En nuestra sociedad la referencia a la comunicación audiovisual debería ser entendida hoy como un concepto que abarca indistintamente y de forma equilibrada a la comunicación a través del sonido y de la imagen. Sin embargo, este equilibrio está lejos de producirse, ya que el poder de la imagen en general y del medio televisivo en particular, ha consagrado inconscientemente la subordinación del espacio audio-imaginativo y los medios que lo desarrollan, al sonoro-visual de la televisión, por lo que la banda sonora de los documentos audiovisuales destinados al consumo del gran público es poco menos que un complemento ornativo del traje de noche con que se visten las imágenes.
El sonido, a pesar de los esfuerzos crecientes de los creadores de mensajes audiovisuales por cuidar la banda sonora, es el hermano pobre de muchos aspectos de la comunicación audiovisual
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