Contrariamente a lo que piensan la mayoría de los mismos televidentes en México, y por supuesto muchos emisores de información política como los partidos políticos y el gobierno, la recepción que normalmente se hace de la televisión, no es una mera asimilación pasiva, en este caso de noticias y propaganda política, sino que constituye un activo y complejo proceso de mediaciones.
La resultante de este proceso de "televidencia" no necesariamente refleja las intenciones y objetivos de los emisores. Más bien evidencia una convergencia desordenada y hasta contradictoria de diversas intenciones y racionalidades, de múltiples percepciones individuales y colectivas de los televidentes, de contrapuestas visiones de lo político y la política provenientes de experiencias pasadas con la legitimidad de los políticos y con la credibilidad cuestionada de contiendas electorales anteriores y de las propias empresas televisivas
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