El creador de cuentos que ya no tienen edad El danés Andersen fue un precursor en el relato infantil.La sirenita, El patito feo y el Traje nuevo del emperador son apenas algunos de los títulos de su legado inolvidable.
Por Silvina Friera
“El patito feo soy yo”, podría haber dicho Hans Christian Andersen, anticipándose a Flaubert y la famosa frase con la que “inauguró” la novela moderna: “Madame Bovary soy yo”. El escritor danés, que más de una vez aclaró que sus cuentos eran autorretratos en los que se podían rastrear las huellas de su vida, fue un adelantado del cuento moderno, una figura incómoda en el universo en el que le tocó vivir: ya sea en Odense, en donde nació hace doscientos años, o en Copenhague, “la gran ciudad” a la que llegó a los catorce años con la esperanza de ser bailarín. Y si él mismo confesaba que “el humor era la sal de sus cuentos”, hay una anécdota jugosa y desopilante que solía contar sobre ese intento frustrado de incursionar en el mundo de la danza. “Improvisé, tanto el texto como la música. Y para poder interpretar mejor la escena de danza con la pandereta, dejé los zapatos en un rincón y bailé en medias”, recordaba Andersen, que se había presentado nada menos que en la casa de Mme. Schall, la primera bailarina de Copenhague. Ella pensó que ese joven de una fealdad casi grotesca, más alto de lo común y más flaco de lo normal, un tanto torpe, pero con una voz hermosa, aunque sumamente afeminada, estaba loco, y lo hizo echar de su casa.
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