La educación a distancia ha adquirido una dimensión extraordinaria en este siglo, en gran medida debido a la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en función didáctica.
No obstante, no se trata de una modalidad didáctica emergente del desarrollo de tales tecnologías. El valor de la educación a distancia no se halla en las herramientas que utiliza sino en la concepción pedagógica teórica y práctica con que se planifica, estructura y ejecuta. En este sentido sus antecedentes se remontan a más de 250 años atrás.
En líneas generales se trata de un procedimiento educativo cuyas características específicas radican en la separación física entre el maestro y el alumno y la consecuente mediatización de los contenidos.
Junto con la planificación propia de toda actividad educativa, adquieren particular relevancia es esta modalidad la elaboración de materiales de diseño específico y la gestión no presencial del docente a través de las denominadas tutorías.
Así el alumno, el docente tutor y los materiales (que incluyen tanto los contenidos conceptuales de la materia tratada como las instrucciones respecto de cómo enfrentar la tarea formativa) constituyen las tres patas sobre las cuales funciona el sistema no presencial de capacitación.
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