La posibilidad de aprehender el mundo en su complejidad a través de una visión no fragmentaria es objetivo de la educación. Arriesgada empresa, ya que exige una actitud de confrontación e intercambio a partir del compromiso más profundo. Pensamos que criticar abstractamente arguyendo que las cosas están mal no es ser inteligente. En consecuencia, no compartimos la idea de que es posible construir una sociedad nueva sobre la eliminación del pasado. La crítica tiene que ser "constructiva". Creer, por ejemplo, que el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías puede brindar una vida absolutamente distinta, sin reparar en la dimensión moral y las exigencias de la reflexión sobre sí, nos parece el camino más directo hacia la pérdida del ser humano. Otras son las posiciones que nos atraen.
El 16 de marzo, la Fundación del diario La Nación realizó en el Museo Mitre un seminario sobre educación, donde se leyó y debatió la idea que el fundador del movimiento Comunión y Liberación, Monseñor Luigi Giussani, despliega en su libro El riesgo educativo. Si uno se detiene a pensar que los textos de dicho trabajo fueron redactados durante los años sesenta y editados por primera vez en Milán en 1977, resulta notable cómo en esa jornada en Buenos Aires, casi cuarenta años después, fue posible verificar la tremenda actualidad de la obra y su convocante amplitud de miras.
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