Prácticamente desde que comenzaron las primeras transmisiones de televisión en Estados Unidos se iniciaron también los primeros experimentos de televisión por cable. En principio, se trataba de mejorar la señal aérea de televisión en zonas cuya geografía accidentada dificultaba la recepción de la misma, particularmente en las zonas montañosas del país. La base sobre la que se realizaron estos experimentos fue el cableado de las áreas problemáticas y la instalación de una antena comunitaria que se encargaría de captar la señal y de distribuirla al interior de las mismas. De ahí el nombre que tomó desde el principio: Community Antenna Television (CATV).
Con el transcurso del tiempo, el sistema de cableado para recepción de la señal televisiva ofreció diversas posibilidades que fueron aprovechadas en distintos países en función de sus políticas de comunicación: desde las posibilidades de la democratización de la producción televisiva como el caso de las televisoras catalanas, hasta el servicio de televisión de paga accesible sólo para los suscriptores, a quienes gradualmente se ha ofrecido un número creciente de canales. Obviamente, el aumento de la oferta está en función de las necesidades de la audiencia y de la especialización de la televisión. Esta segunda posibilidad se ha extendido por Estados Unidos y por buena parte de los países -México, entre otros- cuya radiodifusión depende de la publicidad para su sostenimiento, es decir, que está supeditada al régimen comercial.
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