El autor propone una reflexión sobre el carácter disciplinar de las matemáticas partiendo de que en el momento presente, aún estamos lejos de un currículum integrado. En su reflexión propone dos líneas de actuación que los educadores matemáticos pueden desarrollar (estén o no interesados en un currículum integrado), si se quiere mejorar el estado de apatía al que ha conducido el enfoque disciplinar estricto. La primera, preconiza el reencuentro del trabajo matemático y la lengua vernácula, a través de la cual se realiza la interacción educativa. La segunda, profundiza la búsqueda de conexiones para dar sentido externo (no matemático) a los conceptos y procedimientos que se enseñan y aprenden.
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