
con el latir de mi corazón.
Aprendí primero a remar contra la
corriente. Y ahora no se - ni
me atrevo - a remar de otra manera.
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Piedras
No todas ellas son de igual modo
accesibles. Algunas resisten el
menor abordaje. Se cubren de
muzgo. U ofrecen una arista
cortante. Otras, sin embargo,
- las piedras solitarias en lo alto
de los montes, siempre en la
inminencia de desmoronarse -
Son extremadamente locuaces.
Sus interlocutores preferidos son,
no obtante,los abedules y no
los hombres.
Aquellos a quienes enseñaron que
hay quien tiene una piedra por corazón,
quedaron perplejos al
oir palpitar el corazón de las piedras.
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Cataratas
Ningún río consigue volar durante
mucho tiempo. Unos segundos a
lo maximo y ellos se despeñan
desde muchos metros de altura.
Aún mal repuestos del salto,
comienzan luego a correr a una
velocidad vertiginosa. Y de
nuevo se despeñan. Y solo
desisten cuando les espera el
mar ante ellos.
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El sortilegio del manzano
Debajo de un manzano todo
puede suceder. Se sentó debajo
de un manzano, a la espera
de que él florezca.
(¡Cuál habrá sido su espanto
al ver que en lugar del
manzano era él quién se
cubría de flores!)
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Un río moderado
Durante el día, su lecho seco puede
ser atravezado con seguridad.
Durante la noche, inunda las
márgenes, arranca los árboles