En este artículo se argumenta la necesidad de integrar el conocimiento pedagógico disponible, evitando visiones reduccionistas informadas por el imperativo tecnológico, a la hora plantear entornos de enseñanza y aprendizaje que intenten dar respuesta a las necesidades educativas de la sociedad actual. Para ello, se discute la importancia de considerar las nuevos modos de producción del conocimiento; se sitúa las implicaciones de una línea de pensamiento y acción basada en la primacía de los artefactos y se delibera sobre la dificultad de separar lo que está unido a riesgo de convertir los fenómenos que estudiamos o contribuimos a crear en algo diferente a lo que son. El artículo acaba con la delineación de una propuesta educativa no sólo basada en la utilización de las novísimas tecnologías de la información y la comunicación, sino en la organización de un espacio físico y simbólico en el que cada alumno y alumna pueda encontrar un lugar para aprender.
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