Desde una posición absolutamente laica, puede parecer curioso que un pueblo como el judío, cuya religión abjura expresamente de la imagen, base su tradición en textos que podríamos tildar de extremadamente imaginativos. La contundencia con que se expresa el libro del Éxodo al referirse al segundo mandamiento, no ofrece lugar a dudas: “No confeccionarás ninguna imagen en forma de nada que esté en los cielos, en la tierra, o en las aguas...”. Es una prohibición que, según Scholem , iría encaminada a desligar drásticamente la religión del mito, y la verdad es que sus consecuencias fueron realmente extraordinarias.
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