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Estás aquí:  Inicio >>  Cuentos, poemas, relatos >>  Todo animal nocturno, Manuel Lozano
 
Todo animal nocturno, Manuel Lozano
 

Selección de poemas de Manuel Lozano, que obtuvo el Primer Premio de Poesia, del Grupo El Semillero Azul, de Barcelona, por unanimidad. \"Todo Animal Nocturno\", forma parte del libro \"Bizancio bajo las aguas\", del mismo autor.
\"TODO ANIMAL NOCTURNO\"* (c)Manuel Lozano. Todos los derechos registrados Oscurear la oscuridad: Tal es la Puerta de Toda Maravilla. Lao Tsé, Tao Te Ching LA EXPIACION ...Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte y no la encontrarán, y desearán morir y la muerte huirá de ellos. APOCALIPSIS, 9:6 Fueron días y noches de heredar la lluvia, de prolongar mis soles a diestra y siniestra en este reino de víboras; alargados atardeceres en que hablaba con el hijo deforme que mi carne ha entregado a la carne del mundo. Mudez de cárceles, paredes indestructibles y la sombra del verdugo, ¿dónde agita la alucinación su herrumbre del principio? Leerás: La carne fue segada en un minuto. Entonces los ángeles arrojaban las uvas tenebrosas en el Gran Lagar de la Ira. Leerás: ¿Dónde quedó esa mancha entretejiéndose en la filosa, desierta noche de tu vástago inútil? ¿En qué trono semejante a un cordero insaciable que por su eterno fuego me abomina? ¿Bajo que recóndito árbol presenciaron el crimen, la perfecta aleación de la sospecha? He oído a los siervos. Vi la cercana coronación de esta derrota antigua, estudié cada idioma del futuro en el ojo del cíclope, derramé mi simiente en el vacío para esperar su cara. Los hombres lo han visto alguna vez, siquiera una. ¿Cuál es el rostro del amado en tanta oscuridad? ¿Cómo la piel con esta piel llegado el día? Te arrodillas frente a una esfinge que no sabes. Lavas un cuerpo llagado hasta las heces, embriagando con sangre su sangre dulcísima de barro del derrumbe. Has oído a los siervos. ¡Ay, ay de ti, Babilonia, ramera impaciente por toda eternidad de tus pródigos cercanos y tus esclavas ocultas, porque en una sola noche vino tu juicio! Se envenenaron las aguas ancestrales. La tierra se llenó de gusanos. Morían las plegarias. No hubo honduras ni puertos para huir. Todos fuimos distintos. Nadie creyó por boca de profeta, ninguno esperó el alba puntiaguda del fin. Yo mismo dije con mi dios perplejo: \"Siega, pero siega aún más sobre mi carne helada.\" CORTEZA DE GETHSEMANI Traías en el viaje la tristeza mortecina entre las hojas blancas, el obstinado desprecio. La memoria hurga por los altos exilios. El gato busca espejos que devuelvan la ignorante imagen de un gato por tumbas infantiles. Allí está el breve pozo borrando los tiempos del que no podrá salir de su lastimadura. ¿Hubiste de herir a quienes te aborrecen desde el origen, de alzar la voz inmensa como estruendo de muchas aguas? Un cántaro de alfarero, verdoso, al pie de la columna, detiene una edad de ultraje y delirio. Moran en mí los restos de sangre que he llorado con la cabeza devorada entre las flores. ¿Dónde ha de estar el sueño dividido en este dédalo para que el cuerpo salga? ¿Nunca el amor no confesado entre los hierros? Son lápidas quebradas por el rayo, nichos de la ardida fiesta, inmensos pabellones. Atrás quedaron las zonas de plegaria cuando los habitantes del claustro apartan la corona. Era el águila. Era la piel seccionada en medio del estruendo. Era el resplandeciente. ¿Cómo perderme ahora sin un sosías, sin un escolta, sin el minúsculo alabardero, protector de la noche? No entenderán quienes gritan a sus víctimas como si gritaran en un sueño aún más ancestral que los perdiera. Lenta fetidez cayendo por la boca, madurando eterna su llaga y su ostracismo. Antes de llegar a la sed fuiste bisonte. Enseñoreado de la sabiduría de las piedras, feroz era el sello de tu absolución, tu acatamiento a las leyes de una flor celestial hecha de espinas, de consagrado azote por los imposibles. ¿Y siempre encuentras la miel en la boca de este infierno? ¿Y llamas al taumaturgo y lo bendices en nombre del crucificado? ¿Y oyes el himno jubiloso hundido en tu garganta? ¿Y alcanzas el áncora de quemada devoción quitando los peligros? Porque allí sólo hay dolor, madre de los desamparados. En la parte del día que nadie ya pronuncia cierran la herida (su vicisitud más evidente) con aguardada derrota. El pelaje se hiela bajo el sol, recela torpemente hasta el sueño que lo anonada. ¿Pero qué hombre sin nido vienes engendrando? ¿Recuerdas en la cima del mundo todo el viento, el único que nos salva del peso de la historia y de seguir siendo un poco más de impaciente polvo enmarañado? Desde tu nacimiento hubo un cielo parecido a un jardín. TODO ANIMAL NOCTURNO Y dijo al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? DANIEL, 12:6 in memoriam Walter G. Weyland Han excavado de repente en el dolor y no es posible, la semilla ha crecido hasta la tarde de cuanto era en el mundo. ¿Con qué fulgurante esplendor fue abierta la entrada al templo cuyo pórtico entreviste? Angel con espada de azucenas, álzate del vértigo y ayuda al que tiembla con su voz en esta puerta. No llores sobre esta red inconclusa, sustentada en humo por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. ¿A qué cauce de cenizas arrojarás la herida de este hombre? ¿Qué cortejo increíble ocultará la pérdida? Se sustituyen las máscaras de piedra, de desechar y de oro, de cansada carne escuchando el llamado. En la memoria del día duelen tanto los viajes al prodigio. Ya no arrastres tu piel en la lenta fiesta del espejo. El vallado se deshace y evidencias la desbordada, brillante fortaleza de tu revelación. La Rueda huye hacia otro llanto. Una fotografía es un vidrio gastado como un muelle. Debajo del sol (de un sol de escalofrío) nos comen las langostas, trabajan sanguinarias el despavorido corazón de los vivientes. ¿Cómo reconocerme en el antes si mañana despierto? Ya no más. Que no se les conceda vida a esas escorias. ¿Y quién terminará con su mal sobre esta superficie? Oye las palabras del que queda. Aunque el desierto se callara con gotas de sangre, él cantaría. (c)Manuel Lozano New York, mayo de 1995
 
 
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